Los barcos extranjeros están evitando los puertos de Dinamarca debido al impacto del impuesto sobre el CO2. El nuevo impuesto al CO₂ aplicado a la pesca en Dinamarca ya está provocando efectos dominó en el sector, ya que los barcos extranjeros optan por desembarcar su pescado en otros lugares. Esta tendencia es especialmente evidente en Hanstholm, como informa Svend Boye Thomsen de Fiskeritidende.
En la subasta de pescado de Hanstholm, el subastador Jesper Kongsted ha recibido indicaciones tempranas de compañías navieras extranjeras de que Dinamarca podría dejar de ser un destino preferente si el impuesto al CO₂ sigue vigente.
“Los barcos alemanes ya nos han informado de que desembarcarán su pescado en casa. Los barcos suecos están considerando acciones similares. Una importante compañía naviera francesa que opera cinco barcos ha dicho que seguirá trayendo pescado a Hanstholm por ahora, pero planea reabastecerse en las Islas Shetland”, dijo Kongsted. “Si comienzan a hacerlo, es solo cuestión de tiempo antes de que les resulte más práctico desembarcar sus capturas en Escocia”.
La carga financiera del impuesto al CO₂ es sustancial. Para la empresa francesa con cinco barcos, el impuesto representa un gasto anual adicional que supera los 15 millones de coronas danesas.
“Cuando un barco atraca, prioriza la eficiencia para volver al mar rápidamente. Los costos adicionales como este impuesto son insostenibles para la industria. «Es una cuestión de economía simple: nadie aceptará voluntariamente una carga financiera así«, explicó Kongsted.
Expresó su preocupación por las implicaciones más amplias del impuesto, tanto para los buques daneses como para los extranjeros.
«Espero sinceramente que los responsables políticos comprendan la gravedad de esta situación. Necesitamos un modelo que sea justo y sostenible para todos los involucrados. De lo contrario, esta política podría tener consecuencias devastadoras«, advirtió.
El impuesto al CO₂, introducido a principios de año, tiene como objetivo reducir las emisiones, pero su impacto en la industria pesquera de Dinamarca pone de relieve el delicado equilibrio entre las políticas ambientales y las realidades económicas