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viernes, octubre 4, 2024
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Una investigación cuantifica el carbono secuestrado por las ballenas en el hemisferio sur

La doctora francesa Anaëlle Durfort ha cuantificado el carbono secuestrado en la fauna marina para su doctorado en ecología en la Universidad de Montpellier (Francia), con el fin de poner de relieve los vínculos entre biodiversidad y cambio climático, según publica la revista Nature.

¿Por qué investiga el secuestro de carbono en los animales?


La forma en que el carbono se traslada al océano a través de las ballenas demuestra los complejos vínculos entre biodiversidad y clima. El cambio climático afecta a los organismos vivos, que a su vez influyen en las emisiones de gases de efecto invernadero.

Un ejemplo sorprendente procede de su máster que se centró en cuantificar el carbono secuestrado en el hemisferio sur desde 1890 por los cadáveres de cinco especies de ballenas. Al ser tan grandes, las ballenas retienen mucho carbono en sus tejidos y, tras morir, atrapan ese carbono en el fondo del océano durante más de un siglo. Pero la eficacia de estos animales como «bomba» de carbono, que traslada el carbono de la atmósfera al fondo del océano, varía según la especie.

La doctora francesa Anaëlle Durfort

Pero la eficacia de estos animales como «bomba» de carbono, trasladando el carbono de la atmósfera y, finalmente, al fondo del océano, varía en función del tamaño de las poblaciones de cetáceos.

Antes de que fueran explotadas a escala industrial, las ballenas abundaban en el Antártico, y un equipo con el que trabajé durante mi máster estimó que secuestraban un total de 400.000 toneladas de carbono al año. Calculamos que esta cifra se había reducido a 60.000 toneladas en 1972, debido al impacto de siglos de caza comercial de ballenas. Desde que se prohibió temporalmente la caza de ballenas mediante un acuerdo internacional en 1986, las poblaciones se han ido recuperando lentamente.

La antigua ballena de mi pueblo egipcio

Pero el restablecimiento previsto de las poblaciones de ballenas depende del alcance del cambio climático (así como de factores como la incidencia de las colisiones entre ballenas y barcos). Considerando dos escenarios, calculamos cuál sería la biomasa de cadáveres de ballena en el fondo marino en 2100. En el peor escenario propuesto por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (en el que el calentamiento global oscila entre 3,3 °C y 5,4 °C para 2100), el secuestro alcanzaría las 170.000 toneladas anuales. Sin cambio climático, las poblaciones de ballenas recuperadas podrían secuestrar casi el doble de carbono.
Las ballenas no van a salvar el clima -las emisiones mundiales de carbono alcanzaron las 10 gigatoneladas (10 × 109 toneladas) en 2021 , pero en su trabajo muestra cómo las actividades humanas están afectando al sumidero de carbono que el planeta absorbe, pero su trabajo muestra cómo las actividades humanas están afectando al sumidero de carbono que proporcionan estos animales, y podrían detener su recuperación.

Su investigación se centra ahora en el krill. ¿Por qué?
Sí, he descendido en la cadena alimentaria. Mi investigación se centra en evaluar la biomasa del krill antártico (Euphausia superba), pequeños crustáceos esenciales para la red trófica antártica y, en especial, para la dieta de las ballenas.

Al estudiar el secuestro de carbono mediado por especies explotadas como las ballenas y el krill, el equipo con el que trabaja pone de relieve los vínculos entre la biodiversidad, las actividades humanas y el clima. La captura de krill a escala industrial, a menudo para alimento de mascotas o suplementos acuícolas, repercute en toda la cadena alimentaria marina, así como en los ciclos biogeoquímicos.

En términos más generales, esta práctica plantea cuestiones sobre el uso del krill como recurso: ¿merecen la pena los beneficios por los daños medioambientales y climáticos? Todos deberíamos considerar nuestras actividades teniendo en cuenta estas cuestiones.

El Ministro de Investigación francés tiene un plan para sacudir la ciencia

La conferencia fue también una oportunidad para conocer mejor las políticas internacionales de conservación de la biodiversidad, para ver los mecanismos subyacentes.
Lo que más me llamó la atención fue la complejidad de las negociaciones -asistieron grupos de todo tipo, incluidos Estados y observadores, como entidades sin ánimo de lucro, empresas, pueblos indígenas- y el carácter técnico de los debates. Aparte de las negociaciones principales entre los representantes de los Estados, hay muchos intereses representados en las sesiones de trabajo en red y en los grupos de presión durante los actos paralelos.

En la GYBN conseguimos algunas victorias, como la Meta 22 del nuevo Marco Global de Biodiversidad, que garantiza la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la toma de decisiones sobre políticas de conservación de la biodiversidad.

¿Ha visto alguna vez una ballena?
Por desgracia, no. Mi trabajo es delante de un ordenador, haciendo modelos para ver cómo evoluciona la dinámica de secuestro de carbono bajo el calentamiento global y en respuesta a la pesca comercial.Este trabajo requiere mucha colaboración científica, para acceder a modelos de cambio oceánico y dinámica de poblaciones. Colaboro mucho, pero no hago trabajo de campo.

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