Los científicos del Instituto Noruego de Investigación Marina alertan que el stock reproductor de bacalao ha caído por debajo de los niveles precautorios. En contraste, recomiendan un notable aumento para la pesca del eglefino.
El bacalao del noreste ártico, una de las especies más emblemáticas y económicamente importantes del mar de Barents, enfrenta su momento más crítico en décadas. Según el Instituto Noruego de Investigación Marina (IMR, por sus siglas en inglés), la población reproductora de bacalao ha descendido por debajo de los niveles considerados como “precautorios”, lo que ha llevado a los científicos a recomendar una nueva y significativa reducción de la cuota pesquera para 2026.
El consejo científico plantea que no se deberían capturar más de 269.440 toneladas de bacalao del noreste ártico el próximo año. Esta cifra representa una reducción del 14 % con respecto a la recomendación para 2025 y un 21 % menos en comparación con la cuota finalmente establecida para ese año. De confirmarse esta cifra, estaríamos ante la cuota más baja desde 2002, y, si se sigue al pie de la letra la recomendación, sería la más baja desde 1991.
Una caída sostenida desde 2013
“La población reproductora del bacalao ha ido disminuyendo año tras año desde su pico histórico en 2013”, explicó Bjarte Bogstad, investigador del IMR. “Ahora creemos que hemos tocado fondo”.
Bogstad recordó que entre 2021 y 2024 tanto las cuotas recomendadas como las asignadas para esta especie se redujeron en un 20 % anual. En 2025, la bajada fue incluso más drástica. A pesar del panorama sombrío a corto plazo, el investigador ve una luz al final del túnel: “2025 y 2026 serán los años con los stocks reproductores más bajos, pero si se respeta el consejo de este año, se espera un ligero repunte de la cuota a partir de 2027”.
Mejores noticias para el eglefino
Mientras que el bacalao enfrenta un escenario restrictivo, el eglefino del noreste ártico ofrece una nota positiva. El IMR ha recomendado una cuota máxima de 153.293 toneladas para 2026, lo que representa un aumento del 43 % respecto a la recomendación de 2025 y un 18 % más que la cuota establecida para este año.
Este incremento se debe a que las generaciones de 2018, 2019 y 2020, consideradas débiles en número, ya han sido plenamente incorporadas a la pesquería. Por otro lado, los investigadores han detectado que las cohortes nacidas entre 2021 y 2024 presentan una abundancia ligeramente superior al promedio, lo que permite prever una tendencia ascendente para las capturas en los años posteriores a 2026.
Sin embargo, Bogstad advirtió sobre la importancia de una gestión prudente. “Es fundamental proteger a estas nuevas generaciones de eglefinos y evitar que se pesquen cuando aún son juveniles”, subrayó.
Desafíos para la sostenibilidad
Las recomendaciones del IMR, que tienen un peso determinante en las decisiones políticas de Noruega y Rusia sobre la gestión conjunta del mar de Barents, vuelven a poner en el centro del debate la necesidad de equilibrar la actividad pesquera con la conservación de las especies. El bacalao, que históricamente ha sostenido a numerosas comunidades pesqueras del Ártico y ha sido una piedra angular de la economía marina noruega, se enfrenta ahora a un reto sin precedentes.
La disminución prolongada del stock reproductor no sólo compromete la sostenibilidad del recurso, sino también la estabilidad económica del sector pesquero. Por ello, las autoridades deberán tomar decisiones difíciles, basadas en criterios científicos, para garantizar que esta especie pueda recuperarse y continuar siendo un recurso renovable a largo plazo.
El futuro de la pesquería del bacalao
La clave, insisten los investigadores, será el cumplimiento riguroso de las recomendaciones científicas. Solo así se podrá aspirar a una recuperación sostenible del bacalao ártico. En este sentido, el aumento previsto de las cuotas a partir de 2027 ofrece una esperanza de que los sacrificios realizados por el sector pesquero hoy den sus frutos en el mediano plazo.
Mientras tanto, los responsables políticos, armadores y pescadores tendrán que adaptarse a un escenario en el que la prudencia y la gestión basada en ciencia serán imprescindibles para garantizar la viabilidad futura de una de las pesquerías más importantes del hemisferio norte.
