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La historia de la navegación

El proceso que llevó a las poblaciones humanas primitivas a la exploración del mar está íntimamente ligada al desarrollo tecnológico y a la transformación del medio ecológico en beneficio de estas poblaciones. En general, el mundo de la navegación, desde los primitivos navegantes hasta nuestros días, ha estado al servicio de la expansión comercial, como instrumento para mantener el poderío marítimo y políticos de las naciones. Las flotas de guerra surgen por la necesidad de garantizar este control político y económico.

Los primeros navegantes hicieron servir embarcaciones simples y de fácil construcción, formadas por haces de juncos o por la piel de grandes animales. Con todo, el arte de la navegación no apareció hasta el desarrollo de las civilizaciones mesopotámica y egipcia.

En el Antiguo Egipto, la navegación fue básicamente fluvial en sus orígenes. Con el paso del tiempo descubrieron la navegación marítima, aunque nunca llegaron a ser navegantes de mar abierto, por lo que, igual que sucedió con las civilizaciones mesopotámicas, nunca ejercieron una verdadera soberanía sobre las costas.

Los fenicios, primeros navegantes

La primera civilización marinera del Mundo Antiguo es la de los fenicios y éstos crearon inmensas flotas con las cuales comerciaron por todo el mar Mediterráneo. Fueron el primer pueblo que se atrevió a navegar por mar abierto y fundaron colonias, puertos comerciales y emporios a lo largo de toda la cuenca mediterránea. Los cartagineses surgieron a partir de una colonia de exiliados fenicios.

En el mar Egeo floreció el imperio marítimo o talasocracia de la civilización cretense, obligada a mantener el dominio de los mares ante la pobreza agrícola de la isla de Creta.

Con los griegos, la navegación y la fabricación náutica alcanzó unos niveles de desarrollo enormes. Apoyaron su actividad de creación de colonias y emporios por todo el Mediterráneo en la labor investigadora de geográfos y matemáticos. Igualmente, los griegos desarrollaron nuevos tipo de embarcación como los trirremes y las galeras.

Los romanos fueron el primer pueblo que dominó todas las costas del Mediterráneo (el Mare Nostrum). No fueron navegantes genuinos, pese a lo cual mejoraron los modelos de naves griegas y cartaginesas. Para el abastecimiento regular de la metrópoli, Roma contó con una importante flota mercante, en la que parece ser que, por primera vez, se utilizaron mercantes en determinados cargamentos.

En la Edad Media destaca en la historia de la navegación el pueblo vikingo, procedente de las costas suroccidentales de Noruega, que, tras azotar con sus incursiones bélicas toda la costa septentrional europea, fue protagonista de una fabulosa expansión marítima, que les llevó a alcanzar regiones tan remotas como Islandia, Groenlandia y las tierras americanas. Este éxito se debió, en parte, a las embarcaciones que empleaban, conocidas como nave longa, propulsadas por velas y remos.

La colonización indo-pacífica fue llevada a cabo en esta vasta región marina por parte de los pueblos polinesios, originarios, aparentemente en Asia meridional. El final de este proceso tuvo lugar desde Indonesia, a partir del siglo IV a C, en dirección a islas Hawai por un lado, y hacia Nueva Guinea y las Hébridas por otro. Buena parte de esta colonización insular pudo deberse a travesías realizadas sin un rumbo determinado.

Hacia los fines de la Edad Media, Europa despertó de su largo retardo tratando de buscar nuevas rutas comerciales hacia oriente, para no depender del imperio turco. En Portugal destacó la figura del Rey Enrique el Navegante que impulsó la exploración de la costa africana hacia el Sur. Este fue el inicio del vasto dominio comercial portugués, el imperio portugués de las especias, que suplantó a los árabes en el Océano Indico.

Tras la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, y la Reconquista, el reino castellano compitió con Portugal en la búsqueda de nuevas rutas de navegación hacia Oriente. En este sentido, destaca el apoyo dado por los Reyes Católicos al navegante genovés Cristóbal Colón quien, convencido de buscar una nueva vía hacia Asia, cruzó el Atlántico para descubrir el nuevo continente.

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