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lunes, diciembre 2, 2024
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La FAO estima que el 67% de la contaminación plástica proviene de 20 ríos

La FAO estima que el 67% de la contaminación plástica de los ambientes marinos proviene de 20 ríos, principalmente de Asia. Ante la alarmante presencia de plástico en los ecosistemas marinos, la FAO ha publicado un informe sobre la presencia de microplásticos para arrojar algo de luz. Según este informe, las primeras investigaciones mostraron la presencia de plásticos en los océanos en la década de 1960. La causa fue el incremento en la producción de plástico a gran escala en la década anterior.

Según datos de la asociación de fabricantes de plástico PlasticsEurope, las principales aplicaciones de este material son:

39,9%: Embalaje o empaquetado
19,7%: Construcción
8,9%: Sector automovilístico
5,8%: Electricidad y electrónica
3,3%: Agricultura
22,4%: Otras aplicaciones (incluyendo electrodomésticos, muebles, deportes, salud y seguridad)
Del plástico se aprecia su durabilidad, pero, cuando se gestiona mal su desperdicio, la consecuencia es la contaminación del medio ambiente en tierra, agua dulce y marina. Los productos plásticos se degradan lentamente, en particular cuando son expuestos a la luz del sol (radiación ultravioleta) y a las altas temperaturas. Esta degradación llevará al despiece del material en partes más pequeñas que van de lo macroscópico a lo microscópico y hasta lo indetectable, el nanoplástico.

El informe, que condensa el estado actual del conocimiento de los impactos de los microplásticos en especies comerciales de peces de aleta y moluscos y en productos de pesca y acuicultura, define los microplásticos como las partículas de ese material de menos de 5 milímetros.

La FAO estima que el 67% de la contaminación plástica de los ambientes marinos proviene de 20 ríos, principalmente de Asia. Una vez que se alojan en los océanos, el destino medioambiental de los microplásticos depende, principalmente, de su densidad, que influye en su capacidad para flotar (unos flotarán, otros se hundirán), en la posición que ocupen en la columna de agua y, por tanto, en sus posibilidades de interacción con la biota.

Parece evidente cómo llega al mar la basura de grandes dimensiones (al menos de dimensiones mayores a una bolsa de plástico), pero ¿cómo llegan los microplásticos? Depende de si son microplásticos primarios o secundarios:

Microplásticos primarios: las partículas provenientes de productos cosméticos llegan normalmente a través de las aguas residuales. Los microplásticos provenientes del chorreo abrasivo (en los astilleros, por ejemplo) llegan a través de la atmósfera y las aguas residuales; mientras que los microplásticos primarios utilizados para materias primas pueden llegar por pérdidas accidentales durante el transporte o trasbordos, o a través de los vertidos de plantas procesadoras.

Microplásticos secundarios: son producto de la fragmentación y el desgaste de plásticos más grandes. Partículas textiles pueden llegar a través de las aguas residuales por el lavado o a través del aire por el secado; erosiones de plástico utilizado en aplicaciones agrícolas pueden llegar a través de la escorrentía, desde el suelo; microplásticos generados por la abrasión de los neumáticos en el uso llegan por el aire o la escorrentía; la basura plástica en áreas costeras o playas, al descomponerse, puede alojarse en los sedimentos.

También la acuicultura y la pesca tienen su cuota de responsabilidad: tanto la recreativa como la comercial. Todas estas actividades pesqueras introducen directamente plásticos al medio ambiente marino. ¿Cómo? Con los materiales de pesca.

Las redes son los elementos con mayor potencial de contaminar con microplásticos. Las utilizadas en dragados y en pesca de arrastre, casos en los que las cuerdas son arrastradas por kilómetros en contacto con el suelo marino, provocan abrasión de los sedimentos bentónicos. No solo llegan microplásticos de esta manera, sino con el propio deterioro de los aparejos, que conviene comprobar y cambiar debido a su desgaste con el tiempo. Muchos estudios han encontrado en especies marinas restos de fibras sintéticas similares a las utilizadas en los aparejos de pesca, por ejemplo en las cigalas del Fiordo de Clyde (en la costa occidental de Escocia).

Las dosis de microplásticos en una especie marina no se deben necesariamente al consumo por parte de esa propia especie, sino que puede ocurrir por la ingesta de otras especies, estas sí, portadoras de los microplásticos. La “carga” –por llamarla de alguna manera– de microplásticos aumenta en el proceso, de manera que el pez receptor mostrará en un análisis más cantidad que la que contenía el pez ingerido.

