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sábado, diciembre 13, 2025
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La federación nacional de pesca artesanal (FENAPA) afirma que el gobierno andaluz se ha olvidado de ellos

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Su presidenta, Carmen Díaz, considera que los presupuestos andaluces para 2.026 han dado la espalda a la pesca artesanal.

Carmen Díaz, presidenta de FENAPA, afirma que es un grave error que el gobierno andaluz haya dado la espalda a la pesca artesanal andaluza, un sector en el que se incluyen más de la mitad de toda la flota pesquera.

La presidenta de FENAPA afirma que “estos presupuestos dedican poco a la pesca, y ese poco sólo mira por la pesca de arrastre, la acuicultura y unas ayudas a las OPPs que no tienen un efecto práctico. A la vez, se olvidan de prioridades como son fomentar el relevo generacional, modernizar la flota y de medidas concretas con presupuesto concreto para combatir la invasión del alga asiática”. Para Carmen Díaz, “el gobierno andaluz ha dado la espalda a la pesca artesanal, y parece como si desconociese cómo trabajamos y cuáles son nuestras necesidades. Hace años que pedimos cosas como inversión para la formación práctica a bordo, o para renovar o modernizar los motores de los barcos de pesca, sin que se nos haga caso alguno”.

Recientemente, Carmen Díaz ha comparecido en el Parlamento Andaluz ante la Comisión Parlamentaria de Hacienda, para exponer el parecer de FENAPA respecto al proyecto de presupuestos andaluces para 2.026. En esa comparecencia, Carmen Díaz ha explicado algunas de las reivindicaciones del sector, y la necesidad de que se entienda su verdadera situación. “Son centenares de barcos, miles de puestos de trabajo directos e indirectos. Los pescadores y mariscadores viven asfixiados por la presión fiscal, los controles, la invasión del alga asiática y el olvido de la Administración. Necesitamos que el gobierno andaluz se tome en serio un sector que podría ser motor económico para Andalucía. Pero, tal como nos tratan, pocos jóvenes encuentran motivos para integrarse en las tripulaciones, y muchos pescadores se plantean vender sus barcos. Los políticos desconocen nuestra realidad social y económica. Están muy lejos de dar respuestas a nuestras reivindicaciones y problemas reales de la flota pesquera andaluza”, ha concluido Carmen Díaz.

Huevos, larvas y modelos numéricos: la nueva brújula para gestionar la pesca del futuro

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Grupos de investigación de toda España se reúnen en A Coruña, de la mano del IEO-CSIC, para integrar el estudio de las fases tempranas de los peces en la evaluación de stocks y avanzar hacia una gestión pesquera más sostenible y precisa.


Grupos de investigación marinos de referencia en España se han reunido en A Coruña para abordar uno de los grandes retos de la gestión pesquera moderna: cómo aprovechar mejor el conocimiento sobre las fases tempranas del ciclo de vida de los peces —huevos y larvas— para afinar las evaluaciones de stock y, con ello, las decisiones de gestión.

El encuentro, organizado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), reunió a personal investigador de la Universidad de Málaga, el Institut de Ciències del Mar – CSIC, AZTI, el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo y los Centros Oceanográficos de Vigo, A Coruña, Cádiz y Baleares. Durante dos días, A Coruña se convirtió en punto de encuentro de especialistas en oceanografía, ecología del plancton, dinámica de poblaciones y modelización numérica.

Del individuo al stock: conectar escalas

El taller, celebrado los días 11 y 12 de noviembre en la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas de A Coruña, llevó por título “Del individuo al stock: integración de resultados de modelos IBM y otros enfoques de fases tempranas en la evaluación de stocks pesqueros”.

La cita fue organizada por los grupos de investigación EPB (Ecología Planctónica y Biogeoquímica) y MERVEX (Modelado y Evaluación de Recursos Explotados) del IEO, y tuvo un objetivo claro: tender puentes entre dos mundos que durante mucho tiempo han trabajado en paralelo. Por un lado, quienes estudian con gran detalle lo que ocurre en las primeras fases de vida de los peces; por otro, quienes construyen y aplican los modelos de evaluación que sirven de base a los dictámenes científicos y a las decisiones de gestión sobre cuotas y esfuerzos de pesca.

Dos ponencias invitadas y 14 contribuciones científicas

A lo largo de las dos jornadas se presentaron dos ponencias invitadas y 14 contribuciones científicas que cubrieron un amplio abanico de temas:

  • Avances en modelización oceanográfica, clave para describir corrientes, temperaturas y estructuras físicas que condicionan la deriva y la supervivencia de huevos y larvas.
  • Estudios sobre dinámica larvaria, que analizan tasas de crecimiento, mortalidad, dispersión y asentamiento de los juveniles.
  • Enfoques integrados de evaluación, que buscan incorporar toda esta información a los modelos que estiman el estado de las poblaciones explotadas.

Tras las presentaciones, varias sesiones de debate permitieron contrastar metodologías, identificar cuellos de botella y, sobre todo, explorar vías realistas para que los resultados de los modelos biofísicos no se queden en el ámbito académico, sino que se traduzcan en mejores diagnósticos y recomendaciones para las administraciones pesqueras.

Modelos oceanográficos al servicio de la gestión

Entre las principales conclusiones del taller, los participantes subrayaron el potencial de los modelos oceanográficos para mejorar la estimación de parámetros clave en las evaluaciones de stock. En particular, se destacó su utilidad para:

  • Afinar las estimaciones de mortalidad natural en las primeras fases de vida, una de las grandes incertidumbres de la dinámica de poblaciones.
  • Mejorar la comprensión y la cuantificación de la relación stock–reclutamiento, es decir, cómo el tamaño de la población adulta se traduce en nuevas generaciones de juveniles.
  • Contribuir a la estandarización de índices de abundancia, integrando datos de campañas oceanográficas, muestreos de huevos y larvas y salidas de modelos numéricos.

La idea de fondo es clara: cuanto mejor se entienda qué ocurre con los huevos y las larvas —dónde se concentran, cómo se dispersan, qué condiciones ambientales favorecen su supervivencia—, más robustas serán las estimaciones sobre la capacidad de regeneración de las poblaciones explotadas y, por tanto, más ajustadas podrán ser las medidas de gestión.

Ciencia marina con sello gallego y horizonte europeo

Este taller se enmarca en el paquete de trabajo “Modelos end-to-end en pesca” del Programa de Ciencias Mariñas de Galicia, uno de los ejes de los Planes Complementarios de Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación. El programa se integra, además, en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR-C17.I1), y cuenta con financiación de la Xunta de Galicia, de los fondos NextGenerationEU y del Fondo Europeo Marítimo, de la Pesca y de la Acuicultura (FEMPA) de la Unión Europea.

Este respaldo confirma el papel estratégico de la ciencia marina en la transición hacia una economía azul sostenible: invertir en modelos, datos y capacidades científicas no es un lujo, sino una condición necesaria para garantizar la viabilidad económica y ecológica de las pesquerías a medio y largo plazo.

Del laboratorio a las decisiones de gestión

Más allá de los resultados concretos de cada ponencia, el encuentro de A Coruña deja un mensaje de calado: la integración real entre ciencia básica, modelización avanzada y evaluación aplicada es imprescindible para afrontar un contexto marcado por el cambio climático, la variabilidad ambiental y la presión creciente sobre los recursos marinos.

Los grupos participantes coinciden en que el camino pasa por:

  • Reforzar las series temporales de datos sobre huevos y larvas.
  • Impulsar proyectos cooperativos que conecten modelos IBM (de individuo basado) con los modelos de evaluación utilizados en los foros internacionales.
  • Mejorar los canales de transferencia entre la comunidad científica, las administraciones y el sector pesquero.

En un escenario en el que cada vez se exige más precisión y transparencia a los dictámenes científicos que sostienen la gestión, encuentros como este apuntan hacia una pesca que mira al futuro apoyándose en la fase más frágil —y, a la vez, más prometedora— del ciclo de vida de los peces: esos huevos y larvas diminutos que, si encuentran las condiciones adecuadas, sostendrán las capturas del mañana.

Alerta global contra los ultraprocesados: cuando la comida enferma más que alimenta

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Una serie de la revista médica The Lancet denuncia que la expansión de los alimentos ultraprocesados está impulsando la obesidad, las enfermedades crónicas y la desigualdad, y reclama gobiernos capaces de poner la salud pública por delante del beneficio corporativo.


La imagen de una dieta sana basada en frutas, verduras, legumbres y alimentos frescos choca cada vez más con la realidad de los supermercados: estanterías llenas de productos listos para consumir, baratos, sabrosos y envueltos en plástico brillante. Son los llamados alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés), y su presencia creciente en la mesa de millones de personas se ha convertido en un problema de salud pública de alcance mundial.

Así lo advierte una nueva serie de artículos publicada por la revista médica The Lancet, que vincula el auge de los ultraprocesados con el aumento de la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y otras patologías crónicas, al tiempo que profundiza las brechas de desigualdad entre quienes pueden pagar dietas saludables y quienes dependen de opciones baratas y poco nutritivas.

