Los fenómenos de corrosión pueden clasificarse de muy diversas formas, según su morfología, el medio agresivo, la acción física o por el mecanismo de reacción. Así, se divide en corrosión seca u oxidación directa y corrosión electroquímica. En la corrosión seca, el metal se combina con el medio marino por redacción directa (oxidación). Los átomos metálicos reaccionan químicamente con la sustancia agresiva (oxígeno, sulfuro), actuando sobre toda la superficie metálica y de una manera similar, difundiendo hacia la atmósfera, mientras que los aniones generados por liberalización de electrones difunden en sentido contrario.
El segundo tipo de mecanismo, la corrosión electroquímica se debe a la actuación de pilas electroquímicas (con procesos de oxidación, -pérdida de electrones, zona anódica, y procesos de reducción, -ganancia de electrones, zona catódica-, en las que la ionización metálica (disolución metálica) ocurre en la región anódica. Así, en las zonas anódicas, en donde el metal se ioniza, se corroe, y en las zonas catódicas, permanece inmune.
