Esta variante, que difiere de la pesca olímpica, está resultando un éxito y supondría la mejora económica y social de los arrantzales
Viernes, 2 diciembre 2022, 12:05
¿Cuál es la mejor fórmula para garantizar la optimización de las especies capturadas? ¿En qué formato el arrantzale puede encontrar unas mejores condiciones de vida? Son preguntas cuyas respuestas tienen un significado primordial para el presente y el futuro del sector. Las cuotas suponen el eje sobre el que se organiza el trabajo de los arrantzales. Una cifra que permite conocer cuánto se puede pescar de cada especie. Pero la problemática que se está debatiendo estos meses no gira en torno a la cantidad de producto de pesca que se puede capturar, sino cómo debe ser esta.
Es importante contextualizar el origen de las cuotas y por qué cada especie tiene una diferente. Es un consejo científico internacional el que realiza un informe con una propuesta concreta sobre cuánto se debe pescar cada año de cada especie. Para ello se basan en el estado de la especie y si requiere un plan de recuperación o no.
Si bien este informe es importante, no es vinculante, y es el Consejo de Ministros de Pesca de la UE el que determina la cuota definitiva, atendiendo también a razones socioeconómicas, es decir, a la importancia que puedan tener algunas especies en el mantenimiento del sector pesquero en algunos puntos del continente, con el fin de equilibrar la evolución de la especie sin dañar el tejido industrial pesquero.
Llegados a este punto, la Unión Europea determina la cuota correspondiente a cada país (en cada especie es distinta) en función de los históricos de cada uno de los países miembro y de otros factores que se entienden relevantes.
Hasta este punto no existe debate alguno, sino un razonable consenso que viene dado por el apoyo de todos los agentes a la sostenibilidad del sector y a las directrices europeas.
Dos fórmulas antagónicas
La cuestión fundamental radica en cómo se reparte la cuota de cada país miembro, en este caso España. Existen dos fórmulas: por un lado, la pesca olímpica y, por otro, la cuota repartida. Si bien ambas tienen la posibilidad de pescar el mismo número de toneladas de cada especie, la metodología es antagónica. No se trata de pescar más, sino de pescar mejor.
La pesca olímpica se basa en una pesca conjunta a través de la cual se capturan los productos de pesca hasta que se cubra la cuota. No existe, por tanto, un reparto equilibrado entre las embarcaciones, sino que es la habilidad y rapidez de cada una de ellas la que le va a generar los ingresos. ¿Esto qué supone? Al no haber garantía de cuándo se va a completar la cuota, los barcos faenan para capturar la especie todos a la vez sin posibilidad de planificar y esperar a pescarla cuando esté más cerca de su puerto base y llegando a puerto con un producto de pesca que pierde valor al concentrarse en un periodo corto de tiempo una gran cantidad del mismo. Esta fórmula es la que tradicionalmente se ha estado utilizando para especies como la antxoa o el bonito y la que se está intentando modificar, especialmente para estas dos especies que tanto arraigo tienen en nuestra flota.
Para la antxoa, la mayoría de la flota está a favor del cambio de estrategia y defiende la asignación de las posibilidades de pesca como método más eficaz para pescar mejor obteniendo mayor rentabilidad y menor esfuerzo
La alternativa, y la apuesta de Opegui de cara al futuro, es la cuota compartida, es decir, la asignación de las posibilidades de pesca para cada embarcación. Esto significa que cada barco conozca anualmente qué cantidad puede pescar de cada especie. Para ello, han de tenerse en cuenta los históricos de pesca de cada uno de ellos, a lo que habría que sumar otros factores que puedan ayudar a mostrar una fotografía ajustada y real. Sin duda, una fórmula que permitiría avanzar en una gestión óptima de la cuota. ¿Por qué? Porque no existiría la necesidad de salir a pescar de forma tan continuada, porque las embarcaciones podrían elegir cuándo es más rentable para cada una de ellas faenar y porque se podría garantizar una mayor calidad de vida de los arrantzales. Este es uno de los grandes retos de Opegui, que tiene en su ADN proteger a nuestros pescadores y colaborar en la rentabilización de los productos de pesca que llegan a nuestros puertos. Además, organizaciones como Opegui podrían gestionar las cuotas de sus asociados, equilibrando el reparto para que todas ellas pudieran optimizar su tiempo y sus recursos.
Los ejemplos de la mejora que supone esta estrategia ya son palpables. No hay más que ver la evolución del verdel y de la antxoa para comprobar que la fórmula de la asignación de las posibilidades de pesca es la más adecuada. El primero ha visto cómo se ha multiplicado su precio en los últimos años, todo lo contrario que el de la antxoa.
La Ley de Pesca
Hay que añadir que el debate está más presente que nunca, toda vez que en el Congreso de los Diputados se está debatiendo la nueva Ley de Pesca que podría estar aprobada para finales de año. La apuesta por la pesca olímpica o por la cuota repartida centra algunas de las conversaciones que están teniendo lugar en Madrid y en las que Opegui también está participando.
No hay que olvidar tampoco que alrededor del 70 % de la flota dedicada a la antxoa estaría dispuesta a apoyar el cambio a la asignación de las posibilidades de pesca cómo método de trabajo.