Un reciente estudio realizado por la Universidad Simon Fraser (SFU) en colaboración con el Ministerio de Pesca y Océanos de Canadá (DFO) ha revelado que los salmones juveniles de la Columbia Británica están experimentando un notable cambio en su tamaño, en respuesta al cambio climático de los últimos 100 años.
Utilizando herramientas genéticas avanzadas, los investigadores analizaron las escamas de salmón recogidas en pesquerías desde 1913, lo que les permitió rastrear los patrones históricos de crecimiento de los juveniles de salmón rojo en varios lagos de la cuenca del Skeena. La valiosa información obtenida de estas escamas centenarias ofreció una visión detallada de cómo se están adaptando las poblaciones de salmón al cambio climático, especialmente en la parte septentrional.
El resultado más significativo del estudio, publicado en Global Change Biology, es que el crecimiento de los salmones juveniles en agua dulce ha cambiado drásticamente en los últimos años, aumentando un 35% en comparación con hace un siglo. Este fenómeno no afecta por igual a todas las poblaciones, y los salmones de lagos más profundos muestran un crecimiento aún más acelerado que sus homólogos de lagos poco profundos.
Según Michael Price, investigador de la SFU, determinados hábitats lacustres desempeñan un papel crucial a la hora de mitigar los efectos de las altas temperaturas estivales, permitiendo un mayor crecimiento de estos importantes peces.
El salmón, conocido por ser un pez de agua fría, es especialmente sensible a las temperaturas más altas. Price explica que, aunque las temperaturas más cálidas en los lagos pueden estimular el metabolismo del salmón, aumentando su capacidad para capturar presas y la producción de alimentos, esto sólo ocurre hasta cierto punto. Cuando las temperaturas del agua superan el «nicho térmico» ideal del salmón, éste puede experimentar estrés y dificultades para prosperar.
El hecho intrigante que se desprende de la investigación es que, aunque la temperatura general del aire es similar en toda la zona, los lagos más profundos se calientan más lentamente que los poco profundos. Este hecho es de vital importancia, ya que cuando la superficie de un lago se calienta excesivamente para el salmón, las aguas más profundas actúan como un refugio más fresco, proporcionando a los juveniles un entorno más adecuado.
En consecuencia, los lagos vivero relativamente profundos, que antes se consideraban malos productores de salmón, parecen estar ganando importancia. El florecimiento de peces en estos hábitats indica una respuesta positiva e inmediata al cambio climático previsto.
Price subraya que es fundamental mantener la integridad de una gama diversa de hábitats de agua dulce. Esta diversidad puede apoyar una serie de respuestas climáticas en especies de peces cruciales, ayudando a garantizar la resistencia de las cuencas salmoneras ante los inminentes cambios medioambientales.