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jueves, noviembre 14, 2024
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Treinta y nueve atunes marcados en la primera jornada del Scientific Angler Tagging Tour en l’Ametlla de Mar



La primera jornada de la misión del Scientific Angler Tagging Tour que tiene ugar en l’Ametlla de Mar(Tarragona) se saldó con gran éxito, dado que se pudieron marcar treinta y nueve atunes a cargo de los científicos de IFREMER, superando las veintiuna del año pasado. Esta cifra supone un récord absoluto a día de hoy, después de las tres jornadas de marcaje del año pasado y las dos de este año en Barcelona, con tres marcajes y Santa Pola, con diez. En total, pues, este 2024, se habrán marcado 52 atunes de diferente peso y medida.


El Scientific Angler Tagging Tour es una de las iniciativas de ciencia ciudadana más relevantes en el Mediterráneo. Científicos del Instituto Francés de Investigación Marina (IFREMER) y pescadores recreativos de diferentes zonas de España (Cataluña, Islas Baleares, Andalucía o País Vasco), se han unido en esta campaña para el marcaje electrónico y el análisis genético de los atunes, una especie clave en los ecosistemas marinos.


Estas actividades proporcionan a los científicos datos fundamentales sobre los patrones migratorios y la distribución de los atunes, cruciales para su conservación y gestión sostenible.


Tristan Rouyer, científico jefe de la campaña destaca que, “para nosotros ha sido una agradable sorpresa, puesto que nunca habíamos podido marcar tantos atunes, tenemos todas las tallas y esto es muy interesante”. Rouyer descubre que, “estamos constatando que los atunes escogen un lugar de alimentación al que vuelven cada año y esta es una novedad que desconocíamos. Sabíamos que venían a reproducirse al Mediterráneo, pero no
sabíamos que escogían el mismo lugar para alimentarse cada año. Y también, algunos grupos de atún se quedan todo el año en el Mediterráneo en lugar de salir al Atlántico como nos pensábamos hasta ahora. El año que viene intentaremos marcar atunes en el estrecho de Gibraltar para constatar todas estas indagaciones”.


De todos modos, Rouyer es prudente en la hora avanzar más novedades, a pesar de que cuando puedan contar con los datos de las marcas de este año, “podríamos tener pruebas por primera vez que un atún de más de dos metros no migra al Atlántico y se pasa toda una campaña entera en el Mediterráneo, puesto que por varios factores como el cambio climático, están cambiando los comportamientos y viven en grandes grupos familiares”.
Los pescadores recreativos capturan los atunes bajo estrictos protocolos de bienestar animal, colaborando con los científicos en el proceso de marcaje y toma de muestras antes de liberar cada ejemplar. Este enfoque garantiza tanto la captura responsable como el retorno seguro en el mar de los individuos.


Frederic Valls, organizador del acontecimiento explicaba que, “es un trabajo conjunto entre el pescador recreativo y el científico. El pescador sube el pescado lo más vivo posible a bordo, y el científico toma las medidas, implanta la marca y saca la muestra de genética con el objetivo de adquirir nuevas informaciones para llenar vacíos de conocimiento de los científicos. El protocolo garantiza la supervivencia del atún, que el atún se marque y llegue al mar en las mejores condiciones a partir de la aplicación de unos protocolos de máximo respeto y máxima velocidad. Un pez de dos metros, desde que sube a bordo hasta que vuelve al agua tarda menos de dos minutos, con asistencia de agua salada en las branquias y procesos antiestrés”.


En cuanto a los objetivos de esta misión, Frederic Valls concreta que, “en esta última misión del año en l’Ametlla de Mar, el objetivo era obtener marcas de atunes de más de dos metros que no han salido al Atlántico y tratar de conocer cuál es la razón. Pero también atunes de primera madurez más pequeños para ver si marchan al Atlántico o se quedan en alguna zona del Mediterráneo para alimentarse”.


Valls dejaba constancia del interés que tienen en “que la sociedad sepa que hay pescadores que están colaborando con la ciencia y que la pesca recreativa tiene un espacio en esta sociedad, puesto que hay muchos prejuicios con la pesca recreativa”.


En el mismo sentido se manifestó durante el acto de inauguración, Toni España, director general de Política Marítima y Pesca Sostenible de la Generalitat. Según España, “me ha sorprendido que haya tanta gente que desde el mundo ciudadano esté dispuesta a poner su tiempo y sus recursos al servicio de la ciencia ciudadana. Son gente que tiene mucha experiencia con el mundo del mar, que tiene embarcación propia y que tiene la ilusión decolaborar en la investigación alrededor del atún. Es un planteamiento que va más allá de la pesca, implicando organismos y entidades de pesca responsable de otros lugares del estado y añade un paso más a la pesca recreativa tradicional. Se preocupan de la mejora del recurso y el conocimiento de la especie. Es muy loable que dediquen su tiempo al beneficio del conjunto de la sociedad y en primer término, de la flota pesquera del Mediterráneo”.

Marcas electrónicas
Según España, “estos estudios acaban revirtiendo en instituciones que aportan información al ICAAT, el órgano de gestión internacional del atún rojo a través de su comité científico y que pueden influir en el reparto de las futuras cuotas de captura”.
El sistema de recogida de información es el siguiente. Después de un año de haber puesto las marcas electrónicas se desprenden del atún acumulando toda la información como por ejemplo el recorrido que ha hecho el atún o la profundidad a la cual ha llegado. De aquí a un mes se liberarán las marcas realizadas el año pasado en l’Ametlla de Mar y los científicos ya están evaluando los datos obtenidos con las marcas instaladas el año pasado en Barcelona y Santa Pola recuperadas en cualquier lugar del Mediterráneo a través de una referencia que permite a los que encuentran la marca, localizar a los científicos. Unas marcas envían los datos a través del satélite Argos y las otras son acumulativas de paquetes de datos informativos.
Esta colaboración entre IFREMER y la comunidad de pescadores recreativos destaca como la ciencia ciudadana sirve como puente entre la investigación y la sociedad, convirtiendo los pescadores en embajadores de la sostenibilidad y la protección de los ecosistemas marinos.

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