Qué son los ultraprocesados y por qué preocupan

El análisis parte del sistema de clasificación Nova, que agrupa los alimentos según el grado y la finalidad de su procesamiento. En el extremo se sitúan los ultraprocesados: productos que no se parecen a la materia prima original y que se caracterizan por una larga lista de ingredientes, incluidos aditivos diseñados para mejorar el sabor, la textura, el color o el olor.

En este grupo entran desde refrescos azucarados, snacks salados, bollería industrial y comidas preparadas hasta carnes reconstituidas, barritas, cereales azucarados o yogures con múltiples añadidos. Los estudios revisados señalan que un consumo elevado de este tipo de productos se asocia a un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, entre otras.

El concepto de “ultraprocesado” no está exento de debate. Algunos críticos sostienen que agrupa en la misma categoría productos muy distintos, incluidos algunos que pueden aportar nutrientes —como ciertos cereales enriquecidos o yogures con probióticos— junto con bebidas azucaradas o embutidos de baja calidad. Pero la serie de The Lancet insiste en que el problema no es un producto aislado, sino el patrón alimentario completo: cuando los alimentos frescos y mínimamente procesados son desplazados de forma masiva por alternativas industriales, es el conjunto de la dieta el que se deteriora.

Además, subraya, todavía se conoce poco sobre el efecto combinado de múltiples aditivos consumidos de manera habitual durante años.

Un negocio global basado en materias primas baratas

En el corazón de esta industria se encuentra la transformación a gran escala de materias primas agrícolas muy baratas —maíz, trigo, soja, aceite de palma— en una enorme variedad de ingredientes y aditivos que sirven de base para miles de productos diferentes.

Ese modelo está dominado por un puñado de multinacionales de la alimentación y la bebida, que concentran gran parte del mercado mundial. Los productos se diseñan para ser hiperpalatables, es decir, para resultar especialmente agradables al gusto y fomentar el consumo repetido. A ello se suma un marketing agresivo, omnipresente en televisión, redes sociales, deportes y espacios públicos.

El resultado: en muchos países de renta alta, los ultraprocesados ya representan alrededor de la mitad de las calorías que entran en los hogares. Y su consumo está creciendo rápidamente en países de renta baja y media, donde desplazan dietas tradicionales más ricas en alimentos frescos y locales.

El impacto no es solo sobre la salud humana. La serie recuerda que la producción industrial, el procesado y el transporte de estas materias primas son intensivos en combustibles fósiles, y que el plástico es omnipresente en el envasado, contribuyendo a la crisis climática y de contaminación.

Políticas duras para frenar una ola imparable

Ante este escenario, The Lancet pide una respuesta firme y coordinada de los gobiernos para reducir el consumo de ultraprocesados y reorientar los sistemas alimentarios. Entre las medidas prioritarias que plantea figuran:

  • Incorporar marcadores de ultraprocesado (como colorantes, aromatizantes y edulcorantes no calóricos) en los modelos que se usan para identificar alimentos poco saludables.
  • Etiquetas de advertencia claras en el frontal del envase, que informen de manera sencilla cuando un producto es ultraprocesado y poco saludable.
  • Prohibir la publicidad dirigida a la infancia, tanto en televisión como en plataformas digitales, así como el uso de personajes infantiles y reclamos engañosos.
  • Restringir la venta y oferta de estos productos en colegios, hospitales y otras instituciones públicas, sustituyéndolos por opciones frescas o mínimamente procesadas.
  • Aplicar impuestos específicos a los ultraprocesados, siguiendo la estela de los gravámenes a las bebidas azucaradas ya implementados en varios países.

Pero los autores van más allá del etiquetado y los impuestos. Señalan que el poder económico y político de la gran industria alimentaria es un obstáculo central para cualquier regulación efectiva. Por ello reclaman reforzar las políticas de competencia, acabar con la autorregulación voluntaria y establecer normas vinculantes que limiten la interferencia corporativa en el diseño de políticas de salud pública.

El papel clave de la sociedad civil

Frente al poder de las multinacionales, la serie subraya el papel que están jugando organizaciones de la sociedad civil, fundaciones y redes internacionales en apoyar regulaciones más estrictas. Cita, por ejemplo, programas filantrópicos que han apoyado la aprobación de leyes sobre etiquetado frontal, impuestos a bebidas azucaradas y restricciones de marketing en países de América Latina y África subsahariana, proporcionando asistencia técnica y apoyo cuando los gobiernos se enfrentan a presiones y litigios por parte de la industria.

Estas experiencias demuestran, según The Lancet, que las políticas funcionan cuando hay voluntad política, alianzas amplias y recursos para evaluar su impacto y defenderlas frente a ataques.

Poner la equidad en el centro

La serie advierte, sin embargo, que cualquier estrategia para reducir el consumo de ultraprocesados debe situar la equidad en el centro. Son precisamente las personas con menos recursos las que más dependen de estos productos, porque son baratos, tienen larga vida útil y requieren poco tiempo de preparación.

Si se encarecen sin ofrecer alternativas, se corre el riesgo de aumentar la inseguridad alimentaria o de cargar aún más el peso del trabajo doméstico —cocinar desde cero— sobre las mujeres, que ya asumen la mayor parte de estas tareas en muchos hogares.

Por eso, The Lancet aboga por reorientar los subsidios agrícolas: menos apoyo a grandes corporaciones y monocultivos de exportación, y más ayudas a productores diversos que ofrezcan alimentos locales, frescos, mínimamente procesados, asequibles y, a la vez, fáciles de preparar. Parte de la recaudación de los impuestos a ultraprocesados, sugiere, podría destinarse a subvencionar frutas, verduras, legumbres y otros alimentos básicos para los hogares con menos ingresos.

Romper el control corporativo del sistema alimentario

En última instancia, la industria de los ultraprocesados aparece en la serie como un síntoma de un problema más profundo: un sistema alimentario global cada vez más concentrado en manos de grandes corporaciones que priorizan el beneficio privado sobre la salud y el bienestar de la población.

The Lancet considera que la evidencia científica disponible ya es suficiente para justificar una acción inmediata. Y reclama un paquete de políticas coherentes, aplicadas de forma simultánea y coordinada a escala global, que reduzca el peso de los ultraprocesados en la dieta, limite las prácticas empresariales dañinas y recupere espacios para una alimentación más saludable, justa y sostenible.

La batalla por el futuro de nuestra dieta, concluye la serie, no se librará solo en las cocinas de los hogares, sino en los despachos donde se deciden las normas que gobiernan qué productos se producen, cómo se comercializan y quién paga realmente el coste —en enfermedad, desigualdad y daño ambiental— de una comida que, cada vez más, se parece a cualquier cosa menos a comida.

El Consejo Asesor para la Pesca de Larga Distancia mejora la calidad y el volumen de sus recomendaciones y refuerza alianzas

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El Consejo Asesor para la Pesca de Larga Distancia mejora la calidad y el volumen de sus recomendaciones, refuerza alianzas con África y otros AC, pero alerta de falta de recursos y pide un plan estratégico a cinco años para ganar impacto real en la política pesquera europea. Así, el LDAC se somete a examen: más influencia, más trabajo y el mismo músculo.


El Long Distance Advisory Council (LDAC), el órgano que agrupa a los principales actores de la pesca europea de larga distancia, acaba de cerrar su segunda revisión de rendimiento, correspondiente al periodo 2020-2025. El ejercicio, exigido por el acto delegado 2022/204 de la Comisión Europea para todos los Consejos Asesores, sirve para evaluar qué ha cambiado desde la primera revisión (2015-2019) y hacia dónde debe caminar el organismo en los próximos cinco años. LDAC_PERFORMANCE_REVIEW_2020-20…

El informe constata un LDAC más maduro, más productivo y mejor organizado, pero también al límite de sus capacidades humanas y financieras. “No es posible seguir haciendo tanto con tan poco”, advierte el documento, que plantea de forma abierta la necesidad de reforzar recursos si se quiere mantener –y aumentar– la influencia del Consejo en la política pesquera exterior de la UE.

Más recomendaciones, más específicas y mejor trabajadas

Uno de los indicadores más claros de este salto cualitativo es el volumen de recomendaciones. Entre 2020 y 2024, el LDAC ha emitido una media anual de 10 piezas de asesoramiento formal y 5 cartas, frente a las 7 recomendaciones y una carta de media del periodo 2015-2019.

No se trata solo de cantidad. El informe subraya que las recomendaciones son ahora más concretas, mejor argumentadas y apoyadas en evidencias, tanto científicas como socioeconómicas. Especialmente destacadas son las “opiniones ómnibus” sobre temas estructurales como el “level playing field” entre flotas de la UE y de terceros países, la cláusula social o la flota china de altura, elaboradas tras largos procesos de grupos de trabajo y grupos focales específicos.

Desde 2022, el LDAC ha logrado además emitir, de forma sistemática y con varios meses de antelación, recomendaciones para las tres grandes OROP atuneras de interés para la UE (ICCAT, IOTC y WCPFC), algo que históricamente había resultado complejo por la acumulación de agendas y plazos. A ello se suman aportaciones regulares a NAFO y NEAFC.

La Comisión Europea, por su parte, responde ahora de forma más sistemática y detallada a los dictámenes del Consejo, aunque el estudio reconoce que sigue siendo “imposible” medir con precisión cuántas recomendaciones se incorporan realmente a las decisiones finales.