Lo mismo puede suceder en la acuicultura si los microplásticos son accidentalmente agregados en la producción de alimento a través de ejemplares ya contaminados. Grandes cantidades de pequeños peces pelágicos con riesgo de haber consumido de manera directa microplásticos confundidos con comida, son convertidos cada año en alimentos y aceite de pescado y una proporción es utilizada también como alimento en la acuicultura.

La proliferación de los microplásticos es global. Se ha documentado su presencia en todos los hábitats de los océanos, mares y playas. Sin embargo, es probable que las concentraciones más elevadas se encuentren en el Pacífico, el Golfo de Bengala y el mar Mediterráneo. En los océanos, el pequeño tamaño y la baja densidad de los microplásticos contribuyen a su distribución a lo largo de grandes distancias por las corrientes oceánicas, pudiendo terminar en las orillas de cualquier costa o en las regiones centrales de los océanos.

La distribución de los microplásticos está, además, influida por el viento, que puede hacer que los microplásticos se muevan verticalmente en la columna de agua. Además, en escalas menores, como corrientes turbulentas, olas o mareas, sucesos oceanográficos de alta energía, como tormentas marítimas, así como procesos de dragados que remueven grandes acumulaciones de sedimentos, todo esto puede llevar a una nueva suspensión de las partículas.

Los microplásticos, como decimos, han sido localizados en todas partes, da igual que sean localizaciones remotas como las islas en mitad del océano Atlántico, en el Ártico o el Antártico. En general, eso sí, los microplásticos son más abundantes en playas y cerca de áreas densamente pobladas.

Con todo lo que hemos leído acerca del plástico en los océanos, en las costas, en el agua, en los peces, parece que hay una pregunta que es inevitable hacerse: ¿estamos comiendo plástico?

Ya hay quienes dicen que sí. Un estudio de 2016 de la Universidad de Gante, en Bélgica, calculó que el consumidor europeo medio de crustáceos, moluscos y mariscos similares puede ingerir hasta 6.400 microplásticos al año. Se supone que el cuerpo humano apenas absorbería un 1%, pero es igualmente inquietante y sabemos lo que pasa con el plástico: no se va.

En agosto de 2016, la Universidad de Plymouth, pionera en el estudio de la incidencia del esparcimiento de las partículas microscópicas de plástico en el medio ambiente, hizo público un estudio según el cual un tercio de la pesca de captura del Reino Unido (incluidos bacalao, abadejo, caballa y moluscos) contenía plásticos.

En otoño de 2016, el Instituto Español de Oceanografía publicó dos trabajos en la revista Marine Pollution Bulletin en los que se analizaba la ingestión de microplásticos por parte de peces de las costas españolas del Atlántico y el Mediterráneo. Se tomaron muestras de 212 peces de fondo de alto interés comercial: 72 pintarrojas, 12 merluzas y 128 salmonetes de fango, y encontraron microplásticos en 37 de ellos, casi en uno de cada seis.

La mejor respuesta que tenemos, ante la acuciante pregunta de si comemos plástico y qué pasa si lo hacemos, es el informe de la FAO, que muestra el resulta do de varios análisis de riesgo sobre el asunto. Según ha determinado este informe, con la ingestión de comida contaminada, los microplásticos y los nanoplásticos entran en el tracto gastrointestinal, y de ahí se ha comprobado una traslocación de los intestinos al sistema linfático de los mamíferos estudiados (humanos, perros, conejos y roedores). Pero la absorción es aparentemente muy pequeña.

Aunque no se sepa mucho de la distribución de los microplásticos una vez absorbidos, sí se ha demostrado que las micropartículas que llegan al sistema linfático se eliminan a través del sistema de filtración de la circula ción, mientras que las micropartículas que se alojan en la sangre son eliminadas por el hígado a través de la bilis, y finalmente expulsadas con los excrementos.

En experimentos con ratones a los que se les suministraban dosis altas de microplásticos, el resultado siempre fue negativo en cuan to a su absorción por los órganos vitales. En estudios con humanos, los datos de absorción de microplásticos son escasos. La conclusión es que es muy probable que los microplásticos no sean absorbidos ni entren en contacto con órganos vitales. Sí podría ser el caso de los nanoplásticos, pero la FAO concluye que los datos disponibles hasta el momento no permiten deducir que se trate de un riesgo para la salud, ni siquiera leve.

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