La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) obtendrá conclusiones de las circunstancias que intervinieron en el naufragio del Villa de Pitanxo que servirán si es posible «extraer lecciones si es posible «modificar, variar o implementar en los protocolos de seguridad las cuestiones que haga falta». Para Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), si se consigue extraer conclusión o recomendación alguna para evitar que pesqueros dotados de la última tecnología y en óptimas condiciones acaben en el fondo del mar, «bienvenidas sean». Pero eso será dentro de un tiempo, cuando la Ciaim termine sus trabajos.
El accidente del arrastrero de Pesquerías Nores a 250 millas de Terranova ya ha puesto de relieve que es necesario disponer de un protocolo de búsqueda y medios propios disponibles para naufragios como el del Villa de Pitanxo, ocurridos en alta mar, fuera de aguas jurisdiccionales de un país, a mucha distancia de la costa y con muchos tripulantes involucrados. «Salvamento Marítimo ya debería tener un protocolo para actuar en caso de naufragios de pesqueros de altura y gran altura; tener una serie de automatismos establecidos que se pongan en marcha en cuanto se da una situación de peligro», apunta Touza.
El representante de los armadores subraya que es preciso dotarse de «una capacidad de respuesta inmediata», medios que en el más corto plazo de tiempo posible puedan alcanzar el punto del naufragio; en definitiva, estar preparados «para que, si se produce algún siniestro, ya haya una hoja de ruta establecida», y no ocurra como en el caso del Villa de Pitanxo, en el que se ha ido improvisando «sobre la marcha». Ahí está que se está sondeando en empresas privadas la posibilidad de contar con equipos de localización del pecio y sistemas para poder evaluar la situación del barco y las alternativas para acceder al mismo en busca de los desaparecidos, alguno de los cuales, dada la rapidez con que se produjo el naufragio, lo más probable es que estén en el interior del pesquero.
«Ahora le ha tocado al Villa de Pitanxo, pero mañana puede ser otro» cualquiera de los 99 que tienen su base en Galicia y que faenan en aguas internacionales. Y ocurrir «en una zona más distante o de más complejo acceso», por lo que no estaría de más diseñar ese protocolo cuanto antes, apunta Touza.
El presidente de Arvi alude incluso a la posibilidad de dar una respuesta combinada entre los distintos países de Europa. Enviar medios desde el punto que esté más cerca al siniestro, sin que tengan que zarpar de Galicia.
Touza confesó que está expectante sobre el análisis que pueda hacer la Ciaim, porque todavía no se explica por qué circunstancias un barco «que estaba en condiciones óptimas, del 2004, dotado con equipos de última generación en comunicaciones, con elementos de seguridad inmejorables, con tripulación experimentada…» acaba en el fondo del mar. A ver si las pesquisas consiguen arrojar luz «o hay que quedarse con que es un riesgo inherente a nuestra actividad».
Un único órgano técnico se encargará de investigar los accidentes en los distintos modos de transporte. El Consejo de Ministros examinó ayer el anteproyecto de ley redactado para poner en marcha la Autoridad Administrativa Independiente, que asumirá las funciones que actualmente se reparten las tres comisiones existentes, creadas para analizar los siniestros que se producen en el transporte marítimo, en el ferroviario y en la aviación civil. Es decir, asumirá el trabajo de la actual Ciaim (Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos), que en el plazo de un año debería tener el informe sobre el Villa de Pitanxo, determinando las posibles causas del naufragio y emitiendo recomendaciones para evitar que se repitan siniestros similares en el futuro.