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miércoles, mayo 15, 2024
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Las fábricas de harina de pescado chinas en Gambia ponen el pescado fuera del alcance de las comunidades costeras



Una investigación de Amnistía Internacional ha revelado una serie de problemas sociales y medioambientales causados por las tres fábricas de procesamiento de pescado del país, que se extienden a lo largo de sus 30 kilómetros de costa.Según un informe de Amnistía Internacional el comercio de harina de pescado chino menoscaba los derechos humanos y pone en peligro puestos de trabajo en Gambia, según publica DeSmog

Las fábricas -que transforman peces pequeños y nutritivos de consumo local, como la bonga y la sardina, en harina y aceite de pescado para la exportación- operan en comunidades que dependen en gran medida de los peces pequeños para alimentarse y trabajar.

Un comercio de ingredientes marinos muy rentable canaliza este pescado hacia mercados de ultramar de mayor valor, en particular como pienso para acuicultura (o piscicultura), cerdos, pollos y suplementos.

En el informe -en el que se encuestó a funcionarios de las aldeas, trabajadores del sector turístico, empleados de las fábricas de harina de pescado y pescaderos locales, entre otros- los investigadores documentaron que las operaciones de las fábricas habían provocado un aumento del precio del pescado pequeño, la pérdida de trabajo de los ahumadores y secadores de pescado y una contaminación generalizada que había dañado la ecología y el turismo locales.

Las comunidades también denunciaron que las fábricas no habían proporcionado los puestos de trabajo esperados. Según el informe, los trabajadores locales ocupaban puestos temporales mal pagados, mientras que los extranjeros ocupaban la mayoría de los puestos cualificados.

Además, se descubrió que el comercio de harina de pescado había impulsado la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) en zonas reservadas a los pescadores locales.

El activista y periodista gambiano Mustapha Manneh describe la industria a DeSmog como «inhumana y poco ética».

Desde la llegada de las fábricas de harina de pescado en 2016, dijo, el precio de la sardina se ha triplicado, mientras que un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó de que el precio al por mayor de la bonga se ha multiplicado por cuatro.

Las fábricas gambianas – Golden Lead, JXYG y Nessim – pertenecen parcial o totalmente a inversores chinos. Aunque los mercados de destino cambian de año en año en una industria notoriamente opaca, los datos comerciales muestran que en 2022, la harina de pescado producida en Gambia se destinó principalmente a China, mientras que el aceite de pescado, especialmente valorado en la cría del salmón, se exportó sobre todo a Chile.

«Este informe expone con espeluznante detalle el daño infligido por la extracción de pescado de África Occidental, impulsada por la demanda de las grandes corporaciones acuícolas y agrícolas de todo el mundo», ha declarado Yves Reichling, del grupo de campaña por una alimentación sostenible Feedback EU. «Debemos poner fin a las fábricas de harina y aceite de pescado y garantizar la transparencia en esta industria si queremos ver asegurada la salud de los océanos y de las personas que dependen de ella para esta -y las próximas- generaciones».

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