Un funcionamiento interno más equilibrado y técnico

El informe pone en valor el esfuerzo del LDAC por equilibrar responsabilidades entre el sector y otros grupos de interés (ONG, sindicatos, organizaciones de desarrollo) y por avanzar en la paridad de género en las presidencias de los grupos de trabajo. Aunque la igualdad perfecta aún no se alcanza, se subrayan “esfuerzos objetivos” en la composición de presidencias y comités.

Desde 2019, el Consejo opera con cuatro grupos de trabajo permanentes que se reúnen dos veces al año, mientras que el verdadero “motor técnico” son los grupos focales temáticos, que han crecido en número y profundidad. En ellos se discuten los temas en detalle, con participación de quienes tienen interés directo y capacidad técnica, y se construyen los borradores de dictamen que luego llegan a los grupos de trabajo y al Comité Ejecutivo.

La coordinación interna también se ha reforzado: hay reuniones periódicas entre presidencias y secretaría –incluidos encuentros específicos de coordinación de sillas dos veces al año– que permiten alinear agendas, revisar prioridades y evitar duplicidades. El resultado, según el informe y las encuestas a miembros, es una atmósfera de trabajo “profesional, abierta y constructiva”.

Presión creciente y recursos al límite

Si hay un punto donde el diagnóstico es más nítido, es el de los recursos. El LDAC absorbe prácticamente el 100 % de su presupuesto anual –combinando la contribución de la Comisión, la de algunos Estados miembros, especialmente España, y las cuotas de socios– y, aun así, la carga de trabajo no deja de aumentar: más reuniones, más coordinación inter-AC, más interacción con África, más dictámenes estratégicos extensos.

El informe advierte de que el salto de seis a diez prioridades de trabajo entre 2020 y 2025, sin incremento paralelo de personal ni de financiación, es difícilmente sostenible a medio plazo sin sacrificar calidad. Por eso, una de las recomendaciones centrales es reducir y jerarquizar prioridades anuales, concentrando esfuerzos en los expedientes con mayor impacto potencial.

Inter-AC y partenariados con África: el LDAC mira más allá de Bruselas

La revisión señala otro cambio importante: el papel del LDAC como nodo de coordinación, tanto dentro de la familia de Consejos Asesores como hacia el exterior. El Consejo ha participado activamente en dictámenes conjuntos con otros AC sobre Brexit, ICCAT, control de importaciones, pesca recreativa o minería submarina, entre otros temas, aunque el informe alerta del riesgo de “sobrecarga burocrática” y pide reglas claras para la cooperación inter-AC.

En el plano internacional, la relación con ATLAFCO-COMHAFAT –el foro regional de gobiernos de África occidental– y con la plataforma de sociedad civil AFRIFISH-Net se consolida como uno de los activos más valiosos del LDAC. Con AFRIFISH-Net, en particular, se han celebrado reuniones regulares y se han aprobado recomendaciones conjuntas remitidas tanto a la Comisión Europea como a la Unión Africana, por ejemplo sobre acuerdos pesqueros y el papel de las mujeres en la cadena de valor.

La revisión sugiere “operacionalizar” más estos memorandos de entendimiento, con actividades concretas y proyectos que traduzcan el diálogo político en beneficios tangibles para las comunidades costeras africanas y para la flota europea que opera en esas aguas.

La gran asignatura pendiente: el impacto en las decisiones

Pese al buen clima interno y al trabajo técnico, la frustración de fondo sigue siendo la misma: la dificultad para saber hasta qué punto las recomendaciones del LDAC influyen realmente en el diseño de normas, posiciones de la UE en las OROP o acuerdos de pesca sostenible con terceros países.

El informe plantea una solución clara: dictámenes más breves, con menos recomendaciones pero más precisas y formuladas en clave “SMART” (específicas, medibles, alcanzables, relevantes y acotadas en el tiempo), y la obligación de que la Comisión indique expresamente qué propuestas acepta, cuáles no, y por qué. Ese enfoque permitiría, además, una evaluación más objetiva del papel de todos los Consejos Asesores en la gobernanza pesquera de la UE.

En el caso específico de las OROP atuneras, se reclama también un espacio de diálogo más estructurado antes y después de las reuniones anuales, para que el LDAC no se limite a enviar su posición por escrito, sino que pueda contrastarla con la Comisión y con el resto de partes interesadas.

Un plan a cinco años para la dimensión externa de la PPC

Como cierre, la revisión propone que el LDAC adopte un plan estratégico 2026-2030 con cuatro grandes ejes:

  1. Coherencia de la acción exterior de la UE, identificando desajustes entre políticas de pesca, comercio, medio ambiente y cooperación en regiones clave como África occidental y proponiendo medidas para armonizarlas.
  2. Contribución sistemática a las OROP, no solo sobre cuotas y estados de las poblaciones, sino impulsando estrategias de captura, enfoque ecosistémico y estándares mínimos para reducir capturas accesorias de especies sensibles.
  3. Level playing field y competitividad, documentando de manera rigurosa las diferencias de exigencias entre flotas de la UE y de terceros países, especialmente en los productos que abastecen el mercado europeo.
  4. Transparencia y sostenibilidad de las joint ventures europeas en terceros países, cuantificando su peso real –a menudo comparable o superior al de la flota de pabellón UE– y su contribución al empleo, a la inversión y a la gestión sostenible de los recursos.

El mensaje de fondo es claro: el LDAC ya es una pieza clave en la dimensión externa de la Política Pesquera Común, pero, en un contexto de océanos cada vez más disputados y de competencia feroz con otras potencias, necesita más medios, más claridad en la relación con la Comisión y una hoja de ruta a medio plazo para que la voz conjunta de sector y sociedad civil europea pese de verdad en la gobernanza internacional de los océanos

Iván López van der Veen, reelegido presidente de la coalición pesquera mundial ICFA

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El directivo gallego seguirá al frente de la organización, que agrupa a asociaciones pesqueras de 28 países, con el foco en la sostenibilidad y la lucha contra la pesca ilegal

El español Iván López van der Veen ha sido reelegido presidente de la Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras (ICFA, por sus siglas en inglés), una de las principales voces del sector pesquero a escala mundial. La decisión, adoptada por unanimidad durante la Asamblea General celebrada en Roma, renueva por un segundo año consecutivo la confianza en el directivo vigués, que seguirá liderando el trabajo de la organización en los grandes foros internacionales.

ICFA, de la que forma parte la Confederación Española de Pesca (Cepesca), agrupa a asociaciones de 28 países de los cinco continentes, lo que la convierte en una plataforma clave de interlocución entre la pesca industrial y artesanal y los organismos multilaterales que marcan la agenda oceánica global.

Un perfil con 25 años de experiencia en tres continentes

Licenciado en Asuntos Internacionales y Economía, Iván López van der Veen acumula 25 años de trayectoria en el sector pesquero, con experiencia en Sudamérica, África y Europa, tanto en la parte extractiva como en el procesado de productos del mar.

Actualmente es director general de Pesquera Ancora, empresa bacaladera con sede en Vigo, y ejerce un papel destacado en múltiples organismos sectoriales:

  • Presidente de la Asociación Nacional de Bacaladeros (Agarba).
  • Presidente del Consejo Consultivo de Larga Distancia de la Unión Europea.
  • Presidente de la Alianza Europea de Pesca de Fondo (EBFA).
  • Miembro de la Junta Directiva de Europêche.
  • Vicepresidente de Gran Altura de Cepesca.

La reelección al frente de ICFA refuerza el peso de López van der Veen en el debate internacional sobre la pesca y la gobernanza de los océanos.

“Compromiso con la sostenibilidad ambiental, social y económica”

Tras su designación, el presidente de ICFA subrayó la responsabilidad que supone volver a encabezar la coalición.

«Es un honor que mis compañeros, miembros de la Coalición, me hayan designado de nuevo para presidirla. Asumo el cargo reiterando el compromiso de ICFA con el sector pesquero mundial y decidido a seguir trabajando en equipo por el futuro sostenible de nuestra actividad en sus tres vertientes: medioambiental, social y económica», afirmó López van der Veen.

El directivo insistió en la necesidad de reforzar un modelo de pesca basado en la mejor ciencia disponible, en prácticas responsables y en el reconocimiento del papel de la actividad pesquera en la seguridad alimentaria mundial.

Una agenda global: pesca ilegal, BBNJ, descarbonización y pesca de fondo

La reelección de López van der Veen se produjo en el marco de la Asamblea General de ICFA celebrada en Roma, donde los representantes de las asociaciones miembro analizaron los principales retos del sector a escala global.

Entre las cuestiones abordadas destacaron:

  • La lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), señalada como una de las principales amenazas para la sostenibilidad de los recursos y la competencia leal.
  • Las estrategias y próximos pasos para la implementación del Acuerdo BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction), el tratado de Naciones Unidas sobre biodiversidad en alta mar.
  • La promoción de la pesca de fondo mediante la innovación en artes, la mejora de prácticas y una mejor comunicación de sus avances en sostenibilidad.
  • El capital humano en la pesca, con debates sobre relevo generacional, condiciones laborales y atracción de talento al sector.
  • La descarbonización de la flota, desde la eficiencia energética hasta los nuevos combustibles y tecnologías de propulsión.
  • El valor nutricional de pescados y mariscos, en un contexto de creciente preocupación por la salud y la alimentación sostenible.

