Una Organización de Productores creará en la lonja de A Coruña una vendeduría especializada en cerco. La Asociación de Armadores Cerqueros de Galicia (Acerga), con su conversación en organización de productores pesqueros (OPP) quiere dar el salto a la comercialización, según La Voz de Galicia. Así es que la agrupación y sus asociados han decidido crear una vendeduría en la lonja de A Coruña, una casa subastadora a mayores de la treintena que ya operan en el Muro y que tendrá como cometido comercializar las en torno a 60.000 toneladas que capturan anualmente las 92 embarcaciones que pertenecen a la asociación y que realizan gestión conjunta de las cuotas que tienen asignadas. García explica que las ventas que realizan los cerqueros adscritos generan en torno a 14 millones de euros de facturación, reportados principalmente por el jurel, pero también por caballa, cabalón, bocarte, sardina y boga.
Al especializar la vendeduría en las especies objetivo del cerco, Acerga está convencida de que las cotizaciones mejorarán, puesto que se concentrarán las ventas. Por lo pronto, ya han anunciado que rebajarán la comisión que se aplica a los usuarios, que dejarán en un 4 %. Además, hace ver García, «o que se recaude por ese concepto redundará en beneficio da asociación». El portavoz de Acerga es consciente de que la irrupción de una casa subastadora especializada de la mercancía que antes se encargaban de comercializar media docena de vendedurías distintas no ha sentado muy bien, «las cosas son como son», sobre todo por esa rebaja anunciada en la tasa que se cobrará a los usuarios. Ahora bien, desde Acerga apuntan que «ahora somos una OPP y tenemos a obligación de medrar y desenvolvernos para hacer lo mejor posible para los socios», remacha Andrés García.
La vendeduría del cerco actuará de forma conservadora. Nada de acuerdos comerciales directos con empresas o compradores. Optan por el sistema de toda la vida: «El pescado se va a comercializar mediante a subasta a la baja», apunta García
Marrajo
La flota de palangre de superficie trata por todos los medios de frenar la ofensiva con la que varias organizaciones ecologistas, con México como país instrumental, pretenden incluir al marraxo sardinero (Isurus oxyrinchus) que Galicia pesca con pez espada, quenlla y algún que otro túnido, entre las especies amenazadas, un escalón en el que coincidiría con el lince ibérico si es que, ahora que ya existen 600 ejemplares, se retira del catálogo de en peligro de extinción. La propuesta que México ha elevado a la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) es incluir la especie pesquera en el apéndice II, donde figuran las que no están necesariamente amenazadas de desaparición pero que podrían llegar a estarlo si no se controla estrictamente su comercio. Estas transacciones, aunque no se prohíben, sí podrían quedar supeditadas a la concesión de un permiso de exportación o un certificado de reexportación… En definitiva, papeleo y burocracia que dificultan, cuando no desalientan, el comercio. Una complicación que, a juicio de los profesionales españoles, no tiene razón de ser. Porque aseguran que el stock no está en estado tan crítico. O por lo menos existen serias dudas de ello. Desde luego, no se encuentra, ni de lejos, en la situación biológica del tiburón ballena o el martillo, que sí están listados en el apéndice II. Ni tan siquiera está en el caso de su primo cercano el mako o marraxo carite (Isurus paucus), menos abundante, y del que es difícil diferenciarlo incluso para un observador experimentado, explica Jaime Mejuto, investigador del equipo de túnidos y afines del Oceanográfico de A Coruña.
Mejuto sostiene que en la última evaluación del stock, del 2017, una variación en los modelos empleados, deficiencias en los datos de alguna flota importante y un cambio en las series temporales, contradijeron unos informes elaborados por los científicos españoles en base al análisis del rendimiento de 800 millones de anzuelos en 26 años y que arrojaban una tendencia estable del marraxo dientuso. Por eso considera un despropósito ese resultado que llevó a congelar el volumen de capturas y a establecer medidas férreas de control y que ahora sirve de excusa a las organizaciones ecologistas para azuzar a México a apostar por introducirlo entre las especies amenazadas y poner trabas a su comercio. Más de las que, por otra parte, ya tiene, pues no hay que olvidar las complicaciones que los palangreros de superficie ya encuentran actualmente para transportar las aletas de tiburón, después de que varias compañías navieras se sumaran al llamamiento de los conservacionistas que, desde Hong Kong -consumidora masiva de este producto-, lanzaron un boicot para impedir el traslado por vía marítima de un producto del que España es uno de los principales exportadores (20 millones de euros anuales).