El centro tecnológico AZTI ha participado en el desarrollo de un nuevo método genético que permite garantizar la procedencia de los mejillones. El estudio tiene el objetivo de luchar contra el fraude y concienciar a los consumidores sobre la importancia del etiquetado y la trazabilidad de los productos pesqueros. Las técnicas desarrolladas se han llevado a cabo en el marco del proyecto europeo SEATRACES, financiado por el programa INTERREG de la Unión Europea y coordinado por el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo.
Las pruebas de PCR (reacción en cadena de la polimerasa, por sus siglas en inglés) son una fórmula muy eficaz para el diagnóstico de enfermedades infecciosas y se basan en la detección de material genético de los patógenos que causan las dolencias. Esta modalidad de tests ha pasado a formar parte de nuestra cotidianidad debido a su relevancia en la detección de la Covid-19, pero su utilidad trasciende el ámbito sanitario.
El centro tecnológico AZTI, con una amplia experiencia en la investigación genética de las especies marinas, ha participado en el desarrollo de un nuevo método genético, basado en las técnicas de PCR, para asegurar la procedencia geográfica y la trazabilidad de los mejillones de acuicultura cultivados en la zona del Atlántico peninsular.
“Los enfoques genéticos pueden ser de gran ayuda para rastrear la procedencia de los productos del mar como el mejillón, una de las especies más cultivadas en la Unión Europea, y poder asegurar su trazabilidad para evitar el fraude comercial, proteger este recurso marino y garantizar la seguridad del consumidor final”, explica la investigadora predoctoral de AZTI a cargo de la investigación, Ane del Río.
Para diseñar esta nueva metodología, el personal investigador identificó primero miles de marcadores genéticos y posteriormente evaluó su utilidad para la caracterización geográfica de muestras de mejillón recogidas de áreas de cultivo del Atlántico, el Mediterráneo y del Pacífico Sudeste.
Mejillón del Mediterráneo
Los expertos y expertas se centraron en la especie de mejillón mediterráneo (Mytilus galloprovincialis), que es el que se cultiva de forma mayoritaria en las zonas incluidas en el estudio.
“Los resultados mostraron una clara diferenciación entre las poblaciones de mejillón mediterráneo cultivadas en el Atlántico y las cultivadas en el Mediterráneo, y también se observaron diferencias significativas entre los individuos procedentes del Mediterráneo y del Pacífico Sudoriental”, añade del Río.
Gracias a estos hallazgos, se ha desarrollado una metodología de asignación geográfica precisa y rentable para la identificación de mejillones comercializados en la zona atlántica de Europa y así asegurar la trazabilidad de los productos del mar y la seguridad alimentaria.
El desarrollo de la herramienta de control ha contado con el apoyo de la beca predoctoral del Gobierno Vasco concedida a Ane del Rio y se ha llevado a cabo en el marco del proyecto europeo SEATRACES, una iniciativa que busca luchar contra el fraude comercial y concienciar tanto a los sectores de producción, transformación y comercialización de productos pesqueros como a los propios consumidores sobre la relevancia del etiquetado y la trazabilidad.
Financiado por el programa INTERREG de la Unión Europea y coordinado por el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, el proyecto SEATRACES, que concluirá en 2022, tiene el objetivo de proteger y valorizar la pesca y la acuicultura de la zona atlántica.