Presentación de la “Seafood Nutrition Toolkit” ante la FAO

En el marco de la reunión en Roma, los miembros de ICFA mantuvieron también un encuentro con representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En esta sesión, la coalición presentó la “Seafood Nutrition Toolkit”, un conjunto de herramientas diseñado para:

  • Unir a la comunidad pesquera mundial en la promoción de los beneficios para la salud que aportan los productos del mar.
  • Combatir la desinformación y las noticias falsas en torno al consumo de pescado y marisco.

Durante la reunión con la FAO se profundizó, además, en diversos asuntos internacionales de interés, como la implementación del Acuerdo BBNJ, la demonización de determinadas artes de pesca en algunos debates públicos y los desafíos del comercio internacional de productos pesqueros en un entorno de creciente regulación y tensiones geopolíticas.

Una voz coordinada del sector pesquero mundial

La renovación de la presidencia de ICFA en manos de Iván López van der Veen asegura la continuidad de una línea de trabajo centrada en defender la pesca como actividad legítima, necesaria y compatible con la conservación marina, siempre que se base en normas claras, control efectivo y gestión científica de las poblaciones.

En un momento marcado por la negociación de nuevos acuerdos internacionales, el avance de las políticas de descarbonización y el creciente escrutinio social sobre el uso de los océanos, la coalición aspira a seguir siendo una voz coordinada del sector pesquero mundial ante organismos como la FAO, Naciones Unidas, la Unión Europea y las organizaciones regionales de ordenación pesquera.

Con su reelección, López van der Veen tiene por delante un nuevo año para reforzar esa interlocución y para intentar que el debate global sobre el mar incluya no solo objetivos ambientales, sino también la realidad de las comunidades pesqueras, el empleo y el acceso a una proteína saludable y asequible para millones de personas en todo el planeta.

El sector de palangre pide revisar el veto que le tiene en jaque

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El comisario Kadis encarga a ICES una revisión científica del impacto del palangre, mientras España presiona para suavizar el cierre de las 87 zonas profundas del Atlántico

Bruselas empieza, tímidamente, a mover ficha sobre uno de los dosieres más delicados para la flota de fondo española: el veto a la pesca con artes de fondo en 87 áreas del Atlántico nororiental, en vigor desde finales de 2022 y que ha puesto contra las cuerdas a la flota de palangre de pincho.

El nuevo comisario europeo de Pesca y Océanos, Costas Kadis, se ha mostrado dispuesto a revisar la normativa si la ciencia avala un trato diferenciado para el palangre. La Comisión ha pedido al Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) que revise la literatura científica más reciente sobre el impacto de las artes estáticas –como el palangre de fondo– en los ecosistemas marinos vulnerables (VME).

España interpreta ese movimiento como una oportunidad para sacar al palangre de la lista de artes prohibidas a partir de 2026. Pero Bruselas enfría las expectativas: confirma el encargo a ICES, pero niega plazos ni compromisos previos sobre el futuro del veto.


Un veto de 2022 que golpeó de lleno al palangre

El origen del conflicto está en el Reglamento de Aguas Profundas y en el acto de ejecución que la Comisión aprobó el 15 de septiembre de 2022, cerrando 87 áreas a todas las artes de fondo en las aguas del Atlántico nororiental.

En total se han vedado unos 16.500 km² por debajo de los 400 metros de profundidad, considerados zonas donde “existen o es posible que existan ecosistemas marinos vulnerables”. En ellas se prohíbe el uso de cualquier arte de contacto con el fondo: arrastre, volanta, palangre de fondo y nasas.

La medida se justificó como un paso clave para cumplir la normativa de aguas profundas y los compromisos internacionales de protección de los VME. Pero el sector denuncia que la Comisión cerró las zonas con un análisis científico y socioeconómico incompleto, sin evaluar a fondo el impacto sobre la flota artesanal y de pequeña escala, especialmente la de palangre española.

Un informe posterior del Comité Científico, Técnico y Económico de Pesca (STECF) vino a darle munición al sector: el propio comité reconoce que la información disponible sobre los efectos económicos de los cierres es “incompleta” y que la evaluación del desplazamiento de la actividad –clave para medir el impacto real– resulta “potencialmente engañosa” sin mejores datos, con especial mención a la flota artesanal y a los palangreros costeros españoles.


Flota de pincho: cambios de arte, bajas y puerto parado

En la práctica, el golpe más duro no lo ha recibido el arrastre –que ya tenía restricciones históricas por profundidad–, sino el palangre de fondo, un arte fijo que el sector defiende como de bajo impacto en el suelo marino. Paradójicamente, la flota que más presume de selectividad y menor huella en el fondo ha quedado atrapada en el mismo saco regulatorio que las artes más pesadas.

Las cifras ayudan a entender el alcance del cierre: alrededor de un millar de buques europeos, cerca de la mitad españoles, se han visto afectados por la prohibición de faenar en esas 87 áreas, lo que impacta de lleno en unos 10.000 pescadores. En Galicia, se calcula que la medida afecta directa o indirectamente a un 25 % de la flota, con centenares de embarcaciones de pincho y artes menores condicionadas por las nuevas vedas.

El resultado, en muchos puertos, ha sido devastador:

  • Palangreros obligados a cambiar de arte hacia la volanta o el enmalle, con más costes y menos selectividad.
  • Barcos que han optado por darse de baja o acogerse a planes de parada ante la imposibilidad de mantener la rentabilidad.
  • Reducción de días de mar, desvíos a caladeros más lejanos y aumento del gasto en combustible.

Colectivos como la Alianza Europea de la Pesca de Fondo (EBFA) y organizaciones españolas como Cepesca han denunciado reiteradamente que la aplicación “a bloque” del veto ignora las diferencias entre artes y penaliza de forma desproporcionada al palangre de fondo.


Batalla jurídica y aviso de la ciencia económica

España reaccionó al cierre recurriendo la norma ante la justicia europea. El Tribunal General de la UE avaló en junio de 2025 la legalidad del reglamento de cierres, sosteniendo la posición de la Comisión. El Gobierno español ha anunciado un recurso ante el Tribunal de Justicia de la UE, con el apoyo de productores y autoridades autonómicas como la Xunta de Galicia.

En paralelo, Bruselas encargó al STECF una evaluación socioeconómica específica del impacto de las vedas sobre las flotas afectadas. El informe, publicado en abril de 2025, concluye que faltan datos clave –especialmente sobre la pequeña escala y el palangre de fondo– para tener un cuadro completo, y advierte de que, sin esa información, el análisis de impactos queda cojo.

Es precisamente en este contexto, con el sector presionando y un comité científico señalando lagunas en la evaluación económica, cuando entra en escena el nuevo comisario Kadis.


Kadis encarga a ICES revisar el impacto del palangre

Durante una reunión en Bruselas con representantes políticos gallegos, el comisario Costas Kadis admitió que la Comisión está dispuesta a revisar el papel del palangre en los cierres si la ciencia confirma que su impacto sobre el fondo marino es significativamente menor. Según la versión trasladada por el PSdeG, Kadis abrió incluso la puerta a que el palangre pueda salir de la lista de artes prohibidas en 2026, una vez recibido el dictamen de ICES.

La Comisión, sin embargo, matiza ese optimismo. Fuentes comunitarias han confirmado que se ha pedido a ICES que revise la bibliografía más reciente sobre artes estáticas de fondo y su interacción con los ecosistemas marinos vulnerables, pero subrayan que no existe un cronograma ni un compromiso previo sobre la exclusión del palangre. “La Comisión está a la espera de la confirmación por parte del ICES sobre la viabilidad de esta solicitud y no puede especular sobre el resultado del trabajo científico”, han señalado desde Bruselas.

Mientras tanto, se mantiene la situación actual: las 87 zonas identificadas por ICES como VME permanecen cerradas a todas las artes de fondo por debajo de 400 metros, en aplicación del Reglamento de Aguas Profundas.


El sector, entre la esperanza y el recelo

La reacción del sector es una mezcla de esperanza contenida y desconfianza. Por un lado, valora el cambio de tono respecto al anterior equipo de la Comisión y el reconocimiento explícito de que hay que mirar de nuevo la ciencia sobre el impacto del palangre. Por otro, teme que el proceso se alargue y que, aun con un informe favorable de ICES, se tarde años en modificar el reglamento.

La EBFA ha advertido de que no hay garantías de que una revisión científica se traduzca automáticamente en una reforma normativa, y de que la flota no puede permitirse un limbo regulatorio indefinido mientras acumula pérdidas y ajustes.


