EE. UU. califica de “neocolonial” la propuesta global para gravar las emisiones del transporte marítimo internacional y advierte de posibles represalias económicas
Estados Unidos ha lanzado una dura advertencia a los países que planean votar a favor de la nueva tasa al carbono sobre el transporte marítimo propuesta en el seno de la Organización Marítima Internacional (OMI). La medida, debatida en Londres, forma parte del llamado “Net-Zero Framework” (NZF), un mecanismo global destinado a reducir las emisiones de dióxido de carbono del transporte marítimo internacional. Según Washington, este proyecto —que podría convertirse en la primera tasa global de carbono adoptada por una agencia de Naciones Unidas— constituye una “iniciativa neocolonial” que pondría en riesgo el comercio mundial y castigaría a las economías emergentes.
En un comunicado difundido por la agencia AFP, el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio, junto con los titulares de Energía y Transportes, afirmó que su país “combatirá con determinación cualquier intento de imponer costos adicionales a nuestros ciudadanos, empresas energéticas, navieras y turistas”. Los funcionarios estadounidenses advirtieron que se adoptarán sanciones económicas o restricciones comerciales contra aquellos países que respalden la implantación del impuesto ambiental.
Un rechazo frontal a la fiscalidad global del carbono
La OMI tiene previsto votar la próxima semana sobre la adopción del NZF, un marco regulatorio que establecería un precio internacional a las emisiones de CO₂ generadas por los buques mercantes en todo el mundo. El objetivo es avanzar hacia la descarbonización del transporte marítimo y financiar proyectos de transición energética, especialmente en los países en desarrollo. Sin embargo, Washington sostiene que la medida afectaría gravemente a la competitividad global y generaría distorsiones económicas en el comercio internacional.
“Rechazamos categóricamente esta propuesta”, afirma el comunicado, insistiendo en que la administración estadounidense “no tolerará ninguna medida que aumente los costes del transporte y encarezca los productos básicos”. Según estimaciones citadas por el Departamento de Energía, la introducción de una tasa global al carbono podría elevar los precios del transporte marítimo en más de un 10 %, con impacto directo sobre la cadena de suministro y el comercio minorista.
Posibles sanciones y restricciones diplomáticas
Fuentes del Departamento de Estado han asegurado que Washington contempla imponer restricciones de visado y tasas adicionales portuarias a los países que voten a favor del nuevo marco climático de la OMI. Estas medidas buscarían disuadir a gobiernos aliados de apoyar lo que EE. UU. describe como un intento de “centralizar la fiscalidad marítima bajo criterios ideológicos europeos”.
El enfrentamiento diplomático se produce en vísperas de una votación considerada clave para la gobernanza ambiental global del transporte marítimo, un sector responsable de casi el 3 % de las emisiones de CO₂ en el planeta. La propuesta de la OMI, respaldada por la Unión Europea, Canadá, Japón y varios Estados insulares del Pacífico, prevé que los fondos recaudados se destinen a financiar tecnologías limpias y compensar a los países más vulnerables al cambio climático.
Divisiones internacionales y pulso geopolítico
La postura estadounidense ha generado inquietud entre sus socios europeos, que consideran la tasa al carbono marítimo una herramienta indispensable para acelerar la descarbonización del sector. Bruselas ha lamentado el tono “hostil y disuasorio” del comunicado de Washington y ha recordado que “el cambio climático es una amenaza común que requiere soluciones multilaterales”.
China e India, por su parte, han mostrado también reservas hacia la propuesta, aunque por motivos distintos: ambos países temen que el impuesto afecte negativamente a sus exportaciones y aumente los costes logísticos de sus flotas mercantes.
De aprobarse, la tasa se aplicaría progresivamente a partir de 2027, con un precio inicial estimado entre 100 y 150 dólares por tonelada de CO₂ emitida, según fuentes de la OMI. Los recursos se destinarían a un fondo verde internacional gestionado por el organismo para impulsar la innovación en combustibles alternativos, como el metanol verde, el amoníaco o el hidrógeno marítimo.
Un nuevo frente en la batalla climática global
El pulso abierto por la administración estadounidense evidencia las tensiones crecientes entre las potencias industriales y los países promotores de políticas climáticas globales. Mientras Europa y la ONU presionan para introducir instrumentos económicos vinculantes, Washington mantiene una línea más pragmática, centrada en la innovación tecnológica y la reducción voluntaria de emisiones.
El resultado de la votación en la OMI podría tener un impacto decisivo en el futuro del transporte marítimo internacional y en la credibilidad de los compromisos globales de descarbonización. Para muchos observadores, el debate trasciende lo económico: es una nueva expresión de la pugna entre el multilateralismo ambiental y el proteccionismo comercial.
En cualquier caso, la advertencia de Washington deja claro que la gobernanza climática del transporte marítimo será uno de los escenarios más sensibles de la diplomacia internacional en los próximos meses, donde la política, la economía y el medio ambiente se cruzan en alta mar.
