El potencial marino es grandísimo según se pudo conocer en la primera jornada de Encuentro de los Mares y en la segunda no va a haber profesionales que se dediquen a su captura. Hasta un mariscador de la pesca de coquinas de Doñana dijo a Europa Azul que «no quería que sus hijos se dedicaran a esto». Representantes de la flota de bajura y de altura dieron a conocer los problemas y limitaciones que padecen en un momento que «desde las Administraciones todo son sin restricciones. Nunca la gente estuvo tan desanimada» y nunca «hubo tan poco reconocimiento social justo cuando más han avanzado hacia la sostenibilidad».
Y, es que el mundo progresaba en sostenibilidad hacia el hambre cero —objetivo 2 de esas metas que se ha marcado para el 2030— cuando tres elementos disruptivos globales han venido a tirar abajo muchas de las conquistas logradas por el camino. Una pandemia de covid, el cambio climático y laa guerra en Ucrania —a lo que aún podría añadirse una plaga de langosta en África—, se han cobrado como rehenes a 300 millones de personas más que ahora no son capaces de cubrir sus necesidades nutritivas, según la FAO. Solo el 1,1% de la producción alimentaria global procede de los océanos, que sin embargo atesoran la mitad de las especies comestibles que se conocen y las más nutritivas. En el fondo marino hay entre 2000 y 600.000 millones de toneladas de pececillos cargados de omega 3 que podríamos comernos… o no. Nos hemos apropiado de 56 millones de kilómetros cuadrados de ecosistemas terrestres para producir comida frente a 3000 km² en los mares, de los cuales dos terceras partes son cultivos de algas sin apenas impacto el 2015 y el 2021 ha subido del 8 al 9,8 % la población con desnutrición; además, 40 millones de personas pasan hambre por la guerra de Ucrania y 3.100 millones casi no tienen medios para hacer frente al coste de una dieta saludable…. Es «hora de repensar los sistemas alimenticios», sentenció Carlos Duarte, catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudí. Y hay que hacerlo antes de que un nuevo evento disruptivo se cobre más víctimas en forma de obesidad, malnutrición, desnutrición, enfermedades cardiovasculares o directamente hambruna.
Para paliar esta situación fue interesante la ponencia de Susana Agustí que arrojaron luz sobre las posibilidades de los ‘superalimentos azules’. El reto es producirlos sin perder biodiversidad y para ello defiende una pesca y acuicultura responsables. «No puede ser que capturemos 22 millones de kilos de peces salvajes para alimentar a solo 5 de acuicultura», decía Duarte. Una fórmula que ya están explorando países como India o Iran es pescar los mictófidos, pececillos que habitan los fondos marinos y representan la mayor población de vertebrados del planeta. Agustí, que ha estudiado exhaustivamente a los llamados ‘peces del crepúsculo’, deja la pregunta en el aire. «Tienen muchas propiedades y son muy abundantes, pero pescarlos podría alterar el equilibrio natural».
La importancia de la pesca artesanal
Carmen Díaz, presidenta de la Federación Nacional de Pesca Artesanal, una entidad que agrupa a asociaciones de profesionales de artes menores de Andalucía, Levante, Cataluña, Canarias y también Galicia es a su vez hija y nieta de armadores. «Somos una corporación de derecho privado ajena a las Cofradía. No encuentra nuestra alimento sostenible la valoración económica que aportamos Díaz lanzó la voz de alarma. «De nosotros depende salvar la pesca artesanal», clamó, al tiempo que demandó una mayor empatía con la situación del pescador, porque, de seguir así la situación, «en dos generaciones ya no quedarán pescadores», aventuró la representante de la pesca de artes menores.
Por su parte, Javier Garat, presidente de Europech y secretario general de Cepesca, apuntó que «no existe reconocimiento hacia un colectivo que se afana por hacer una pesca sostenible y garantizar la seguridad alimentaria como auténticos héroes. No merecen otro calificativo quienes deben de hacer frente a un medio hostil, pero también afrontar la «falta de relevo generacional, cumplir normas imposibles, soportar la presión…» Por eso «cada vez quedan menos héroes».
El problema de la comunicación
Díaz y Garat admitieron que la pesca tiene un problema de comunicación. De no saber hacer llegar su función vital en la cadena de suministro y sus esfuerzos por cuidar eso de lo que viven. Ni siquiera ahora que la FAO ha certificado que el 82,5 % del pescado desembarcado procede de poblaciones gestionadas de forma sostenible ha mejorado su percepción. Ni social, ni medioambiental. Han intentado remediar esa carencia varias veces, pero lo harán una más. A eso obedece la constitución de Pesca España, una iniciativa de las organizaciones de productores llamada a cubrir esa laguna y promocionar tanto el consumo de pescado, que, según Garat ha caído un 25 % en 14 años, como para poner en valor lo que hace bien el sector. Que no son pocas: usar puertas voladoras para reducir el impacto del arrastre en el fondo, colocar líneas espantapájaros en los palangres para evitar la captura de aves, objetos para atraer los bancos de atún antienmallantes y en breve serán totalmente biodegradables, retirar cuanta basura marina encuentran para que después se convierta e tenis y anoraks… Todo para demostrar q son sostenibles y respetuosos con el medio del que viven.
Laura Rodríguez, directora de MSC para España, explicó los requisitos que debe cumplir un pescado para merecer ese sello azul que certifica la sostenibilidad: el buen estado de la especie objetivo, el impacto que el arte de pesca causa en el medio y la gestión de la pesquería.
En el Palacio de las Marismillas, Vicente Ruiz, experto en historia naval y gastronomía histórica, ofreció una conferencia sobre los alimentos que se llevaron en la Expedición Magallanes-Elcano. Sí, claro, había pescado, pero no tanto como vino y aceite de oliva.
Premio para Uxío Labarta
El impulsor de la producción de mejillones en las Rías Gallegas, Uxío Labarta, recibió el premio Sartún que otorga el Encuentro de los Mares por su contribución a un aprovechamiento sostenible de los recursos marinos. Biólogo marino y pionero de la acuicultura, Labarta es profesor del CSIC y evaluador de los recursos marinos de la FAO y lleva medio siglo estudiando los ecosistemas marinos. El cultivo de bivalvos que él fomenta se ha demostrado como un elemento purificador de las aguas que contribuye a la salud de los mares, siendo una de las formas de acuicultura más respetuosas con el entorno.