La falta de financiación y liquidez, un problema recurrente para el sector de la alimentación, se ha agudizado en estos momentos marcados por la crisis sanitaria del Covid-19 hasta convertirse en uno de los principales escollos para el sector de la alimentación.
IRATXE BERNAL
«El sector de la alimentación está principalmente conformada por pymes que trabajan con márgenes relativamente bajos y presentan balances poco sólidos, por lo que ya tienen dificultad para acceder a créditos que, además, son más caros. Por otra parte, tienen peculiaridades propias vinculadas a una producción y consumo estacionales, por lo que necesitan constantemente contar con efectivo para realizar compras y proveerse de existencias», explicaba Adolfo Uriarte, director de Valor de AZTI en el un webinar sobre alternativas de liquidez organizado por este centro tecnológico el pasado día 7 de mayo.
El encuentro contó con la colaboración de Jesús Suárez y Patxi Lasaosa, consejero delegado y director de negocio internacional de Bankoa Crédit Agricole, respectivamente. Ambos coincidieron en que esa fragilidad financiera señalada por Uriarte junto a la fuerte dependencia del llamado canal horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) en un momento en el que el turismo ha desparecido y la demanda interna está condicionada por la crisis y las restricciones sanitarias sobre aforos colocan el sector alimentario entre los más castigados de un «cuadro macroeconómico inédito y durísimo».
Los expertos apuntaron que, a diferencia de los que pasó hace diez años cuando la cadena de impagos empeoró la crisis, en esta ocasión las administraciones han respondido con rapidez y han habilitado líneas de financiación. Tras un breve repaso a los programas de apoyo financiero y líneas de avales promovidos por los gobiernos (Elkargi, en el caso de los ejecutivos vasco y navarro; ICO y Cesde, desde el gobierno central), Suárez recordó que también el BCE apuesta por afrontar las consecuencias económicas de la pandemia dotando al mercado de liquidez de manera intensiva para apoyar a pymes y autónomos.
«Esta crisis ya nos ha obligado a dejar atrás axiomas como que un país no podía tener un déficit público por encima del 3% o que la deuda no tendría que sobrepasar el 100% ó 120% del PIB. Y, ante la perspectiva de tener que rescatar alguna aerolínea o quizá incuso algún banco, también son cuestionables otros como que los estados no deben entrar en el capital de las compañías privadas», subrayó. «Es normal que algunos gobiernos tengan que mantener públicamente ciertas posturas, pero todos saben que no es el momento de burocracia y que es necesario que los efectos no se extiendan al sistema financiero originando una nueva crisis bancaria», enfatizó.
Pero pese a las ayudas, el caballo de batalla de las pequeñas empresas estará en la gestión de la liquidez, donde Suárez recomienda no perder de vista algunas cuestiones básicas. «Para empezar, los bancos no somos tan rápidos dando financiación como requieren las empresas, y menos cuando se trata de líneas publicas donde actúan otros agentes. Además, no siempre damos todo lo que se nos pide. No olvidemos tampoco que ayudar no es subvencionar y que hemos de ver viabilidad, constatar que los problemas surgen por el Covid y no por causas anteriores. Es verdad que en estas circunstancias todos estamos siendo más flexibles, pero hay una frontera de riesgo que no podemos sobrepasar porque no podemos poner en peligro la protección de los depósitos de nuestros clientes, nuestros ‘proveedores’».
Para acabar, tanto Suárez como Lasaosa remarcaron que «la única tesorería cierta es la de disponibilidad inmediata. Puede ser saldo en cuentas a la vista o en líneas de crédito, pero accesible sin preaviso». Además, ambos hicieron hincapié en que «la gestión del circulante es fundamental y siempre se puede mejorar». «Esto es muy importante en un sector con mucho producto estacional. Hay que medir mucho el ‘stock’ y tener muy bien valorados esos activos (pedidos de clientes) que esperamos que pronto se conviertan en caja para evitar creer que tenemos más margen de maniobra del que finalmente hay», advirtieron.
El consumo en hogares se estabiliza
El consumo de alimentos en los hogares españoles se ha estabilizado en la semana del 27 de abril al 3 de mayo, cuando se ha registrado un ligero descenso del 1,4% en volumen en relación a la semana anterior, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que muestra un incremento interanual del 27% en relación a la misma semana de 2019.
En concreto, en la séptima semana tras la declaración del estado de alarma se ha incrementado el consumo de carnes (+29,3%), destacando sobre todo la de ovino (+65,2%) y conejo, que desde la semana 15 repunta su consumo con respecto a 2019.
Una semana más, el consumo de pescado se sitúa por encima de la media, tanto en pescado fresco (+33%) como de congelado (+40,9%), mientras que frutas y hortalizas registran crecimientos del 36,6% y 44%, respectivamente, aunque el volumen adquirido con respecto a la semana precedente se estabiliza.
La evolución de semanas pasadas indica que seguirán importantes crecimientos interanuales de consumo en el hogar mientras sea necesario mantener el confinamiento y no sea posible consumir fuera de casa.
Por lugares de compra, las tiendas tradicionales incrementan esta semana un 41,4% el volumen para consumo en el hogar respecto al mismo periodo del año anterior, seguido por los supermercados (+29,7% y tiendas descuento (+19%). El hipermercado es el canal dinámico con la subida más contenida esta última semana, con un incremento del 6,5%.
El informe de Agricultura sigue constatando la apuesta de los hogares españoles durante esta crisis por hacer sus compras por Internet, ya que en esa semana se disparó un +78%.
Por zonas geográficas, esta semana destaca la zona Centro-Sur con el mayor incremento interanual de compras en los hogares (+40,6%), con Madrid como la región con la evolución más positiva (+43,3%), mientras que Extremadura (+44,2%) y Aragón (+42,6%) son las que han realizado más compras en esta semana.