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viernes, abril 19, 2024
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Argentina evalúa el impacto de Mercosur sobre la pesca

Argentina evalúa el impacto de la pesca del acuerdo de libre comercio con la lógica cautela en el sector pesquero tras el anuncio de acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. El primer documento difundido señala que entre productos que tendrán arancel cero con la entrada en vigor del acuerdo figuran algunos productos de la pesca, como merluza. Mientras que con una desgravación de 4 a 10 años otros productos pesqueros como langostinos y conservas de pescado.

La industria pesquera de Argentina recibió con cautela el anuncio oficial sobre lo que se denominó el “histórico” acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, ya que, tras dos décadas de negociaciones, idas y vueltas, la administración de Mauricio Macri celebró el anuncio.

Argentina exportó el año pasado pescados y mariscos por valor de 2.130 millones de dólares, y casi un 40% de las destinaciones fueron a países de la Unión Europea. Un rápido repaso de los datos oficiales del último año arroja que los mercados indiscutidos de los productos pesqueros argentinos son España y China. Al país ibérico se exportaron 89.765 toneladas por 483.595.000 dólares, mientras que al gigante asiático fueron 102.299 toneladas que representaron ingresos por 475.645.000 dólares. La diferencia está dada por el tipo de producto de mayor valor y calidad que requiere el mercado español, principalmente langostino. Muy lejos los sigue Italia con 28.928 toneladas, que generaron 181.103.000 dólares.

Veinte años tardó llegar a un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero la instrumentación no se vislumbra como inmediata, sino que parece un proceso de largo aliento.

La cautela inicial en la evaluación del acuerdo responde a que todas las lecturas están hoy contaminadas de posturas políticas, y la dimensión de lo pautado podrá ser medido en el mediano y largo plazo, ya que la implementación será gradual, y como siguiente paso requiere ratificación parlamentaria. Trámite este que no parece muy ágil, más en pleno proceso electoral presidencial y con un Congreso en el que el oficialismo carece de mayoría propia.

Dentro del sector pesquero coinciden en que todavía deben terminarse de definir ciertos detalles, lo que se denomina la letra chica del acuerdo, aunque claramente la intención es eliminar la mayor parte de los aranceles en el comercio entre ambos bloques.

Con todo, en todas las experiencias de tratados de libre comercio hay ganadores y perdedores. A nadie escapa que este no es un acuerdo entre partes iguales. Son dos bloques con profundas asimetrías. Se trata de un pacto entre un bloque de vanguardia tecnológica e industrial y otro conformado por países en vías de desarrollo, y allí radican las dudas y temores acerca de cuáles son los equilibrios logrados, y situados en ese contexto, sobre cómo serán beneficiados o afectados los distintos sectores de la actividad económica en nuestro país.

El primer documento difundido por la Cancillería Argentina, en materia pesquera hace mención en dos apartados. Uno en el referido a “Productos que entran en canasta de desgravación de 4 a 10 años”, y allí entre los ítems aparece: “Productos de la pesca (por ejemplo, langostinos) y conservas de pescado”.

Mientras que en el apartado que estipula los “Productos que tendrán 0% de arancel con la entrada en vigor del acuerdo”, se indica: “Algunos productos de la pesca, como merluza”, sin mayores precisiones, lo que se terminará de definir en futuros documentos que profundicen el acuerdo y haya un detalle específico de productos.

El hecho de que la disminución de aranceles sea gradual y plantee un período de transición, ofrece una importante ventana de tiempo que será clave para que las empresas argentinas puedan prepararse y adaptarse a una mayor competencia externa. Esto requerirá necesariamente un paquete de medidas estatales que incentiven, alienten y promuevan la incorporación de valor agregado a los productos, ya que la pesca sigue exportando commodities, ya que los costos de producción y la fuerte presión fiscal terminan restándole competitividad al sector.

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