Armada, Comisión Europea, navieras, hidrógeno verde y puertos coinciden: las soluciones existen, pero el reto es escalarlas a tiempo y con reglas claras
La pregunta que daba título a la mesa no podía ser más directa: “Sostenibilidad en la Economía Azul – ¿Existe tecnología para acometer la transición?”. La respuesta, tras una hora de debate intenso, fue matizada pero clara: la tecnología está, pero falta velocidad, escala, regulación estable y financiación para que llegue a todos los buques y puertos.
La sesión reunió a cinco actores clave del nuevo tablero marítimo: la Armada española, a través del teniente de navío (CIA) Daniel Torrado Ramo, técnico de Plataformas Navales de la Dirección de Construcciones; Julia Rodríguez Estrada, project manager del Green Hydrogen Andalusian Valley (Moeve); Delilah Al Khudhairy, directora de Política Marítima y Economía Azul en la Comisión Europea (Energy Transition Partnership), conectada online; Simon Bennett, secretario general adjunto de la International Chamber of Shipping (ICS); y Rocío Díaz Pereira, directora de La Lonja de la Innovación del Puerto de Huelva. Moderó el debate Jaime Fernández, director regional de AON en Andalucía, uniendo las piezas desde la óptica del riesgo y el aseguramiento.
La Armada y la OTAN: combustibles limpios… pero seguros y disponibles
Desde la óptica de la defensa, Daniel Torrado situó el debate en un contexto poco habitual en foros civiles: el de la OTAN y la seguridad energética. Recordó que las marinas aliadas están obligadas a reducir su huella de carbono, pero también a garantizar la interoperabilidad y el suministro en escenarios de crisis.
Para la Armada, explicó, hablar de nuevos combustibles significa contar con soluciones que puedan funcionar en entornos extremos, con cadenas logísticas robustas y mezclas compatibles con el parque de buques actual. De ahí su interés por los combustibles drop-in (biocombustibles avanzados, e-fuels) que se puedan introducir de forma gradual en motores existentes, sin comprometer operatividad.
Torrado subrayó que la transición, en el ámbito militar, será “forzosamente dual”: una fase larga de convivencia entre combustibles fósiles y nuevos vectores energéticos. El reto para la OTAN y las marinas es no quedarse atrás respecto al sector civil, pero tampoco dar pasos que comprometan la seguridad de suministro en zonas sensibles.
Hidrógeno verde: de la “promesa” a los corredores reales
Desde Moeve, Julia Rodríguez Estrada trasladó al foro la visión de los grandes proyectos de hidrógeno renovable, con el Green Hydrogen Andalusian Valley como uno de los más emblemáticos del sur de Europa. Recordó que el hidrógeno por sí solo no va “del electrolizador al barco”, y que el verdadero salto estará en su transformación en amoniaco, metanol u otros combustibles sintéticos aptos para el transporte marítimo.
Rodríguez incidió en que ya hay tecnología probada para producir hidrógeno verde y derivados, pero la clave es desplegar corredores verdes puerto a puerto, con demanda asegurada y contratos a largo plazo que permitan cerrar la financiación de plantas y redes logísticas. La conexión entre los valles de hidrógeno del hinterland y los muelles es, a su juicio, uno de los puntos donde se jugará la competitividad de los puertos del sur de Europa.
Bruselas: regulaciones para empujar la transición… y evitar la fuga de carbono
La representante de la Comisión Europea, Delilah Al Khudhairy, recordó que la UE ya ha puesto sobre la mesa un paquete regulatorio muy exigente para el sector marítimo: inclusión del transporte en el EU ETS, aplicación de FuelEU Maritime desde 2025 y hoja de ruta de la Estrategia de la Economía Azul Sostenible.
Al Khudhairy señaló que el objetivo europeo es doble: reducir emisiones y, al mismo tiempo, evitar desventajas competitivas frente a otros bloques. De ahí el énfasis en instrumentos como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) y en acuerdos internacionales en el seno de la OMI.