Qué está realmente en juego

Más allá de la discusión técnica sobre artes y hábitats, en esta revisión se juegan tres equilibrios delicados:

  1. Protección de los ecosistemas vulnerables
    La UE está obligada por su propia legislación y por compromisos internacionales a proteger corales de aguas frías, esponjas y otros VME frente al impacto de las artes de fondo. Cualquier cambio en el reglamento deberá garantizar que esa protección no se debilita.
  2. Supervivencia de la flota de palangre
    Para muchas comunidades del Cantábrico y Atlántico, el pincho de fondo es mucho más que un arte de pesca: es empleo, tejido portuario y una forma de faenar históricamente ligada a especies de alto valor como la merluza o el marrajo. Mantener el veto sin matices puede acelerar procesos de desguace y pérdida de conocimiento pesquero.
  3. Credibilidad de la gestión basada en la ciencia
    La Comisión ha defendido siempre que los cierres se basan en el asesoramiento de ICES. Ahora, el propio Ejecutivo comunitario vuelve a recurrir a ICES para afinar la fotografía sobre el impacto del palangre. Si el dictamen concluye que su huella es baja y compatible con la protección de los VME, Bruselas tendrá que demostrar que la ciencia no solo sirve para cerrar zonas, sino también para reabrirlas o modularlas.

De momento, la flota de pincho sigue en vilo: la revisión científica está en marcha, el veto sigue en pie y 2026 aparece en el horizonte como una fecha posible, pero no garantizada. Entre tanto, en muchos puertos del norte, la pregunta se repite en cada muelle: ¿llegará el informe de ICES a tiempo para que el palangre vuelva a faenar donde siempre lo hizo?

La lonja de Avilés acusa un desplome del 20 % en las descargas de merluza en octubre

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El cierre de áreas de ecosistemas marinos vulnerables golpea al palangre mientras el bonito del Norte aporta algo de oxígeno a los ingresos

Octubre se saldó con un serio aviso para la flota de merluza que opera en la lonja de Avilés. Las descargas del “rey blanco” cayeron hasta las 492 toneladas, frente a las 603 del mismo mes del año anterior, lo que supone en torno a un 20 % menos de producto subastado en uno de los puertos de referencia del Cantábrico.

El retroceso no se limita al volumen. En términos de facturación, la lonja ingresó en octubre 2.580.220 euros, por debajo de los 2.818.412 euros del mismo periodo de 2024, según los datos de la Dirección General de Pesca del Principado. La merluza, especie clave en la estructura de ingresos de Avilés, ha sufrido una corrección que el propio sector considera “un grave contratiempo” a las puertas del invierno.


Menos kilos, menos valor y un bonito que no compensa

La caída se aprecia también en el conjunto de pescado fresco comercializado. En octubre se vendieron 168.388 kilos frente a los 236.493 kilos de octubre de 2024, es decir, casi un 30 % menos de producto canalizado por la rula avilesina.

El único respiro lo ha aportado el bonito del Norte, que dejó 78.506 kilos subastados y ayudó a sostener la actividad en sala. Sin embargo, el buen comportamiento del túnido no ha sido suficiente para compensar el bache de la merluza, todavía el gran termómetro económico de la lonja.

Como referencia, las mismas instalaciones llegaron a acoger en un mes reciente 358.547 kilos de merluza, prácticamente el doble de lo comercializado en este último octubre. El contraste ilustra hasta qué punto el “blanco” sigue marcando la salud económica del puerto.


El cierre de 87 zonas vulnerables golpea al palangre

Entre las principales causas del descenso, el sector apunta directamente al cierre de 87 zonas calificadas como ecosistemas marinos vulnerables (EMV) en el Atlántico nororiental a las artes de fondo. La medida, adoptada en el marco de la política europea de protección de hábitats profundos, ha tenido un impacto inmediato sobre la operativa de la flota que tradicionalmente faena en esas áreas.

En el caso de los barcos de palangre de fondo, el golpe es especialmente duro: se calcula que el cierre afecta al 32 % de su actividad, obligando a desviar mareas, modificar caladeros habituales y asumir mayores costes de combustible y tiempo de navegación. Menos días efectivos de pesca, menos zonas accesibles y más incertidumbre se traducen en menos merluza disponible en los muelles de Avilés.

La flota admite que la protección de los ecosistemas sensibles es ya un marco irreversible, pero reclama ajustes finos, mayor seguridad jurídica y un diálogo más estrecho entre Bruselas, los Estados miembros y el propio sector para minimizar impactos abruptos como los de este otoño.


Un futuro condicionado por las cuotas de 2026

Mientras los armadores hacen números, en Bruselas se discute el cuadro de totales admisibles de captura (TAC) y cuotas para 2026, que marcará el margen de maniobra de la flota en los próximos años. Para la merluza, la Comisión Europea propone mantener la cuota, una decisión que, sobre el papel, evita nuevos recortes sobre el stock principal de la lonja avilesina.

Sin embargo, el resto del paquete no es tan benigno:

  • –2 % en las capturas de rape, otro pilar de la flota de fondo.
  • –5 % en jurel, especie importante en determinadas campañas mixtas.
  • “Fuerte reducción” en abadejo, que puede complicar la gestión de capturas accesorias y las obligaciones de desembarque.

El único apunte positivo llega de la mano del gallo en aguas ibéricas, para el que se plantea un aumento del 12 %. Se trata de una especie con menor peso específico que la merluza en Avilés, pero que puede ganar protagonismo como alternativa parcial en las mareas de fondo si se confirma la mejoría de su situación biológica.


Incertidumbre en el Cantábrico: más gestión, menos margen de error

El balance de octubre en la lonja de Avilés deja un mensaje claro: el negocio ya acusa las restricciones espaciales y el estrechamiento del margen de maniobra de la flota, incluso en especies que mantienen cuotas estables. La combinación de cierres de zonas, costes operativos en aumento y ajustes de TAC convierte cada campaña en un ejercicio de equilibrio cada vez más delicado.

Para la merluza, la prioridad pasa por evitar que el bache de octubre se convierta en tendencia. El sector mira a los próximos meses con prudencia, pendiente de cómo se reordenan las mareas tras el cierre de las áreas vulnerables y de si la Comisión y los Estados miembros afinan las herramientas de flexibilidad para que la conservación de los ecosistemas no suponga, en la práctica, la asfixia económica de las flotas que dependen de ellos.

De momento, las cifras hablan por sí solas: menos toneladas, menor facturación y un bonito del Norte que, pese a su buena presencia en lonja, no logra ocultar el agujero que deja una merluza cada vez más condicionada por las decisiones que se toman lejos de los muelles de Avilés.

El regreso del bacalao del Norte: ¿doblar la cuota es prudencia o un riesgo innecesario?

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Canadá reabre su pesquería más simbólica y desata un choque entre ciencia, política y memoria del colapso de 1992

El bacalao del Norte de Terranova y Labrador vuelve a estar en el centro del debate pesquero mundial. Más de tres décadas después del famoso colapso que forzó una moratoria histórica en 1992 y dejó sin trabajo a unas 30.000 personas, el Gobierno de Canadá ha decidido no solo reabrir la pesquería, sino duplicar la cuota total admisible de capturas (TAC) en apenas un año, según un artículo publicado por Jack Cheney en Sustainable Fisheries UW

La decisión del Departamento de Pesca y Océanos (DFO) ha sido recibida con una mezcla de esperanza y alarma: para la industria es el inicio de una nueva etapa productiva; para varias ONG y científicos críticos, un movimiento prematuro que puede poner en riesgo la lenta recuperación del stock.


De icono del exceso a caso test para la gestión moderna

En los años sesenta, la pesquería de bacalao del Norte era sinónimo de abundancia. La llegada de los grandes arrastreros factoría europeos disparó las capturas hasta un máximo de 810.000 toneladas en 1968, unas tres veces más que la media de los años cincuenta. Sin zona económica exclusiva de 200 millas todavía en vigor, el caladero funcionaba de facto como un recurso de acceso casi abierto.

El desplome fue igual de espectacular. A finales de los setenta las capturas caen en picado; un breve repunte en los ochenta precede al colapso final. El 2 de julio de 1992, el Gobierno canadiense decreta la moratoria total sobre el bacalao del Norte, el mayor cierre industrial de la historia del país. El esperado rebote biológico nunca llegó en la forma que muchos imaginaban: décadas de sobrepesca, cambios ambientales y baja productividad mantuvieron la población en niveles peligrosamente bajos durante años.

A partir de 2010, las evaluaciones empiezan a detectar un crecimiento más consistente de la biomasa reproductora. El stock se estabiliza y muestra señales de recuperación, aunque muy lejos de los niveles de mediados del siglo XX. Con ese telón de fondo, en 2024 DFO reabre por primera vez la pesquería con un TAC de 18.000 toneladas. En 2025 decide ir un paso más allá y elevar la cuota hasta 38.000 toneladas.


“Fuera de la zona crítica”, pero lejos de la abundancia histórica

Según explica el equipo científico de DFO, la evaluación de enero de 2025 sitúa la biomasa del stock de bacalao del Norte en torno a 524.000 toneladas. Desde 2017, las estimaciones anuales oscilan entre 300.000 y 600.000 toneladas, dibujando un escenario de relativa estabilidad.

La clave, insisten los científicos, está en la posición del stock respecto al punto de referencia límite (LRP), el umbral por debajo del cual se considera que la población sufre un “daño grave”. Con el marco actual, el bacalao del Norte se sitúa aproximadamente al doble de ese límite, y las probabilidades de estar en la “zona crítica” se reducen a un valor muy bajo.

