El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Candelaria, Víctor Juan Díaz, recuerda que el decreto por la crisis sanitaria se traduce, entre otras cosas, en el cierre de los restaurantes y bares, que en el caso de este colectivo suponía una de las principales fuentes de ingresos, pues satisfacían a diario sus pedidos. «Ahora nos hemos tenido que reinventar y una de las alternativas que hemos encontrado es anunciarnos cada uno a través de los perfiles abiertos en las redes sociales, como el caso de Facebook.
Muchos vecinos se ponen en contacto con nosotros y nos hacen sus encargos, que nosotros, después de llegar al puerto, servimos a domicilio», explica. En compañía de otros pescadores que repasan sus nasas, explican que han acortado los horarios y también sus capturas, ya que al reducirse las ventas intentan ajustar casi a ojo de lo que intuyen que pueden vender entre la clientela por los encargos recibidos. También los pescadores de Candelaria han encontrado en internet un «caladero» virtual y cada uno ha abierto su Facebook.
Junto al puerto de la Cofradía de Candelaria se encuentra la plaza de los pescadores, donde se localiza una decena de puestos. De ellos, el viernes solo estaba abierto el que atiende Conchi Castellano, esposa de Manolo, un pescador de toda la vida de la Villa.
A pie de mostrador, Conchi certifica el desplome de las ventas del pescado, y señala para una bolsa de camarones guisados que antes era de lo más cotizado y buscado. Pero los bares están cerrados por el confinamiento y la aplicación del decreto estatal. «Ahora Manolo sale y coge menos, en función de lo que cree que se va a vender ese día. A veces mira las nasas y aunque las vea llenas no las saca», explica. También ellos se han sumado a las redes sociales. Conchi, junto al tradicional método de que la llamen por teléfono (650 312 425), utiliza un perfil en Facebook, y gracias a los encargos que le realizan a diario van saliendo estas semanas adelante mientras esperan que pase la crisis sanitaria y las condiciones permitan restituir la normalidad.
