Diferentes flotas francesas han comenzado a llevar acciones de protección en áreas protegidas con el fin de evitar presión sobre el medio ambiente marino. Para reducir estas presiones, las distintas áreas marinas protegidas francesas han puesto en marcha acciones.
«En la bahía de Sena Occidental, se han revisado las exenciones de la pesca de arrastre en la zona de las 3 millas y, para proteger los fondos marinos, los comités de pesca han prohibido el dragado en determinados sectores de los lechos de mar o de hierbas marinas», explica Stéphanie Tachoires, jefa de la misión de pesca y usos marítimos de la Oficina Francesa de Biodiversidad (OFB).
En la reserva natural nacional de Cerbère-Banyuls, la pesca profesional sigue siendo posible pero está regulada. «Diez pequeñas embarcaciones pueden llevar a cabo su actividad a bordo de un barco que no debe superar los 10 metros de eslora. Deben utilizar un máximo de tres redes de enmalle de 750 metros. Están prohibidos los palangres, las trampas, las nasas para pulpo y la pesca de erizos de mar», explica Fréderic Cadène, conservador de la reserva. Gracias a esta normativa, el número de especies patrimoniales aumenta incluso fuera de la zona de protección reforzada.
Los parques naturales marinos movilizados
De Mayotte a Iroise, pasando por la cuenca de Arcachon, los parques naturales marinos trabajan para reducir el impacto de la pesca en la biodiversidad marina. En el parque natural marino del Golfo de León, por ejemplo, se plantea la cuestión de la gestión de los recursos de erizos de mar. » propios pescadores profesionales dieron la voz de alarma», subraya Hervé Magnin, director adjunto del parque. Había miedo a la sobrepesca.
Gracias a su consejo de administración, que reúne a todos los actores, los parques permiten una gestión eficaz. «Discutimos los objetivos de conservación. En el caso de la langosta roja en el Parque Natural Marino de Iroise, fueron los pescadores los que propusieron una zona para su no pesca que fue validada por el consejo», recuerda Martial Laurans, investigador del Ifremer. Esto condujo a una prohibición de pesca de tres meses y a la prohibición de pescar hembras granadas, lo que permitió que el número de langostas desembarcadas pasara de 15 toneladas en 2007 a 100 toneladas en 2021. Estas normas, adoptadas a nivel local, se han adoptado posteriormente a nivel nacional.
En el Atlántico, Benoît Lavaud, pescador, trabaja en colaboración con el Parque Natural Marino del Estuario de la Gironda y el Mar de Pertuis con el objetivo de encontrar soluciones para conciliar mejor la explotación del recurso y la preservación de la biodiversidad.
«Si lo hacemos bien, si establecemos un marco de gestión adecuado, podemos mantener las actividades humanas y al mismo tiempo preservar la biodiversidad», añade Philippe Le Niliot, director adjunto del Parque Natural Marino de Iroise. Desde su creación, el parque gestiona una zona excepcional: el mayor campo de algas del litoral continental francés y el más diverso de Europa. Un «20% del campo de algas se explota, lo que significa que el 80% restante se utiliza para resembrar la zona. Se han cerrado algunas zonas sensibles. Hemos impuesto un sistema de geolocalización para ver dónde se distribuye el esfuerzo pesquero», explica.