Para parte del sector, como las empresas que ya han retomado mareas de bacalao en alta mar, estos datos avalan la reapertura y el aumento de cuota. Hablan de una población «reconstruida en buena medida», capaz de sostener una pesquería comercial moderada, lejos de los ritmos de extracción que llevaron al colapso.

Sin embargo, organizaciones como Oceana Canadá dibujan una lectura muy distinta. A su juicio, el Gobierno ha cedido a presiones políticas y socioeconómicas, “sacrificando una oportunidad de reconstrucción a largo plazo a cambio de beneficios a corto plazo para unos pocos operadores”. Critican que se haya optado por doblar el TAC con un stock aún frágil y con previsiones de posible descenso, abriendo la puerta a repetir errores del pasado.


Ecosistemas cambiantes: capelín, clima y nuevos límites biológicos

Una de las grandes novedades en la gestión de esta pesquería es la incorporación formal de variables ecosistémicas en las evaluaciones. Entre ellas destaca el capelín, un pequeño pez forrajero que es presa esencial del bacalao.

En los últimos años, los índices de biomasa de capelín han mejorado de forma notable, lo que podría estar facilitando la recuperación del bacalao. A ello se suman otros factores, como ciertas condiciones de temperatura y productividad del océano que, en determinadas fases, parecen favorecer al stock.

Pero el cuadro no es idílico. El fortalecimiento de la corriente de Labrador, que arrastra aguas muy frías y dulces provenientes del deshielo ártico, ha reducido la productividad del sistema en algunos periodos. Varios científicos señalan que estas condiciones, ligadas al cambio climático, han limitado la capacidad de rebote del bacalao incluso durante los años de moratoria casi total.

En otras palabras: aunque la mortalidad por pesca se ha mantenido casi en cero durante décadas, la naturaleza del ecosistema ha cambiado, y con ella el “techo” posible de la biomasa. El stock, aun protegido de la sobrepesca, podría no volver nunca a las cifras de 800.000 toneladas de capturas anuales de los años sesenta.


Un nuevo LRP, la misma cantidad de peces pero otra interpretación

El cambio más polémico está en la propia “regla del juego”: la revisión del punto de referencia límite (LRP).

Hasta hace pocos años, el LRP se calculaba tomando como referencia las evaluaciones de los años ochenta, en un océano distinto y con un stock que funcionaba bajo otras condiciones ambientales. Ese patrón hacía que el bacalao del Norte apareciera aún como un stock lejos de la recuperación, pese a los signos recientes de estabilización.

En 2023, DFO actualiza el marco de evaluación e incorpora un LRP basado en la biomasa asociada al rendimiento máximo sostenible (MSY). Ese ajuste desplaza el umbral hacia abajo: la cantidad de bacalao en el mar no ha cambiado de repente, pero la manera de interpretarla sí. A juicio del equipo científico, el antiguo LRP era inalcanzable y no reflejaba la realidad de un ecosistema transformado.

Las ONG más críticas ven en este movimiento un riesgo de “rebajar el listón” para justificar una reapertura acelerada. Los científicos oficiales lo defienden como una puesta al día necesaria para trabajar con objetivos realistas y coherentes con el contexto actual.


Gestión adaptativa, riesgo aceptable y lecciones de un colapso

Más allá del debate técnico, la cuestión de fondo es cuánto riesgo está dispuesta a asumir la sociedad con una pesquería marcada por un trauma histórico.

Quienes apoyan el aumento de TAC subrayan que el bacalao del Norte es hoy un stock intensamente monitorizado, con campañas de investigación anuales, datos robustos y un nivel de escrutinio público excepcional. El diseño actual permitiría corregir el rumbo con rapidez si los indicadores se deterioran: cuotas revisables cada año, señales de alarma cuando el stock se acerque de nuevo a la zona crítica y una mortalidad por pesca aún muy baja en comparación con otras pesquerías de bacalao del Atlántico Norte.

Los detractores recuerdan que la recuperación ha sido extraordinariamente lenta, que el crecimiento parece haberse estancado desde 2017 y que cualquier paso en falso puede costar otra década perdida para las comunidades costeras. Reclaman que, tratándose del “caso escuela” de sobrepesca del planeta, Canadá debería optar por el máximo nivel de precaución y esperar a que la tendencia de mejora sea clara y sostenida antes de ampliar cuotas.


Un laboratorio global de cómo pescar en un océano distinto

La reapertura del bacalao del Norte y el posterior aumento de cuota no son solo una cuestión canadiense. Para la comunidad internacional, esta pesquería funciona como un laboratorio de gestión en un océano alterado por el clima, donde referencias históricas ya no sirven y donde se obliga a revisar puntos de referencia, metas de reconstrucción y tolerancia al riesgo.

Probablemente, el bacalao del Norte nunca volverá a ser lo que fue en la década de 1960. Pero eso no significa que esté condenado al colapso permanente. Entre el inmovilismo del “mejor no tocar nada” y la temeridad de “volver a pescar como antes” se abre un espacio estrecho, complejo y profundamente político: el de una pesquería moderada, adaptativa y vigilada al milímetro, capaz de generar empleo sin agotar el capital natural.

Si Canadá logra mantener ese equilibrio —y corregir con rapidez cualquier desvío— el bacalao del Norte podría pasar a la historia no solo como símbolo de la sobrepesca, sino también como ejemplo de cómo una pesquería colapsada puede encontrar un nuevo punto de estabilidad en un mar que ya no es el mismo.

Buena campaña de bonito del Norte para la flota francesa, pese al “baño de realidad” de las aguas cálidas

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La campaña 2025 de bonito del Norte (thon germon) ha dejado un sabor globalmente positivo para la flota francesa agrupada en la Organización de Productores Les Pêcheurs de Bretagne (LPDB). Pese a unas temperaturas del agua anómalas, que obligaron al pescado a “hundirse” y complicaron la localización de los bancos, el balance que hace la OP es el de una “belle saison” para el germón.

LPDB concentra alrededor de la mitad de los desembarques franceses de germón y se ha confirmado de nuevo como el corazón de esta pesquería atlántica. En 2025 han salido hacia la campaña prácticamente los mismos barcos que el año anterior: 24 unidades, con base en los puertos de Le Guilvinec, Lorient y La Turballe, un triángulo clásico del bonito en la fachada atlántica francesa.


Una “bella temporada” en número de mareas y valor económico

Según el balance interno de la organización, la campaña 2025 puede calificarse de satisfactoria en términos de actividad y resultados económicos. Los barcos han podido completar una temporada completa, con un nivel de capturas ordenado y regular, lo que ha permitido alimentar las lonjas bretonas con volúmenes constantes y un producto apreciado por la industria conservera y el mercado fresco.

La continuidad en el número de unidades —sin grandes entradas ni salidas de la flota— ha contribuido a dar estabilidad al sistema: mismos armadores, mismas tripulaciones y una organización de campaña ya muy rodada. En un contexto de costes de combustible todavía elevados, el hecho de haber mantenido la actividad con buenos precios medios en subasta ha sido decisivo para salvar la cuenta de resultados de muchas empresas.


El factor agua: un bonito que “se hunde”

La nota discordante de la campaña ha sido, una vez más, el comportamiento del océano. Los profesionales hablan de una “température de l’eau faisant couler le thon germon”: aguas cálidas y estratificadas, que empujan al germón a capas más profundas y lo hacen menos accesible a los artes de superficie.

Ese contexto oceanográfico encaja con lo que los científicos del ICCAT vienen advirtiendo desde hace años: la variabilidad ambiental está modificando las zonas de pesca del germón del Atlántico Norte, desplazando la especie y alterando su productividad, hasta el punto de que en algunos años la disponibilidad en el golfo de Vizcaya es claramente menor. iccat.int

Para la flota, esto se traduce en:

  • Más tiempo de búsqueda, con mayor consumo de gasóleo.
  • Bancos más dispersos, menos “mattas” compactas y más lances “de oportunidad”.
  • La necesidad de afinar el trabajo en pareja de los chaluteros pelágicos y de confiar cada vez más en electrónica e información compartida entre barcos.

Pese a ello, el germón ha terminado respondiendo y la OP considera que el resultado final es bueno, aunque con una sensación de fragilidad: un par de semanas malas más habrían cambiado el tono del balance.


El papel de Les Pêcheurs de Bretagne en la pesquería francesa

LPDB agrupa a unos 700 buques de muy diverso tipo y es una pieza central del dispositivo francés de gestión de cuotas y planificación de campañas. En el caso del germón, su peso es determinante: cerca de la mitad de las capturas francesas de bonito del Norte pasan por sus barcos y sus lonjas. Région Bretagne

Desde el punto de vista territorial, la campaña de bonito sigue siendo un pilar económico y social para puertos como Guilvinec, Lorient y La Turballe:

  • Mantiene empleos directos a bordo y a pie de muelle.
  • Alimenta la primera venta en subasta, con un producto de valor añadido que mejora la facturación de las lonjas.
  • Sostiene una cadena a tierra que va desde el transporte y el hielo hasta la transformación y la comercialización.

