Las ONGs se felicitan por la protección de los tiburones y califican de » decisión «histórica» en la cumbre internacional sobre especies amenazadas. Votada gracias al consenso de ellas, la inclusión de 54 especies de tiburones en el Apéndice II de la CITES cosnideran que «es una buena noticia para la protección de estos animales, amenazados por el comercio internacional de sus aletas»
La 19ª Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), reunida del 14 al 25 de noviembre en Panamá, decidió ampliar la protección de los tiburones. Como resultado, 54 especies de tiburones y tiburones martillo están ahora incluidas en el Apéndice II de la Convención, lo que limita estrictamente su comercio.
«Estamos en medio de una gran crisis de extinción de tiburones», dijo Luke Warwick, de la Wildlife Conservation Society, «el segundo grupo de vertebrados más amenazado del planeta». La ONG acogió con satisfacción la decisión, que también incluye a las rayas guitarra y a las de agua dulce. «Este será recordado como el día en que cambiamos el rumbo para evitar la extinción de los tiburones y las rayas del mundo», dijo la ONG. «Esta lista histórica de 100 especies fuertemente comercializadas conducirá a la adopción de medidas nacionales de conservación urgentemente necesarias para estas especies. El siguiente paso crucial es poner en práctica estas inclusiones y garantizar que se traduzcan en medidas más estrictas de gestión comercial y pesquera lo antes posible», afirma la Wildlife Conservation Society.
Hasta 1.000 dólares por kilo de aleta de tiburón
La propuesta de regular la pesca y comercialización de estas especies de tiburones fue la más discutida en la CITES, convirtiéndose incluso en un símbolo de la cumbre cuando varias delegaciones colocaron tiburones disecados en sus mesas. La decisión se adoptó finalmente en el pleno por consenso, a pesar de la «profunda preocupación» de Japón por las consecuencias de la decisión, que se consideró «social y económicamente perjudicial» para los pescadores del país.
Shirley Binder, delegada de Panamá, país anfitrión de esta 19ª edición de CITES, señaló que los tiburones que se beneficiarán de la protección representan «aproximadamente el 90% del mercado» de aletas de tiburón. El mercado, centrado en Hong Kong, tiene un valor de más de 500 millones de dólares al año (483 millones de euros). Las aletas pueden venderse a 1.000 dólares el kilo en Asia oriental para hacer sopas muy apreciadas en la cocina tradicional china.
Según Joaquín de la Torre, director para América Latina y el Caribe de la ONG Ifaw, «los tiburones y las rayas son hoy el grupo de especies más amenazado, más que los elefantes y los grandes felinos». «La demanda internacional de sus aletas y su carne […] ha provocado un importante descenso de sus poblaciones en todo el mundo: se calcula que más de 100 millones de tiburones mueren cada año en las pesquerías, el doble de lo que se tarda en preservar la especie.
La única voz discrepante entre las organizaciones ecologistas fue la de la ONG francesa Fondation Brigitte Bardot, que denunció «una gran misa [que] ha demostrado una vez más que la CITES no está destinada a proteger a los animales salvajes, sino a orquestar su comercio internacional intentando reparar, con unas cuantas tiritas, el desastre ecológico que provoca».
En total, los 183 Estados participantes y la Unión Europea habrán estudiado 52 propuestas para modificar los niveles de protección de determinadas especies. En cuanto a los anfibios, las ranas de cristal -amenazadas de extinción por la demanda exponencial del comercio de mascotas- también se incluyeron en el Apéndice II, a pesar de la oposición de la UE y Canadá.
Entre 7.000 y 23.000 millones de dólares en comercio ilegal
La cumbre también trajo su cuota de decepciones. Algunos países de África Occidental, encabezados por Togo, querían incluir al hipopótamo en los Apéndices de la CITES para imponer una «cuota cero» al comercio de la especie, que se enfrenta a la caza furtiva y al tráfico de marfil. La Unión Europea, con el voto de todos sus Estados miembros, se opuso a esta propuesta, al igual que algunos países del sur de África, que se enfrentan a una población de hipopótamos en expansión, lo que plantea problemas de cohabitación con la población humana.