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sábado, octubre 12, 2024
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Un estudio de la UPV/EHU recoge que el agua de la costa vasca aumenta 0,23 grados por década, frente a los 0,15 de la media mundial

El cambio climático es ya un hecho. Y si no que se lo pregunten a las diferentes especies que habitan el mar de la costa vasca. La temperatura del planeta aumenta «a gran velocidad», lo que tiene un efecto directo en los océanos, aunque «hay sitios en los que es más notorio el calentamiento del mar que en otros». Euskadi, es uno de ellos. La temperatura del agua del litoral vasco aumenta 0,23 grados por década, frente a los 0,15 a nivel mundial, según un estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

El 90% del exceso de calor generado en los últimos años ha sido absorbido por el mar, lo que explica el incremento «de forma notoria» de la temperatura superficial de los océanos. Entre los principales afectados por este calentamiento se encuentran los «organismos inmóviles y sensibles a la temperatura» que habitante estas aguas y que son «especialmente vulnerables» a estos cambios. El grupo de investigación Bentos Marino de la UPV/EHU se refiere así a las comunidades de macroalgas. Los expertos que forman este grupo de trabajo han analizado el impacto del aumento de la temperatura superficial del mar en estas comunidades en las últimas cuatro décadas.

¿Las principales conclusiones? «Cada vez son más escasas las especies estructurantes de afinidad fría, mientras que han proliferado especies pequeñas de afinidad cálida», según concluyen tras investigar puntos a diferentes profundidades de una zona costera vizcaína. Tras este trabajo de campo junto al centro de investigación avanzada de Blanes que se ha llevado posteriormente al papel, los expertos advierten de que «algunas funciones ecológicas están en peligro».

«Transformaciones»

La estructura de las comunidades de macroalgas ha sufrido «profundas transformaciones» en los últimos cuarenta años debido al calentamiento global. «Las especies que más han disminuido, como Gelidium corneum, son estructurantes, es decir, crean entornos tridimensionales que sirven de refugio para una gran variedad de organismos», se lee en el documento. Además, proporcionan hábitats adecuados para otras algas, peces o invertebrados donde, entre otras cosas, pueden encontrar alimentos y protegerse de depredadores.

«No hemos detectado otras especies que sustituyan estas importantes funciones ecológicas a medida que se van reduciendo las especies estructurantes, lo cual supone una degradación de las comunidades», explica la bióloga Olatz Arriaga. Las especies de afinidad cálida que han proliferado son más pequeñas y morfológicamente más simples.

La investigación también ha demostrado que «las comunidades de macroalgas responden con rapidez a los cambios de temperatura del mar».Eso se ha deducido observando los datos de la última década. De hecho, el incremento de la temperatura no ha sido homogéneo en los cuarenta años analizados. Si bien la tendencia general ha sido al alza, en el último tramo investigado, que va del año 2014 al 2020, se registraron unas temperaturas «más tibias». Eso ha permitido a los investigadores «estudiar cómo es la respuesta a corto plazo de las comunidades de macroalgas», dice Arriaga. Y han observado que «en esos seis años se ha recuperado en parte la presencia que habían perdido las especies estructurantes a grandes profundidades, mientras que han disminuido algunas especies de afinidad cálida».

Aunque la resiliencia mostrada por las macroalgas suscita «cierta esperanza», el equipo de Bentos Marino subraya que «no parece que el control de la temperatura del mar vaya a llegar de forma inmediata». Y, siendo la temperatura la principal causa de las transformaciones, no ven el futuro fácil.

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