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viernes, abril 26, 2024
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Las empresas diseñan tecnologías para atender el bomm de las energías marinas

Proyectos disruptores en el País Vasco o en Asturias demuestran el potencial español en un sector energético marino que aún debe superar barreras administrativas y polémicas regionales. En el País Vasco se presentó el proyecto Watereye, que ha finalizado con éxito, al cumplir los objetivos principales y crear un impacto significativo en el funcionamiento de los parques eólicos marinos y su mantenimiento. Su misión principal era reducir los costes de operación y mantenimiento de los aerogeneradores offshore, contribuyendo a mejorar el funcionamiento de los parques eólicos marinos mediante el seguimiento remoto de su salud estructural. 

El proyecto parte de la premisa de que uno de los mayores problemas de la energía eólica offshore viene dado por el difícil acceso a los aerogeneradores y por las complicadas condiciones ambientales del mar, que aumentan sustancialmente los costes de operación y mantenimiento frente a los parques instalados en tierra.

Gracias a una detección temprana, inteligente y precisa de la corrosión en las estructuras, se reducirán los costes de los seguros, el esfuerzo de inspección de la corrosión (relacionado con los costes de operación) así como de los costes de mantenimiento y se mejorará la disponibilidad integrando los datos de corrosión. 

Para ello, en el proyecto se ha propuesto un sistema novedoso de monitorización en tiempo real de la corrosión, que es un problema importante en este tipo de estructuras marinas.

La energía eólica y solar producida en el mar vive un momento clave en nuestro país. Sobre todo, la primera. Recientemente el Gobierno central ha aprobado la ordenación de usos del espacio marítimo y ha delimitado hasta 18 zonas con gran potencial para instalar parques eólicos.

La zona noratlántica -es decir, la que baña las comunidades autónomas del País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia- es la más beneficiada. Y pocas regiones como precisamente la gallega dibujan el escenario real.

Galicia se mueve entre dos aguas -nunca mejor dicho-: lo tentador que es ser la zona más beneficiada por esa ordenación para impulsar el sector de la energía eólica marino y lo necesario que considera preservar los ecosistemas ambientales. Las movilizaciones del sector pesquero son un hecho.

En una intervención reciente, el vicepresidente primero y consejero de Economía, Industria e Innovación de la Xunta de Galicia, Francisco Conde, dejó claro que la región «puede posicionarse en este contexto como un referente no sólo en términos de desarrollo tecnológico e industrial, sino también en términos de generación energética».

Pero, cómo no, enfatizó que «este objetivo no se puede lograr a cualquier precio, ya que por encima de todo está la preservación de los ecosistemas marinos y la defensa del sector pesquero».

De hecho, Galicia creó hace unos meses un observatorio de la eólica marina. Será un nuevo instrumento concebido como un punto de encuentro donde identificar oportunidades y analizar el impacto que supondría la instalación de parques eólicos marinos en las costas gallegas.

El objetivo es garantizar el desarrollo de esta tecnología renovable desde el respeto, el equilibrio y la compatibilidad con las actividades pesqueras y la preservación de su ecosistema.

Ese es el escenario con el que el Gobierno va a tener que lidiar en cada región -con mayor o menor intensidad, según su idiosincrasia y el potencial de desarrollo tecnológico de cada zona-. Pero a nadie se le escapa que toda la cornisa cantábrica va a ser clave en el futuro potencial español en relación con la energía eólica marina y es ahí donde hay que dirigir las miradas sobre los avances tecnológicos que se están haciendo.

Drones y sensores contra la corrosión

«El sistema que se ha desarrollado, está basado en ultrasonidos y busca monitorizar en continuo la estructura de acero desde el interior de la torre offshore, donde se despliegan unos nodos sensores que miden el espesor de la estructura y con ello su pérdida de grosor debido al fenómeno de la corrosión», explica Ainhoa Cortés, investigadora del CEIT, quien ha liderado el proyecto. 

