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domingo, abril 28, 2024
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El ajo se erige como el mejor sustituitivo de los antibióticos en la acuicultura

Hoy en día, la industria de la acuicultura es uno de los sectores ganaderos de más rápido crecimiento a nivel mundial, ya que suministra más del 47% de los animales acuáticos del mundo. De este porcentaje, informa la FAO, la mayor parte se atribuye a la piscicultura (54,3 millones de toneladas), seguida de los mariscos (17,7 millones de toneladas) y los crustáceos (9,4 millones de toneladas). Estos volúmenes de producción son posibles gracias a las técnicas de cría intensiva que se han perfeccionado en las últimas décadas y que son necesarias para satisfacer la creciente demanda de pescado, técnicas que implican, al igual que en otras producciones ganaderas, la presencia simultánea de una elevada carga de animales por unidad de volumen de agua.

Esta situación puede favorecer el desarrollo y la propagación de microorganismos patógenos, aumentando el riesgo de brotes de enfermedades, la reducción del aumento de peso y la mortalidad. Por lo tanto, es necesario aplicar las técnicas más actualizadas posibles a este importante sector productivo, con el fin de garantizar el bienestar de los animales criados y la alta calidad sanitaria y organoléptica del producto, evitar pérdidas económicas y asegurar la sostenibilidad de estas actividades en cuanto a su impacto en el medio ambiente.

Durante mucho tiempo, los agentes quimioterapéuticos, incluidos los antibióticos, se han utilizado como remedio para las enfermedades de los animales acuáticos y, en ocasiones, de forma excesiva; este uso ha llevado a la selección de microorganismos AMR, que se han vuelto resistentes a estos tratamientos. Las últimas técnicas de acuicultura aplican protocolos profilácticos y terapéuticos sostenibles: los antimicrobianos se sustituyen por alternativas respetuosas con el medio ambiente, como probióticos, prebióticos, postbióticos e inmunoestimulantes.

Las plantas y sus extractos pueden actuar como potenciadores del sistema inmunitario, proporcionando una alternativa ecológica para contrarrestar el desarrollo de los patógenos responsables de las enfermedades infecciosas y transmisibles. Numerosos estudios demuestran que las plantas y sus derivados tienen propiedades inmunoestimulantes y pueden modular el crecimiento y el apetito, mejorar la eficacia de la utilización de los nutrientes y, en general, el estado fisiológico del animal. También tienen funciones antimicrobianas, antiinflamatorias y antitumorales. El ajo, en particular, tiene un gran potencial para modular algunas de estas funciones.


¿Por qué el ajo podría ser un sustituto de los antibióticos?


El ajo (Allium sativum) es una planta perenne de la familia de las liliáceas. Se ha utilizado durante siglos como agente aromatizante, en la medicina tradicional y como alimento funcional para mejorar la salud humana. De hecho, el ser humano ha utilizado el ajo (Orden Asparagales, Familia Amaryllidaceae) desde hace más de 7000 años con fines culinarios y medicinales. Es un producto vegetal muy común con beneficios en el tratamiento de la insuficiencia venosa, la hipertensión, por su acción antibacteriana y se considera activo para varias otras situaciones de enfermedad. En los animales acuáticos, el ajo tiene propiedades antibacterianas, antiparasitarias, antioxidantes e inmunoestimulantes y se estudia experimentalmente como promotor del crecimiento.

Sus características terapéuticas en detalle:
1) Actividad antibacteriana
La actividad antibacteriana resulta de la modificación de la biosíntesis de los lípidos y de la síntesis del ARN en las bacterias, inhibiendo la multiplicación de las bacterias grampositivas y gramnegativas.

2) Actividad antioxidante
Las reacciones de oxidación pueden producir radicales libres, que son responsables de iniciar una reacción en cadena que daña las células. Los fenoles y las saponinas del ajo son compuestos que mejoran el mecanismo de absorción de los radicales endógenos y aumentan las enzimas antioxidantes celulares, como la superóxido dismutasa, la catalasa y la glutatión peroxidasa.

El uso del ajo como complemento alimenticio también puede mejorar el sistema antioxidante del pescado. Se probaron los efectos del ajo sobre los diversos antioxidantes en la tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus) alimentada con dietas que contenían diferentes fuentes de esta planta y los resultados revelaron un aumento significativo de las actividades de las enzimas antioxidantes en los peces. Otros estudios han encontrado los mismos efectos en la trucha arco iris.

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