Según su visión, sí existe tecnología para que la flota que opera en Europa acelere la transición –desde soluciones híbridas y eficiencia energética hasta combustibles alternativos–, pero hace falta señal de precio estable, fondos de apoyo a la primera ola de proyectos (“first movers”) y un marco que dé seguridad jurídica a armadores e inversores.
La voz de las navieras: la tecnología no basta sin modelos de negocio viables
Desde la International Chamber of Shipping (ICS), Simon Bennett aportó la perspectiva global de las navieras. Recordó que el sector se ha comprometido a la neutralidad climática en 2050, pero que el grueso de la flota mundial está formado por buques que seguirán en servicio 15 o 20 años más.
Bennett subrayó que ya existen buques piloto movidos por metanol, GNL o baterías en rutas cortas, y que la eficiencia operativa (optimización de rutas, reducción de velocidad, digitalización) puede recortar emisiones de forma inmediata. Pero advirtió de tres obstáculos:
- Disponibilidad real de combustibles alternativos a escala global.
- Coste muy superior respecto al fuel tradicional, que ninguna compañía puede asumir en solitario.
- Riesgo regulatorio y fragmentación, si cada región del mundo aplica reglas diferentes.
Desde ICS se insiste en la necesidad de mecanismos financieros internacionales –fondos de transición, tasas globales sobre el carbono en el transporte marítimo, esquemas de “fuel standard” armonizados– que eviten una carrera de deslocalización hacia puertos y banderas más laxos.
Puerto de Huelva: la innovación portuaria como laboratorio de la transición
La experiencia más aterrizada llegó de la mano de Rocío Díaz Pereira, directora de La Lonja de la Innovación del Puerto de Huelva, primer hub de innovación abierta en un puerto español. Díaz explicó cómo el puerto onubense se está posicionando como banco de pruebas para soluciones aplicadas a la economía azul: sensórica, eficiencia energética, trazabilidad, logística inteligente o gestión de nuevos combustibles.
Insistió en que la transición tecnológica no ocurrirá solo en los buques: los puertos serán nodos críticos para el suministro de combustibles alternativos, la recarga eléctrica, la digitalización de la cadena logística y la formación de nuevos perfiles profesionales. La Lonja de la Innovación funciona como puente entre startups, industria y autoridades portuarias para acelerar proyectos reales, no solo “presentaciones en power point”.
El prisma del riesgo: aseguradoras y financiación como aceleradores o freno
El moderador, Jaime Fernández (AON), fue hilando las intervenciones desde una óptica poco visible pero decisiva: el riesgo técnico y financiero. Recordó que la adopción de nuevas tecnologías –desde motores dual fuel hasta sistemas de almacenamiento de hidrógeno– implica incertidumbres operativas, regulatorias y de responsabilidad civil que afectan a primas de seguros, condiciones de financiación y percepción de los inversores.
En ese marco, los instrumentos de gestión de riesgos, seguros adaptados y esquemas de partenariado público-privado pueden convertirse en catalizadores de la transición, siempre que haya información suficiente, datos de operación y marcos normativos claros.
¿Hay tecnología suficiente? Un “sí, pero” unánime
Al cierre de la mesa, el consenso fue amplio:
- Sí existen tecnologías maduras y en desarrollo para descarbonizar buena parte de la economía azul: nuevos combustibles, eficiencia energética, electrificación parcial, digitalización, captura de carbono en origen, etc.
- No basta con que existan: hay que producirlas a gran escala, abaratar costes, desplegar infraestructuras portuarias, formar tripulaciones y técnicos, y armonizar normas internacionales.
La Armada pide soluciones seguras y compatibles; los promotores de hidrógeno reclaman demanda y contratos a largo plazo; Bruselas marca objetivos y reglas; las navieras piden certidumbre y apoyo financiero; los puertos se ofrecen como laboratorios de innovación. Todos miran al mismo horizonte: una economía azul baja en carbono.
La respuesta a la pregunta inicial quizá se podría resumir así: la tecnología para la transición marítima no es ciencia ficción; el verdadero desafío es convertirla en rutina antes de que el reloj climático y geopolítico marque el tiempo de descuento.












