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viernes, diciembre 27, 2024
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AETINAPE mantiene que «llorar a los muertos del Pitanxo es necesario, pero no suficiente»

AETINAPE muestra su «pesar por lo sucedido y llorar constituye un gesto de humanidad, pero se debe buscar soluciones para que no vuelva a suceder».

La celebración del funeral por los muertos del Villa de Pitanxo supone un recuerdo simbólico al máximo nivel para honrar la vida de los tripulantes que perecieron, y por tanto resulta muy necesario. «Pero esta liturgia no debe hacer olvidar otro tanto o más necesario homenaje a las víctimas: las reformas normativas que deben llevarse a cabo para tratar de minimizar los riesgos en el mar», señala AETINAPE.

Para los titulados, «el necesario y sincero gesto colectivo de celebrar un funeral tiene el riesgo de convertirse en un arma propagandística de los gobiernos, algo que ocurre si no va acompañado de acciones derivadas de las lecciones aprendidas en el terrible suceso. Por muy lenta que sea la burocracia, las autoridades ya están tardando en iniciar fórmulas, tanto de presión como de ejecución, en torno a mejorar las normativas de prevención de la seguridad marítima y del trabajo a bordoW.

Además de las medidas más directas que AETINAPE ya reclamó en su día, «habrá que tomar nota de cuantas circunstancias rodearon al caso, cuestión que debe abordar la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos, organismo del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana», según AETINAPE.

Tal como hicieron público en su momento, «las autoridades deberían acometer importantes modificaciones, como las condiciones a partir de las cuales un buque tiene obligatoriamente que dejar de faenar y quedarse a la capa, a la hora de establecer los límites del riesgo extremo, una medida que algunos países nórdicos ya han adoptado».

La obligación de incorporar rampas de guillotina a los buques, como ocurre por ejemplo en Francia y otros países de la Unión, lograría también condiciones de mayor seguridad.

Así mismo, para AETINAPE, «los barcos, especialmente los que faenan en zonas altamente peligrosas, deberían navegar con equipamientos tecnológicos punteros, como por ejemplo botes de rescate insumergibles. Además, deberían homologarse trajes de supervivencia que permitan  realizar la faena de cubierta con normalidad y que sea intrínsecamente aislante, insumergible y dotado de radiobaliza personal de localización, tal y como ocurre con los chalecos salvavidas. Este tipo de indumentaria permite que en caso de caer al mar, la temperatura de su cuerpo no descienda más de dos grados centígrados tras seis horas en el agua, y permite trabajar a bordo con operatividad».

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