Una falsa alarma había comunicado que el bacalao congelado propagaba el Covid por medio de declaraciones de autoridades chinas que decían haber encontrado virus «vivos» en embalajes de bacalao congelado. No obstante, Ministerio de Consumo, científicos y dirigentes del sector de la pesca descartan cualquier problema sanitario.
China comunicó que por primera vez muestras de coronavirus activo en el empaquetado exterior de alimentos congelados. El hallazgo plantea la posibilidad, aunque remota, del contagio por tocar ese tipo de superficies, según ha planteado su Centro Nacional de Prevención y Control de Enfermedades (CDC).
El virus activo se detectó en un cargamento de bacalao congelado de origen que no se ha precisado, en el transcurso de las investigaciones para determinar el origen del brote de covid que se detectó la semana pasada en la ciudad portuaria china de Qingdao, que ha infectado a 13 personas. El CDC ha trazado el origen del pequeño brote en dos estibadores del puerto que tocaron esa carga y que fueron trasladados, aún sin síntomas, a un hospital de la ciudad. El hospital no desinfectó sus equipos de manera adecuada y el virus se transmitió a otros pacientes y personal médico antes de que se detectaran los contagios.
Desde el Ministerio de Consumo se recuerda que como ya informó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no hay evidencia científica de que los alimentos puedan ser una fuente o una vía de transmisión probable del SARS-CoV-2 y esta conclusión no ha variado ahora. Y alertan del problema de la manipulación de envases si hay falta de higiene.
Esta es la razón más que probable de la contaminación de los embalajes: la falta de higiene de los manipuladores en el puerto de Qingdao. Así lo mantiene Beatriz Robles, profesora de Nutrición Humana de la Universidad Isabel I y experta en seguridad alimentaria: « Lo que pasa es que, en el caso descrito, es mucho más lógico pensar que el SARS-CoV-2 haya pasado de los empleados que manipularon los embalajes a los propios embalajes, y no al revés». Una teoría que comparte Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, que considera que hay muchas inconsistencias en la información ofrecida por el CCDC, entre ellas el hecho de que no expliquen qué cantidad de virus han encontrado en el envase en cuestión. «En el caso del SARS-Cov-2, la dosis mínima infectiva es de entre 1.000 y 10.000 partículas virales. Por comparar con otras enfermedades, hay cepas de tuberculosis que, con solo 10 partículas que infecten a una persona, le causan la muerte», explica, por lo que califica de «inespecíficas» y «poco serias» las conclusiones del organismo chino. «Como dato anecdótico», añade, «los peces (el bacalao, en este caso, como tipo de pez) tienen una temperatura corporal mucho más baja que la nuestra. Sabemos que el SARS-CoV- 2 se replica en el tracto respiratorio y a 37 grados, por lo que es muy poco probable que sea capaz de replicarse en esta especie de una manera efectiva, y menos aún que, de ahí, hubiera podido ‘saltar’ a humanos».
La directora gerente de la Federación Nacional de Asociaciones Provinciales de Empresarios Detallistas de Pescados y Productos Congelados, María Luisa Álvarez, asegura tajante a LA RAZÓN que «no hay ningún problema de salud pública en los alimentos. No trasmiten la covid. No hay datos fehacientes que, por ejemplo, haya podido constatar la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y nuestras organizaciones». María Luisa Álvarez cree que el problema radica en que «los chinos que manipulaban los embalajes de pescado congelado son seguramente los que transmitieron el virus. Estuve en Shanghái por motivos de trabajo y comprobé que las condiciones higiénicas en la manipulación de alimentos en aquel país eran malas. La cadena del frío dejaba mucho que desear. Así que lo que creo que ha pasado es que los trabajadores transmitieron el virus a los embalajes por falta de medidas de protección al toser o estornudar, o por las manos».
Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca, acusa directamente a las autoridades chinas de no reconocer su responsabilidad. «Me recuerda a cuando acusaron a partidas de salmón y luego se demostró que eran las tablas donde lo manipulaban allí las que estaban contaminadas», señala a esta periódico, y recuerda Carat que «en toda Europa los estándares de seguridad son extremos. Y lo sé porque soy el presidente de la organización europea del sector. Pero no me extraña de ellos. Han sido demandados ante los organismos internacionales por sus continuas irregularidades».
El temor en el sector de la pesca, que incluye los congelados, es evidente. Factura 11.000 millones de euros al año en total. A nivel local, cualquier alarma infundada poneen peligro la existencia de unas 10.000 pescaderías tradicionales que emplean a cerca de 22.000 personas. En los últimos diez años se han perdido casi un tercio de las pescaderías en España. En cuanto a cuota de mercado, las pescaderías tenían en el año 2019 un 23,5% para todas las categorías. Ha ayudado a resistir el empuje de la pandemia haber llegado a un 80% de entregas a domicilio. Pero el consumo de productos pesqueros desciende año a año. Y noticias como la propagada les complica aún más el futuro.