El aumento de las temperaturas en aguas del Mediterráneo y del Atlántico disminuyen las capturas, lo que obliga a recorrer más millas para llenar las redes y conlleva un mayor uso de combustible
El calentamiento del mar puede elevar aún más, si cabe, el gasto en gasóleo de flotas españolas como la atunera, entre otras consecuencias económicas como la reducción de capturas, que ya han notado esta semana los pescadores del Mediterráneo.
En los puertos españoles mediterráneos, cuyas aguas superan especialmente las temperaturas propias de agosto, los pescadores notan una disminución de pesca en sus redes, pero el calentamiento también llega al Atlántico y toca las cuentas del sector, según los informes científicos.
«Una consecuencia muy directa está relacionada con los cambios en la distancia recorrida por la flota en busca de peces y su consiguiente gasto asociado, así como el tiempo que deberán invertir buques» como los atuneros o boniteros, según declara a la experta en estas especies del instituto tecnológico vasco Azti Maite Erauskin.
Menos capturas en el Mediterráneo
Los navíos del Mediterráneo han percibido en los últimos días reducciones de pesca que asocian con el calentamiento, según han explicado a Efeagro fuentes de la patronal de armadores de Cepesca.
En los puertos de Castellón «se ha notado una bajada de las capturas general, sobre todo a partir de los 60 metros de profundidad» y un «aumento considerable de avistamientos» de atunes rojos o blancos en superficie, grandes bancos saliendo, junto a gaviotas, lo que suponen que es para comer peces pelágicos como la sardina o los boquerones.
Por otro lado, los armadores de Santa Pola (Alicante) han comprobado que desde hace dos o tres semanas las capturas de gamba se han reducido prácticamente a la mitad, sin aventurar si se debe o no a la temperatura marina.
En cualquier caso, han confirmado que «las capturas de todas las especies» han disminuido.
Un problema de todos los océanos
El calentamiento marino es un problema global, pero las características del Mediterráneo (mar semicerrado) hacen que el impacto de cualquier cambio ambiental sobre las poblaciones pueda ser más significativo que en otras aguas como las del Atlántico.
Además, debido a que la mezcla entre el Mediterráneo y el Atlántico ocurre por un paso muy estrecho (el de Gibraltar), el calentamiento mediterráneo está ocurriendo a una velocidad mucho mayor, pues tiene una «menor capacidad de resiliencia» frente un área más extensa como la atlántica, según la experta de AZTI.
El instituto AZTI investiga desde hace años el cambio climático y en 2019 intervino en un estudio que concluyó que el calentamiento podría recortar un 17 % la biomasa de especies marinas a nivel global a finales de siglo.
Además, AZTI lideró otra investigación que determinó -tras revisar una evolución de 46 años- que el cambio climático iba a redistribuir los atunes y especies de alto valor para la flota española como el listado y el rabil tropicales (usados para conservas), el bonito del norte y el aún rojo del Atlántico y Mediterráneo.
Según dicho trabajo, que esta semana ha analizado con Efeagro Erauskin, el calentamiento mueve a los atunes -especies migratorias- a trasladarse a zonas más frías.
En ese punto, Erauskin recurre también a la diferencia entre el Atlántico, donde los individuos pueden migrar hacia latitudes mayores hasta conseguir aguas con un rango de temperatura óptimo para la especie, y el Mediterráneo con la limitación física que tiene por la tierra que lo rodea, que «imposibilita esta opción»
Escenario más extremo y consecuencias en la facturación pesquera
Erauskin ha precisado que es pronto para confirmar si las proyecciones de los estudios de AZTI se cumplen -y en el caso de los atunes aún más, teniendo en cuenta la gran capacidad de natación-.
Pero ha admitido que el incremento en la temperatura de las aguas apunta en la dirección «del escenario más extremo».
Entre las consecuencias directas para la flota, ha destacado el incremento del gasto de los barcos en carburante a causa del aumento de la distancia que tendrán que recorrer.
Pero aunque la redistribución de las pesquerías puede influir en la actividad de los buques -por las distancias y el solape entre las zonas pesqueras- ha detallado que esto no tiene en cuenta efectos como el cambio en la productividad de los peces por el desajuste con las zonas de sus presas o la variacíon ambiental de las áreas de puesta.