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La empresa Calcetines Mingo han demostrado su capacidad para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado y además de incorporar los últimos avances tecnológicos en su proceso de producción, en los últimos años ha puesto en marcha un interesante proyecto para reutilizar el plástico extraído de los mares en la fabricación de sus calcetines.
Una apuesta que le ha servido para que Banco Santander y la Cámara de Comercio se fijasen en ellos para ser nombrados Pyme del Año de la provincia de Burgos en la última edición de los Premios Pyme del Año que reconocen el trabajo de las pequeñas y medianas empresas de nuestro país, y que se engloban dentro del compromiso de la entidad financiera con este colectivo, en el que cuenta con 4 millones de clientes a los que ayuda en su día a día.
El desafío de Calcetines Mingo ha dado como resultado un producto de calidad, especializado y personalizado, además de ser respetuoso con el medio ambiente. Para lanzar FreeWaves by Funstep -nombre de la colección-, la empresa ha tenido que cambiar por completo su manera de trabajar, pero siendo capaz de mantener la producción en un pequeño pueblo, Pradoluengo, de 1.200 vecinos que han vivido toda su vida por y para la industria textil.
“Mi vida no la recuerdo si no es jugando entre sacos de calcetines en la antigua fábrica de mi padre, con las boinas, con los calcetines”, recuerda José Manuel Mingo, director general de la empresa desde 1999, año en el que se convirtió en la cuarta generación de esta empresa familiar. Fue entonces cuando se dio cuenta que había una necesidad imperiosa: cambiar por completo.
Ha sido reconocida por Banco Santander y la Cámara de Comercio como la Pyme del Año 2021 en Burgos
“Para nosotros, la innovación y el desarrollo fueron desde el primer momento yo diría casi como una obsesión”, explica José Manuel. Por eso, su estrategia ha sido poner el foco en un producto de calidad que a los grandes fabricantes asiáticos “no les interesaba”. Gracias a ello esta empresa tradicional ha sido capaz de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado.
Un ejemplo de emprendimiento en la España rural
Los orígenes de Calcetines Mingo se remontan al año 1914 con Avelino de Miguel, bisabuelo del actual responsable, que al calor de una economía que favorecía la implantación de negocios textiles fundó esta pequeña empresa artesanal de fabricación de calcetines a mano. Desde entonces, ha formado parte del corazón de una localidad que ha perdido la mitad de su población en los últimos 15 años. De los que todavía quedan, una parte trabaja junto a la familia Mingo, ya que en la actualidad la empresa cuenta con 25 trabajadores de los cuales un 90% reside en el pueblo.
Con una inyección económica necesaria, otras empresas de este tipo podrían mantener su producción en la llamada España rural. “Me gustaría vivir aquí”, asegura Amaya Pereda, una de las empleadas y cuyo padre y hermano también formaron parte de la plantilla. Y, para ello, reconoce, se necesitan empresas como Calcetines Mingo que permita darles a las nuevas generaciones una oportunidad para crear un futuro y una vida en este tipo de municipios. Coincide con ella Ángel Martín, exempleado de Calcetines Mingo: “Hay que intentar continuar con el trabajo en los pueblos”. “Crear empresas en las zonas rurales para que puedan continuar con vida porque si no esto se muere”, lamenta.
La vida todavía palpita gracias al arrojo de estas empresas que han sabido acomodar las características propias de estos pueblos para generar riqueza. Empresas a las que Banco Santander acompaña en su día a día, con iniciativas que ejemplifican su apuesta por los pequeños y medianos negocios, como programas específicos de financiación y asesoramiento, fomento de la digitalización, impulso a la internacionalización o reconocimientos, como el Premio Pyme del Año.