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sábado, abril 27, 2024
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«Proteger a las ballenas dará solución natural al cambio climático»

Ralph Chami , licenciado por la Universidad Americana de Beirut, tiene un máster en Finanzas y Estadística por la Universidad de Kansas y un doctorado en Economía por la Universidad Johns Hopkins, apuntó en una de las sesiones que las ballenas juegan un papel «insustituible» en la mitigación y la construcción de la resistencia al cambio climático. De hecho desde su empresa fijan el valor de las ballenas en base a su contribución a la absorción de carbono y la vida saludable del océano.

«Las ballenas producen beneficios climáticos que se extienden por todo el planeta. Y, como los beneficios de la existencia de ballenas para las personas no disminuyen los beneficios que otros reciben de ellas», decía Ralph Chami, en una de las intervenciones más esperadas del último Encuentro de los Mares .


Chami con más de 32 años de experiencia como economista financiero en puestos en el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, Chami decidió virar su carrera profesional y centrarse en el capital natural.


Chami es licenciado por la Universidad Americana de Beirut, tiene un máster en Finanzas y Estadística por la Universidad de Kansas y un doctorado en Economía por la Universidad Johns Hopkins. Este economista experto en temas macrofinancieros dejó su trabajo en el Fondo Monetario Internacional para dedicarse a dos de los mayores riesgos que afronta ahora la humanidad: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.


Lo está haciendo desarrollando un marco para valorar el capital natural, azul y verde, fauna y flora, con el fin de construir una economía equitativa y positiva para la naturaleza. Ha desarrollado un nuevo campo de finanzas basadas en la ciencia y cree en la inversión en la naturaleza viva y la creación de una economía positiva para la naturaleza. Cuando se trata de salvar el planeta, una ballena tiene el mismo valor que miles de árboles.


Las investigaciones científicas indican ahora con mayor claridad que nunca que nuestra huella de carbono—la liberación de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, donde contribuye al calentamiento global mediante el llamado efecto invernadero— amenaza nuestros ecosistemas y nuestra forma de vida. Sin embargo, los esfuerzos de mitigación del cambio climático se enfrentan a dos retos importantes. El primero es encontrar formas eficaces de reducir el volumen de CO2 en la atmósfera o su impacto promedio en la temperatura mundial. El segundo es recaudar fondos suficientes para poner en práctica estas tecnologías.


Muchas soluciones propuestas al calentamiento global, como captar carbono directamente del aire y enterrarlo a gran profundidad en la tierra, son complejas, no se han probado y son caras. ¿Y si existiera una solución de baja tecnología a este problema que no solo fuera eficaz económica, sino que también contara con un modelo de financiamiento satisfactorio?
Un ejemplo de este tipo de soluciones es un método sorprendentemente sencillo y básicamente “sin tecnología” para captar más carbono de la atmósfera: aumentar la población mundial de ballenas. Los biólogos marinos han descubierto recientemente que las ballenas, tienen un efecto multiplicador de aumento de la producción de fitoplancton allí donde se encuentran. ¿Cómo? Resulta que los productos residuales de las ballenas contienen exactamente las sustancias que necesita el fito-plancton para crecer, principalmente hierro y nitrógeno. Las ballenas llevan minerales a la superficie del océano mediante su movimiento vertical.

Cada ballena grande captura, en promedio, 33 toneladas de CO2


Según Ralph, «la captación potencial de carbono de las ballenas es realmente sorprendente. Las ballenas acumulan el carbono en sus cuerpos a lo largo de su larga vida. Cuando mueren, se hunden en el fondo del océano; cada ballena grande captura, en promedio, 33 toneladas de CO2., mientras tanto, un árbol absorbe solo hasta 48 libras de CO2 al año». La protección de las ballenas podría aumentar significativamente la captación de carbono, ya que la población actual de las grandes ballenas de mayor tamaño es tan solo una pequeña fracción de la que fuera una vez. Desgraciadamente, tras décadas de caza industrializada de ballenas, los biólogos estiman que la población total de ballenas es ahora inferior a una cuarta parte de lo que fuera una vez. Algunas especies,como las ballenas azules, se han reducido a solo el 3% de su población previa. Por tanto, los beneficios para nosotros y nuestra supervivencia de los servicios ecosistémicos de las ballenas son mucho menores de lo que podrían ser.

Modelizaciones y estimaciones


Las modelizaciones y estimaciones preliminares indican que esta actividad de fertilización aumenta significativamente el crecimiento de fitoplancton en las zonas que frecuentan las ballenas.
Pese a que las tormentas de polvo, los sedimentos de los ríos y el afloramiento de viento y olas transportan nutrientes hasta el océano, el nitrógeno y el fósforo son escasos y limitan la cantidad de fitoplancton que puede crecer en partes más cálidas de los océanos. En regiones más frías, como el Océano Austral, el mineral limitante suele ser el hierro. Si hubiera más de estos minerales en partes del océano en los que escasean, podría crecer más fitoplancton, que absorbería potencialmente mucho más carbono de lo que sería posible de otra forma. Por ello, Raphl abogaba pante el alto predupuesto y tecnología para obtener la absorción de CO2 para que «las instituciones internacionales y los gobiernos ejerzan su influencia para provocar una nueva mentalidad, un enfoque que reconozca e implemente un método holístico hacia nuestra propisupervivencia».


Pasos para el futuro


El marco de acción tiene cuatro pilares cuantificar el capital natural y hacer una valoración del mercado. Junto a ello está el marco jurídico sobre quién es el dueño del espacio; el Estado o la propiedad privada, para llevarlo al mercado. «Todo el valor del capital natural tiene que reinvertirse para que todo el beneficio revierta en las comunidades», decía Chami. «En Bahamas se cuentan con estudios adelantados. También en Nueva Zelanda sehabía realizado un estudio desde el principio hasta el final». Preguntado por la maquinaría para extraer el carbono con una escala muy pequeña. Islandia, Estados Unidos y Holanda realizan la capturay su inyeccción en rocas de basalto, «pero nos on tecnologías de escala, son caras y el carbono no queda capturado para siempre. Una empresa que compra esta tecnología paga 1.200 dólares por toneladas mientras que un modelo aplicado en Bahamas costaría 20 dólares» No obstante, en Chile, Natacha Aguilar, experta en bioacústica de cetáceos y ecología del comportamiento que trabaja en la Universidad de La Laguna (Tenerife) decía que se ha había cuatificado, en 2019, el valor de una ballena azul ascendía a los 4 milloness de euros. De este montante, 3 millones era la aportación de nutrientes a las pesquerías.

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