Bonito del Norte, entre la rentabilidad y la adaptación climática

La buena campaña de 2025 no oculta los desafíos. El germón francés opera en un marco de cuotas ICCAT para el Atlántico Norte, bajo una regla de explotación que busca mantener el stock cerca del rendimiento máximo sostenible, pero con un océano que ya no se comporta como hace 20 o 30 años. iccat.int

Para la flota de LPDB, la ecuación es delicada:

  • Aprovechar al máximo el cupo disponible para mantener la rentabilidad.
  • Al mismo tiempo, adaptarse a cambios rápidos en distribución, profundidad y fenología del recurso, que pueden convertir una “bella temporada” en un año difícil si las condiciones se tuercen.
  • Invertir en innovación (selectividad, eficiencia energética, mejor seguimiento de datos) para seguir siendo competitivos y sostenibles.

Conclusión: una buena campaña con señales de alerta

El balance del bonito del Norte 2025 para la flota francesa agrupada en Les Pêcheurs de Bretagne puede resumirse en tres ideas:

  1. Buena temporada en términos de actividad y valor, que confirma el peso estratégico del germón en la economía pesquera bretona.
  2. Incertidumbre creciente ligada al océano, con temperaturas y condiciones que obligan al pescado a “esconders,e” y exigen un esfuerzo extra a la flota.
  3. Necesidad de consolidar la gestión adaptativa, combinando disciplina en el uso de cuotas, seguimiento científico y capacidad de reacción rápida ante campañas más flojas.

Para los puertos de Guilvinec, Lorient y La Turballe, 2025 se cierra con la satisfacción de haber vivido una “belle saison” de bonito, pero también con la conciencia de que cada vez más, el éxito de la campaña dependerá tanto de la habilidad de los pescadores como de la nueva normalidad climática que se instala en el Atlántico.

La pesca, motor silencioso de la facturación marítima en Cataluña

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18/11/2025 Representantes de la Conselleria y la red BlueNetCat en el marco de la 5 edición del Maritime Hub. El conseller de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat, Òscar Ordeig, ha presentado este martes el informe anual sobre economía azul, que apunta que los sectores vinculados al mar generaron un volumen de negocio de 21.170 millones de euros en 2022, un 41% más que el año anterior, y representaron un 4% del valor total de la producción en Catalunya. ECONOMIA GENERALITAT DE CATALUNYA

La economía azul catalana alcanzó los 21.170 millones de euros en 2022 y consolida a los recursos marinos vivos —pesca y acuicultura— como una de sus grandes columnas económicas

La economía vinculada al mar en Cataluña atraviesa uno de sus mejores momentos. Según el último informe de economía azul presentado por el conseller Òscar Ordeig, los sectores marítimos catalanes alcanzaron en 2022 una facturación de 21.170 millones de euros, un 41 % más que el año anterior, lo que supone el 4 % del valor total de la producción catalana.

Aunque el dato estrella del informe es global —incluye transporte marítimo, puertos, turismo costero, construcción naval, energías marinas y servicios ligados al mar—, detrás de esa cifra hay un pilar que sostiene buena parte del negocio: la pesca, la acuicultura y la cadena comercial de los productos del mar.


Un sector azul que crece… y donde el pescado pesa mucho

El informe de economía azul cifra también el valor añadido bruto (VAB) del conjunto de actividades marítimas en 5.588 millones de euros, con un incremento del 48 %, y 125.215 empleos directos, un 21 % más que en 2021.

La fotografía más reciente desglosada de la economía azul llega con un pequeño decalaje, pero ayuda a situar el peso real de la pesca en ese conjunto. Según los datos de la Generalitat para 2020, el bloque de “recursos marinos vivos” —pesca marítima, acuicultura, transformación y comercialización de productos pesqueros— generó un volumen de negocio de 4.641,8 millones de euros, el 36,1 % de toda la producción azul catalana, con un VAB de 650,7 millones (23,8 % del total azul) y 16.340 empleos directos.

Es decir: aun cuando el turismo costero concentra la mayor parte del empleo, el negocio pesado en euros dentro del mundo marítimo catalán pasa en gran medida por la pesca, la acuicultura y la industria del pescado. Todo indica que, si el conjunto de la economía azul creció un 41 % en 2022, este bloque también ha aprovechado la ola de recuperación, aunque la Generalitat todavía no ha publicado el detalle por subsectores para ese año.


Del muelle al mundo: pescado catalán con ambición exportadora

La presentación del informe coincidió con la quinta edición del Maritime Hub, el congreso de innovación marina y economía azul que impulsa la Conselleria junto a la red BlueNetCat, una plataforma que agrupa a centros de investigación, empresas y administraciones que trabajan en proyectos vinculados al mar.

En paralelo, el Govern ha utilizado escaparates como la Seafood Expo Global de Barcelona para exhibir la potencia del sector pesquero y del marisco catalán. En la edición de 2024, la administración recordaba que solo el bloque de recursos marinos vivos movía más de 4.600 millones de euros de negocio y que había resistido mucho mejor que otros segmentos de la economía azul el impacto de la pandemia, precisamente por su carácter de actividad esencial de suministro alimentario.

Las lonjas de la Costa Brava, el delta del Ebro y el área metropolitana de Barcelona, junto con la acuicultura de mejillón, ostra y dorada, y una potente industria de transformación y distribución, conforman un tejido que se proyecta hacia el exterior con marca propia. Cataluña se promociona ya como “Región Mundial de la Gastronomía 2025”, usando el pescado y el marisco como uno de sus argumentos estrella.


Facturación al alza, pero con retos en el horizonte

El brillo de las cifras es innegable: más facturación, más VAB y más empleo azul, con la pesca bien situada en la parte alta de esa tabla. Pero el sector no es ajeno a los desafíos:

  • Costes de energía y combustible, que siguen presionando la rentabilidad de la flota.
  • Obligación de descarbonizarse, marcada por la UE y canalizada a través del FEMPA y otras líneas específicas para modernizar motores, mejorar la eficiencia energética y reducir emisiones.
  • Relevo generacional en la pesca artesanal y costera, especialmente en zonas como el Ebro y el Empordà.
  • Necesidad de diversificar: turismo marinero, valorización de subproductos, acuicultura de alto valor añadido, biotecnología marina, etc.

Al mismo tiempo, los Grupos de Acción Local Pesquera (GALP) de la Costa Brava, Costa Central y Mar de l’Ebre canalizan fondos europeos hacia proyectos locales que buscan añadir valor al kilo de pescado: más transformación en origen, mejor comercialización y, en muchos casos, un relato de proximidad y sostenibilidad que conecta con el consumidor.


Una pieza clave de la Estratègia marítima de Catalunya 2030

La Generalitat encuadra este dinamismo dentro de la Estratègia marítima de Catalunya 2030, el marco que fija objetivos en pesca y acuicultura sostenibles, descarbonización, innovación portuaria y energías marinas. La economía azul aparece ahí no solo como un vector de crecimiento, sino como una palanca de cohesión territorial para las comunidades costeras.

Con la última fotografía disponible, el mensaje es claro:

  • La economía azul catalana se consolida junto a las grandes potencias marítimas europeas, con 21.170 millones de euros de facturación y más de 125.000 empleos.
  • Dentro de ese bloque, la pesca, la acuicultura y la cadena del pescado son responsables de varios miles de millones de euros de negocio y de una parte muy significativa del valor generado.

A falta de que el próximo informe desglosado actualice las cifras específicas de facturación pesquera de 2022, el sector ya sabe que llega a esa fecha con el viento de cola: más azul en la economía catalana y un protagonismo pesquero que, aunque a menudo discreto en los titulares, sigue siendo decisivo en las cuentas.

El Senado aprueba una moción para frenar el recorte de los fondos europeos

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El Senado ha aprobado este miércoles la moción presentada por el Partido Popular para frenar el recorte de los fondos europeos destinados al sector pesquero en el próximo Marco Financiero Plurianual 2028–2034. La iniciativa sale adelante en un momento marcado por la preocupación ante el posible recorte del 67% anunciado por la Comisión Europea.

La senadora del PP, Rosa Viera, ha celebrado la aprobación de la propuesta, destacando que se trata de “un paso decisivo para proteger a un sector estratégico para Canarias y para toda España”. La portavoz popular advirtió que una reducción de esta magnitud “poner en riesgo a cientos de familias, el relevo generacional y la modernización de nuestra flota”, además de limitar los avances europeos en sostenibilidad y competitividad.

Además, la iniciativa incluye la demanda de un POSEI específico para la pesca y la acuicultura en Canarias y otras regiones ultraperiféricas, que permita la compensación de sobrecostes y el apoyo sostenible a la competitividad de las Islas.

“Con esta aprobación, el Senado manda el mensaje claro de que España no aceptará un golpe tan duro para su pesca”, sostuvo Viera, insistiendo en que la moción insta de manera firme al Gobierno de España a manifestar públicamente su rechazo al recorte y a oponerse, e incluso bloquear, la propuesta de la Comisión Europea en el Consejo de la UE.

“El Gobierno debe defender lo que hoy ha respaldado el Senado. No puede haber tibieza cuando está en juego el futuro económico y social de las regiones costeras, especialmente de Canarias”, afirmó Viera.

