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viernes, noviembre 22, 2024
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No hay ningún estudio de las repercusiones del cambio climático en las pesquerías

No hay ningún estudio de las repercusiones del cambio climático en las pesquerías. El cambio climático está produciendo el desplazamiento de muchas pesquerías, admitió el secretario general de Pesca, Alberto López-Asenjo, que reconoció que esos movimientos, la «tropicalización de las especies», en términos de Pinnegar, van a «exigir también adaptar incluso nuestros sistemas de división de la pesca extractiva». Un dato importante es la pérdida del 16 % de la producción primaria del Cantábrico que sevaticinan para dentro de medio siglo los estudios citados en su ponencia por Guillem Chust, investigador de AZTI sobre cambio climático y ecosistemas marinos, es, a su juicio, una previsión «que se hace en base a escenarios y proyecciones» sobre los que planea un alto grado de incertidumbre.

Menos dudas hay sobre otras constataciones, como que la caballa desova 15 kilómetros más al norte, que el bonito del norte está desplazándose hacia el polo y la migración ya se ha adelantado casi dos semanas, que las larvas de anguila ya no llegan en la cantidad que hace años a los ríos europeos… Se libra la anchoa, que abunda, ha expandido su área y hasta sus puestas son de mayor densidad. Pero «aunque la flota española es una de las más importantes de Europa, no hay ningún estudio público sobre la forma en que el cambio climático impactará en ella», criticó Guillem Chust.

No fue el único reproche que se escuchó en la sede de Afundación en Vigo. La de la lentitud con la que se está haciendo frente al fenómeno fue una crítica recurrente. «Los cambios no esperan», espoleó Darío Alvites, director del Comité de Consumo Humano de la Sociedad Nacional de Industrias de Perú, que reprendió a los poderes públicos por no asumir un papel más activo que el de «esperar a que las instancias superiores» muevan ficha y a «consensos multilaterales». La rápida evolución de los acontecimientos requiere más agilidad, respuestas rápidas, incluso por adelantado y, sobre todo, «nuevas normas para redistribuir los derechos de acceso», un marco más flexible, planteó. Poul Dengbol, experto en gestión pesquera y desarrollo de la comunidad costera de la Universidad de Aalborg (Dinamarca).

Por su parte Ernesto Penas habló del cóctel explosivo que las choke species (especies de estrangulamiento, esas que amenazan con paralizar la pesquería por la escasa cuota de la que se dispone), la inminente entrada en vigor de la prohibición de los descartes, el desplazamiento de las especies y la rigidez de la estabilidad relativa, conforman. Y eso sin contar con los cambios en los derechos de pesca que se derivarán del brexit. «Va a estallar», dijo el asesor principal de la política pesquera común de la DG Mare, que insistió, eso sí, en que no está sobre la mesa modificar esa clave de reparto que se fijó hace 30 años y que ahora debe conjugarse con un mapa de capturas que nada tiene que ver con el que había hace tres décadas. «Hay un desajuste mayor entre el sistema de gestión y la realidad de la industria pesquera» que se tendrá que poner sobre la mesa.

Y aunque, de momento, la Comisión se hace la sueca, en algún momento habrá que estudiar cómo adaptar ese marco. «No se puede gestionar un mundo cambiante con un instrumento que lleva fijo 30 años».
Penas puso también el acento en que ha habido una recuperación de los stocks. No en el Mediterráneo, que está fatal, pero sí en la banda del Atlántico. Pero ocurre que, a la par que ha ido aumentando la biomasa, se ha producido un retroceso en las capturas. Así, según dijo, en el 2014 se pescó el 82 % del total admisible de capturas (TAC), pero un año después ese gasto bajó al 77 % y el año pasado solo se aprovecharon el 73 % de los recursos disponibles. «¿Eso es un buen resultado?». Pregunta retórica huelga decir.

Oportunidades
Ahora bien, no todo es malo en el cambio climático. También se ven oportunidades. Es más, hay quien, dejando aparte las situaciones locales, apunta que solo situándose en el peor de los escenarios aparece una caída del 30 % en las capturas globales. Y eso a pesar de que casi el 50 % de las especies dejarán su zona actual para moverse a otras. Lo dijo Steve Gaimes, profesor decano de Gestión Pesquera y Ciencia Medioambiental de la Universidad de Santa Bárbara, en EE.UU., que se colocó en los escenarios de no hacer nada ante la nueva situación o el de adaptarse y aplicar una gestión flexible. Por ello, hay margen más que suficiente para adaptar las políticas de gestión para afrontar el cambio climático. Galicia aporta su grano de arena con una estrategia y abriendo a socios su proyecto Climefish

Bueno para los cefalópodos, regular para los atunes y malo para el mejillón. Son algunas de las pinceladas del futuro pesquero que deja intuir el cambio climático, sobre el que hay más corazonadas que certezas. En la constatación y búsqueda de afirmaciones categóricas, Galicia también está aportando su importante. Así lo dijo la conselleira de Pesca, Rosa Quintana, en la inauguración del Congreso. Un aporte que viene, por un lado, de esa Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050. Pero su gran apuesta es el proyecto europeo Climefish, en el que participa el Cetmar (Centro Tecnolóxico do Mar), que trata de buscar en esa bola de cristal en la que todavía consultan todos «como va a afectar o cambio climático en los próximos 50 años de producción de alimentos procedentes de pesca y de acuicultura». En este programa, el Cetmar lidera «las acciones de interacción a través de una plataforma que facilita a participación de diferentes agentes vinculados con el mundo del mar». Asimismo, la Xunta trata de apuntalar la investigación como el elemento clave y diferenciador que permita que Galicia mantenga su elevada posición en el campo marítimo pesquera. Porque, desde luego, la comunidad gallega no figura entre los escépticos del cambio climático, aunque está convencida de que traerá oportunidades «si se fan as cousas con cabeza e corazón». Fuente LA VOZ DE GALICIA

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