La tecnología está compuesta por unos sensores fijos y un nodo sensor móvil basado en un dron. Esta solución móvil hace volar el dispositivo de detección de ultrasonidos a un punto determinado dentro de la torre del aerogenerador para realizar la medición.

El dron, que no puede utilizar GPS en el interior de la torre, se desplaza, según indican desde CEIT, «en base a la información que le proporciona una cámara de seguimiento combinado con otros sensores de posicionamiento hasta una serie de puntos críticos de la estructura», donde hace la medición del grosor automáticamente gracias a los sensores de ultrasonidos desarrollados por el centro tecnológico.  

Actualmente, el proyecto se sitúa en un nivel de madurez tecnológica de TRL5, es decir, en proceso de validación, y se espera que la tecnología desarrollada pueda ser utilizada en proyectos piloto durante los próximos meses y estar lista para su comercialización en 3 años.  

Este proyecto es una muestra de cómo el desarrollo tecnológico no para. No conviene olvidar, además, que las regiones españolas más beneficiadas por esta ordenación que ha hecho el Gobierno ya habían formalizado una alianza en favor de la constitución de hubs que promuevan este tipo de avances tecnológicos. Hablamos de Asturias, Galicia, Cantabria y Baleares.

Además del País Vasco, Canarias, Cataluña y Andalucía prevén también zonas de impacto favorable hacia la energía eólica marina.

Tecnología escalable en energía solar marina

¿Y qué hay de la solar? Aunque sea un sector -el solar marino- que puede que vaya por detrás del eólico marino en algunos aspectos, lo cierto es que nuestro país también está trabajando para el desarrollo de tecnología que favorezca el aumento de su impacto.

Un ejemplo lo encontramos en Asturias. Allí, la Universidad de Oviedo y la empresa asturiana RENEERGY han unido sus fuerzas para avanzar en el desarrollo de plantas flotantes de energía solar que se instalarán en el océano.

Los investigadores de la Escuela Politécnica de Mieres se desplazaron a principios de este mes a la Universidad de Oporto para comenzar a realizar ensayos a escala reducida del novedoso sistema solar flotante que han desarrollado de forma conjunta con la compañía avilesina del Grupo Asturmadi.

Universidad y empresa han querido dar, de este modo, un salto innovador en este sector apostando por la investigación y desarrollo de sistemas marinos, lo que permitiría, en el futuro, el despliegue de macroplantas solares en el océano con las lógicas restricciones de ocupación de superficie y conflictos con otros usos mínimos. 

En Galicia se ha creado un observatorio que haga compatibles los avances tecnológicos con las afecciones a sectores como el pesquero.

El proyecto PORTOS, financiado por Interreg Atlantic Area, permitió que RENEERGY tuviera ya en 2020 el apoyo del grupo de investigación de la universidad asturiana para verificar el concepto e iniciar las tareas de prueba de concepto.

En las últimas semanas, investigadores de la Universidad de Oviedo se ha trasladado a Oporto para realizar ensayos bajo condiciones marinas controladas en una piscina de más de 25 metros de longitud que permite estudiar todo tipo de obras marítimas y portuarias a escala reducida.

Mario López Gallego, profesor del departamento de Construcción e Ingeniería de Fabricación e investigador principal del proyecto, destaca que estos ensayos han permitido comprobar que la tecnología propuesta es capaz de resistir olas de hasta cinco metros de altura en escala real.

Gracias ayudas concedidas por el gobierno de Asturias, se podrá analizar el comportamiento de los paneles solares flotantes en túnel de viento y reproducir su comportamiento en entornos reales mediante técnicas de simulación por ordenador.

López Gallego explica que, si esta primera fase de investigación resulta exitosa, el siguiente paso será realizar una experiencia piloto en el mar. «De hecho, alguna autoridad portuaria española ya mostrado interés en acoger esta fase de demostración», señala el investigador. 

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