La flota francesa de arrastre pelágico ha iniciado la costera de bonito desde la segunda semana de julio, un asunto que inquieta a la flota bonitera que muestra su preocupación ante la incertidumbre que supone la «difícil convivencia» con la pelágica de Francia e Irlanda, que trabaja con normas distintas y artes diferentes, lo que supone una amenaza para los pesqueros españoles que emplean aparejos selectivos.
El sector teme que los barcos pelágicos al iniciar de forma temprana la costera del bonito que trabajen cerca de las costas españolas y que aprovechen la localización de los bancos por parte de las embarcaciones de cebo vivo para después ellos lanzar sus redes y hacerse con el recurso.
«Antes empezaban en agosto, pero ahora lo hacen en julio», explica un patrón de Ondarroa lo que dificulta competir, porque no trabajan en igualdad de condiciones, ya que la normativa de sus países no les impone los límites que tiene la del Cantábrico Noroeste y además priman la cantidad sobre la calidad, al contrario que la española, que apenas tiene descartes al pescar con anzuelo o cacea.
El malestar del sector bonitero ya se comunicó al Gobierno autonómico y al central en pasadas campañas a fin de que lleven a cabo un control exhaustivo sobre la flota pelágica para garantizar que opere dentro de la legalidad.
Otro factor que inquieta a los boniteros reside en la cuota, dado que el año pasado llegó a cerrarse la pesquería, que se desarrolla entre los meses de junio y octubre, al agotarse la cuota establecida. La campaña, de carácter estacional, arranca en el Atlántico cerca de las Azores, desde donde los barcos se desplazan hacia el sur de Irlanda o Vizcaya siguiendo a los cardúmenes. Sin embargo, los barcos de Irlanda y Francia seguían descargando la especie, pese a la escasa cuota que contaban.Otro factor último es el alza del precio del gasóleo puede afectar a la rentabilidad de la costera.