Las medidas de distanciamiento social que han acompañado a la propagación de la enfermedad respiratoria aguda por el virus del SARS-CoV-2, COVID-19, a escala mundial desde hace un año, han puesto a prueba a sectores productivos como la acuicultura, provocando bruscas interrupciones en la cadena de suministro.
Varios informes y divulgaciones iniciales han recogido y transferido datos preliminares sobre los principales aspectos relacionados con esta pérdida, caracterizada por una duración y una frecuencia variables en función de la propagación del virus a escala espacial, de su persistencia en el tiempo, de la variación de las medidas de contención y, no menos importante, del tipo de sistema de cría considerado (acuicultura intensiva frente a extensiva, en tierra o en el mar).
Aunque todavía es difícil obtener una evaluación exacta y precisa de las pérdidas económicas que la pandemia de COVID-19 tendrá en el sector de la acuicultura, un grupo de investigadores que lleva años estudiando los sistemas de cultivo, la posibilidad de integrarlos con el entorno y el desarrollo de técnicas cada vez más sostenibles, han intentado comprender mejor qué otros fenómenos causan pérdidas económicas.
Durante la primera semana de encierro en toda Europa nació una investigación realizada a escala mundial y apoyada por investigadores de 26 países que, por primera vez, analizaron la percepción de los acuicultores (a escala mundial) para ofrecer una visión integrada de esta actividad con el entorno en el que está inserta, con el que interactúa y del que depende incluso en momentos de conmoción como los de COVID-19.
La investigación cruzó datos sobre la percepción de las pérdidas económicas atribuibles tanto a las restricciones de la COVID-19 como a los fenómenos de cambio ambiental (registrados en la última década).
¿Qué factores ambientales que actúan sobre las actividades acuícolas han causado una pérdida económica mayor que la atribuible al choque pandémico COVID-19 en los últimos 10 años?
Esta fue la pregunta principal que se tradujo a 14 idiomas y se incluyó en un cuestionario, que llegó a piscicultores de 45 países de todo el mundo.
El análisis de los datos obtenidos mostró que las pérdidas económicas debidas a los factores medioambientales (olas de calor; hipoxia/anoxia; algas tóxicas; contaminación; mareas de tempestad; enfermedades bacterianas, víricas y parasitarias; aumentos/disminuciones repentinas de la salinidad; inundaciones; eutrofización) y COVID-19 actúan en diferentes niveles de la cadena de suministro. Las restricciones, y en concreto los cierres de COVID-19, tuvieron los mayores efectos de pérdida económica asociados a las etapas de suministro y venta de materias primas (sobre todo influidas por las restricciones de transporte).
Los nuevos datos que surgieron se referían a las pérdidas económicas atribuibles a los factores ambientales, que el estudio analizó por primera vez a escala mundial y examinó en una comparación con el choque COVID-19. Las pérdidas económicas registradas varían según el tipo de sistema de acuicultura y el impulsor del cambio medioambiental y se refieren principalmente a los procesos de producción.
Grandes Pérdidas en Turquía
Las olas de calor registraron las mayores pérdidas económicas en los sistemas intensivos en el mar en Turquía. Los eventos de hipoxia/anoxia han provocado las mayores pérdidas económicas en los sistemas intensivos terrestres en países como China, India, Turquía e Italia. La presencia de algas tóxicas registró las mayores pérdidas económicas en los sistemas extensivos en el mar e intensivos en tierra en Brasil y China, respectivamente. Las enfermedades causadas por bacterias, virus y parásitos han provocado las mayores pérdidas económicas en los sistemas de agricultura intensiva en países como China.
Las inundaciones -y la consiguiente turbidez de las aguas costeras- han provocado las mayores pérdidas económicas en los sistemas terrestres intensivos de países como China y en los sistemas marítimos extensivos de países como Italia. La eutrofización registró las mayores pérdidas económicas en los sistemas extensivos en tierra de países como Egipto. Evidentemente, las mayores pérdidas fueron comunicadas por los acuicultores que informaron de los efectos de más de un impulsor del cambio medioambiental a lo largo del tiempo.
Un hallazgo interesante fue que la acuicultura multitrófica integrada (IMTA, por sus siglas en inglés) registró menores pérdidas económicas, lo que la confirma como una solución que proporciona resiliencia al ecosistema (frente a los impulsores del cambio ambiental) y resiliencia económica (al ser capaz de proporcionar diferentes opciones de mercado -es decir, una mayor variedad de productos- durante la pandemia).