La iniciativa del PP también exige que España impulse una posición común con otros estados miembros con fuerte actividad pesquera, con el objetivo de frenar un recorte que afectaría a la sostenibilidad de los océanos y a la resiliencia de las comunidades marineras. “Europa no puede hablar de sostenibilidad mientras desmantela los instrumentos que permiten alcanzarla”, recordó la senadora canaria.

Además, el texto plantea que España defienda ante la UE el mantenimiento de un presupuesto específico y suficiente para un fondo equivalente al FEMPA, garantizando así la competitividad, modernización y viabilidad futura del sector y exige también que el Gobierno active mecanismos de interlocución permanente con las comunidades autónomas y con el sector pesquero, para alinear la postura española con las necesidades reales de quienes trabajan en el mar.

“La moción aprobada hoy el Senado ha hablado alto y claro porque España debe defender la pesca. Ahora le toca al Gobierno cumplir el mandato y actuar con determinación”, comentó Viera, reafirmando su satisfacción por la aprobación de esta moción, que supone un respaldo institucional contundente al sector pesquero canario y español.

Los hidrofoils, un importante nicho de mercado

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Alas bajo el agua: por qué los hidroalas siguen siendo un nicho pese a sus ventajas

De los Jetfoil de Boeing al último boom en redes: la física acompaña, pero la economía, el clima y la escala siguen frenando la revolución de las “lanchas voladoras”

Si uno se fiara solo de las redes sociales, podría pensar que los hidroalas son el último invento milagroso de la industria naval: barcos que “vuelan” sobre el agua, consumen menos, van más rápido y, además, se venden como solución “verde”. Pero la realidad es bastante más compleja… y bastante más vieja.

Los hidroalas, o hydrofoils, llevan décadas surcando mares y ríos. Su principio físico está perfectamente descrito en los manuales de arquitectura naval desde mediados del siglo XX. Y, sin embargo, salvo unos pocos ferris y proyectos muy concretos, nunca han logrado conquistar el mercado ni convertirse en “flota masiva” ni en el transporte marítimo ni en el militar.

El ingeniero naval John Kecsmar repasa en un reciente análisis las luces y sombras de esta tecnología, y deja una pregunta incómoda sobre la mesa: si de verdad fueran la revolución que algunos prometen, ¿por qué no están por todas partes?


La ciencia detrás del “barco que vuela”

El concepto, en sí, es elegante. Un hidroala es un perfil sumergido (un “ala” bajo el agua) que genera sustentación cuando el barco avanza. A medida que aumenta la velocidad, aumenta la fuerza hacia arriba que produce el foil, hasta conseguir levantar parcial o totalmente el casco fuera del agua.

La clave está en que:

  • La sustentación aumenta con el cuadrado de la velocidad.
  • Depende del área del hidroala y de su perfil (espesor, forma), que a su vez determinan el rozamiento.

Nada es gratis: se gana en reducción de resistencia al sacar el casco del agua, pero se introduce un nuevo elemento (el foil) con su propio rozamiento y con límites muy claros de tamaño y resistencia estructural.

Hay dos grandes familias:

  • Hidroalas totalmente sumergidas, como los Jetfoil de Boeing, donde solo sobresale del agua el mástil que une el foil con el casco.
  • Hidroalas de superficie, en las que parte del foil emerge y se autorregula la sustentación. Ejemplo clásico: los ferris de Rodriquez.

En ambos casos, bien diseñados, los hidroalas pueden ofrecer menos resistencia a alta velocidad y mejor confort en mar agitado, porque solo una pequeña parte de la estructura “lee” la ola. El Jetfoil ganó fama precisamente por su suavidad de marcha en mares duros.


De la euforia a la desaparición: los años dorados del hidroala

Lejos de ser una novedad, los hidroalas vivieron ya su gran ola de entusiasmo en el pasado.

  • Años 50–70: rusos e italianos desarrollan los primeros modelos comerciales, sobre todo para servicios de pasaje.
  • 1974: Boeing lanza su Jetfoil, que entra en servicio en varias rutas rápidas (como Hong Kong–Macau) y se convierte en la cara más conocida de la tecnología.
  • Décadas de 1980 y 1990: conferencias técnicas como FAST y RINA se llenan de ponencias sobre hidroalas, con promesas de más velocidad, menos consumo, mejores movimientos y mayor confort.

Incluso la industria militar se asoma al fenómeno:

  • La Armada estadounidense apuesta por las lanchas misilísticas de la clase Pegasus.
  • La Royal Navy prueba el HMS Speedy.

En el ámbito civil, el caso más simbólico quizá sea el del Foilcat de Kvaerner Fjellstrand, un astillero que prácticamente apostó su futuro a la “revolución” hidroala… y acabó arruinado.

¿Qué queda hoy de aquel boom? Algunos Jetfoil actualizados, ferris antiguos que van desapareciendo poco a poco y muchos folletos técnicos en los archivos. Las marinas del mundo, sin embargo, no se llenaron de hidroalas, como se había pronosticado.


El muro de la realidad: costes, misión y mal tiempo

¿Por qué naufragó aquel entusiasmo? Los motivos se repiten en casi todos los casos, militares y civiles.

  1. Coste de construcción y mantenimiento
    Un Jetfoil actualizado ronda los 50 millones de dólares por unidad: una cifra muy difícil de encajar frente a alternativas convencionales más baratas, robustas y fáciles de mantener. La complejidad mecánica y de control también encarece las paradas en dique, la formación y las reparaciones.
  2. Consumo y perfil de misión
    Aunque el hidroala reduce la resistencia del casco a alta velocidad, el balance energético real depende de cómo se opera el buque. En muchos casos, las marinas y navieras acabaron comprobando que, para perfiles de misión con muchas horas a baja velocidad o en espera, el consumo global era mayor que el de barcos convencionales de menor complejidad.
  3. Limitaciones de mar
    Todo hidroala tiene un límite de altura significativa de ola a partir del cual no puede levantarse sobre el foil. El Jetfoil, por ejemplo, está limitado en torno a los 2,3 metros. Por encima de esa condición, el buque “se cae” del foil y es muy difícil volver a hacerlo volar, quedando a merced de las olas: más movimiento, más mareo y más riesgo para los pasajeros. Cualquiera que haya vivido varios intentos fallidos de “despegue” sobre el foil en mar gruesa, apunta Kecsmar, entiende por qué algunos consideran el hidroala “una solución en busca de un problema”.
  4. La tiranía de la ley cuadrado–cubo
    Tal vez el freno más profundo sea puramente físico. El peso de un buque crece con el cubo de sus dimensiones (tres ejes), mientras que la sustentación de un hidroala depende del área de su perfil, que crece con el cuadrado. Resultado: a partir de cierto tamaño, el peso crece más rápido que la capacidad de sustentación que puede ofrecer un foil realista en términos de espesor, resistencia y materiales. Eso limita el tamaño viable de los hidroalas comerciales. Y a menor tamaño, menor capacidad y menor margen de negocio.

¿Y la nueva ola de foils “verdes”?

En los últimos años, redes sociales y campañas de marketing han devuelto los foils al escaparate, ahora asociados a:

  • Embarcaciones eléctricas ligeras.
  • Proyectos “cero emisiones” para transporte urbano o turismo.
  • Propuestas que venden el hidroala como “solución ecológica definitiva”.

Kecsmar baja el volumen del entusiasmo: la llegada de nuevos materiales y sistemas eléctricos permite perfiles de foil más finos, con algo menos de rozamiento y mejor relación sustentación/arrastre, pero no cambia las leyes de la hidrodinámica.

  • Sigue existiendo el compromiso entre área, espesor, resistencia y peso.
  • Sigue mandando la ley cuadrado–cubo cuando intentamos escalar el concepto a barcos grandes.
  • Y sigue habiendo límites operativos por estado de mar y perfil de servicio.

Dicho de otro modo: un hidroala eléctrico y ligero puede ser una buena solución en determinadas rutas cortas, con mar relativamente abrigada y alta frecuencia de servicio, pero no convierte de golpe al concepto en universal ni en milagro verde.


El lugar (real) de los hidroalas: nichos, no invasión

¿Significa todo esto que los hidroalas no sirven para nada? En absoluto. Lo que sugiere la experiencia de los últimos 70 años es que tienen su sitio… pero es un sitio de nicho.

Ejemplos como los Hysucat, desarrollados por el profesor Karl-Gunter Hoppe, muestran muy buenas prestaciones en embarcaciones de tamaño pequeño y medio, donde el equilibrio entre peso, área de foil y misión encaja. Son barcos rápidos, eficientes y con buen comportamiento en mar, pero su campo natural son aplicaciones específicas, no el transporte masivo mundial.

En ese sentido, Kecsmar subraya algo importante: los proyectos serios de hidroalas exitosos no suelen prometer ser “la solución para todo”, ni se venden como revolución global, sino como herramientas optimizadas para un rango muy concreto de esloras, velocidades y rutas.

La pregunta de fondo, por tanto, sigue en pie:

Si los hidroalas son tan revolucionarios como se prometía en los años 50, 70, 90… y como se promete ahora en redes,
¿por qué no vemos flotas enteras de ellos surcando todos los mares del mundo?

La respuesta, por ahora, parece estar menos en la imaginación del marketing y más en las ecuaciones de la física, las tablas de costes y la realidad tozuda de los estados de la mar