El año de Brexit deja a los pescadores españoles una gran amargura. Reducciones de cuota, dificultades de gestión de laa cuotas en aguas compartidas, dificultades en las descargas de especies desembarcadas en Reino Unido son las notas predominantes del acuerdo. Ondarroa siente que el Brexit ha sido otro pasa atrás. La última ña reducción de un 20 por ciento en la merluza norte que no se compensa con otras subidas. Kiko Marín, de la OPPAO de Ondarroa manifiesta «nos dan una parte de la cuota a principios de año. Después otra parte en primavera y a partir de julio la cuota que nos pertenece. Así es difícil gestionar».
En la Nochebuena de 2020, cuando Bruselas y Londres sellaron por fin un acuerdo comercial que evitara el desastre de un «no deal», dijeron que estaban sumidos en la oscuridad, «a merced de los británicos». Desde entonces, para algunos, seguimos a oscuras… «Por fin hemos obtenido un paquete de licencias, pero ahora estamos a la espera de conocer los métodos de pesca (cuotas, periodo, técnicas)», resume Romain Davodet, pescador normando de langosta
El acuerdo post-Brexit estableció un periodo de transición hasta el verano de 2026, cuando los pescadores europeos tendrán que renunciar al 25% de las capturas en aguas británicas, que suponen unos 650 millones de euros al año. El texto prevé que los pescadores europeos puedan seguir trabajando en aguas británicas si pueden demostrar que solían pescar allí. Durante un año, franceses y británicos discutieron sobre la naturaleza y el alcance de las pruebas requeridas.
Los pescadores franceses son los que más duramente han sido golpeados por una batalla, entre París y Londres para obtener licencias post-Brexit. Al final han tomado nota, con una mezcla de alivio y amargura, del fin de una era.
Aunque celebran el «claro compromiso» del gobierno francés con su bando, los pescadores no están nada contentos con la Comisión Europea, que les ha «defendido mal», «demasiado tarde» y les ha ahogado en «una tonelada de burocracia».
En el caso español los pescadores cambian de año con menos posibilidades de capturas, tras un 2021 complicado con la prolongación de la pandemia, aunque desigual según el tipo de flota y con algunos alivios por la mejora de precios por las ventas navideñas. “La flota acaba 2021 más desanimada que empezó”, según ha declarado a el secretario general de la patronal de armadores Cepesca, Javier Garat.
Para el presidente de la Federación de Cofradías Pesqueras (FNCP), Basilio Otero, ha sido difícil pero no más que años anteriores, pues ha vivido problemas a los que la flota está acostumbrada. “Los pescadores conocen el significado de la palabra resiliencia antes de que se inventara”, ha subrayado.
Un total de 8.839 barcos componen la flota española, que genera 31.100 empleos y una producción por valor de 1.601 millones de euros, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de 2020.
Controvertida concesión de licencias para Francia
En el caso francés, la situación ha desembocado que fuese en enero cuando llegaron las primeras licencias para la zona económica exclusiva británica (12-200 millas), donde se practica la pesca de altura: los franceses obtuvieron 734 de las 1.674 autorizaciones europeas.
Las negociaciones se atascaron rápidamente para todos los demás, especialmente para los barcos pequeños de menos de 12 metros, a los que la UE no exigía entonces un sistema de geolocalización y que tenían dificultades para demostrar que llevaban mucho tiempo pescando.
El tono fue subiendo, rozando la confrontación en varias ocasiones en 2021: un bloqueo de Jersey por parte de pescadores franceses en mayo, que provocó el envío de dos patrulleras británicas; amenazas francesas de sanciones en octubre; el bloqueo de la terminal de mercancías del túnel del Canal de la Mancha en la parte francesa en noviembre.