El Instituto Noruego de Investigación Marina denuncia los riesgos ambientales y económicos si Moscú impone cuotas unilaterales para favorecer a grandes pesqueras
El sector pesquero del Ártico podría enfrentarse a una nueva fuente de tensión tras conocerse que Rusia estudia reducir el tamaño mínimo legal de captura del bacalao en el mar de Barents, con el objetivo de facilitar el cumplimiento de cuotas por parte de grandes empresas como Norebo y Murman Seafood. La medida ha sido calificada como “increíblemente peligrosa” por parte del Instituto Noruego de Investigación Marina (HI), que alerta sobre sus posibles repercusiones ecológicas y diplomáticas.
Según fuentes del instituto, permitir la pesca de ejemplares más jóvenes podría poner en grave riesgo la sostenibilidad de la población de bacalao ártico, una de las especies más valiosas y reguladas del Atlántico Norte. El bacalao del mar de Barents, gestionado tradicionalmente de forma conjunta entre Noruega y Rusia, ha sido un modelo de cooperación científica y pesquera durante décadas. Sin embargo, la invasión de Ucrania y las sanciones posteriores han tensado las relaciones entre Moscú y Oslo, afectando incluso la gestión de recursos marinos compartidos.
Rusia podría fijar sus propias cuotas sin consenso
Las autoridades rusas han amenazado con establecer unilateralmente sus propias cuotas para 2026, lo que rompería el principio de gestión conjunta con Noruega. Esto podría implicar no solo un aumento del esfuerzo pesquero ruso, sino también una degradación de los estándares técnicos y biológicos que actualmente rigen las pesquerías en la región.
Una de las medidas más polémicas en estudio es reducir el peso mínimo de los ejemplares de bacalao capturados, una maniobra que permitiría a empresas como Norebo —uno de los mayores operadores pesqueros de Rusia— cumplir sus cuotas asignadas capturando más volumen de ejemplares juveniles.
“Permitir esto socava décadas de trabajo en gestión sostenible”, advirtió un portavoz del Instituto Noruego, que también señaló que la captura de peces por debajo de la talla mínima compromete la renovación natural de la especie, afectando a largo plazo a toda la industria.
Noruega teme consecuencias para la estabilidad del stock
Noruega ha insistido en la importancia de mantener una gestión científica y basada en datos. “Modificar unilateralmente estos parámetros rompe la base del acuerdo bilateral y puede afectar gravemente a la salud del stock de bacalao ártico”, apuntaron desde el HI.
La cooperación noruego-rusa ha sido, hasta ahora, un ejemplo de gestión pesquera en aguas compartidas, incluso durante periodos de alta tensión geopolítica. Sin embargo, el escenario actual presenta un nuevo riesgo de ruptura con posibles consecuencias a nivel internacional.
El contexto: cuotas, sanciones y presión empresarial
Norebo y Murman Seafood —dos gigantes de la pesca industrial rusa— han presionado al gobierno para facilitar el cumplimiento de cuotas en un contexto marcado por el estancamiento de flotas, restricciones logísticas y sanciones internacionales. Ambas empresas han expresado dificultades para alcanzar los volúmenes de pesca asignados bajo los estándares actuales, y han solicitado flexibilizaciones que podrían llegar a través de cambios normativos impulsados por Moscú.
Por su parte, expertos noruegos temen que esta flexibilización conduzca a una sobreexplotación acelerada, especialmente si Rusia decide actuar al margen de la gestión conjunta y fuera del marco de control internacional.
Impacto en la industria europea y reputación del producto
Desde la industria noruega se advierte también que un cambio unilateral por parte de Rusia podría afectar el mercado internacional del bacalao, al introducir producto de menor tamaño y calidad en los canales comerciales. Esto no solo afectaría los precios, sino también la percepción del bacalao del mar de Barents, una etiqueta de origen que históricamente ha representado calidad y sostenibilidad.
Llamado a la comunidad internacional
Ante esta situación, Noruega llama a la comunidad pesquera internacional y a los organismos de control de pesca (como NEAFC y la FAO) a seguir de cerca las acciones de Rusia y a presionar por un marco común que proteja los recursos marinos del Ártico.
El Instituto Noruego de Investigación Marina insiste en que cualquier decisión sobre tamaños mínimos, cuotas o esfuerzo pesquero debe basarse en evidencia científica sólida, no en presiones económicas o intereses geopolíticos.
“Jugar con los límites biológicos para resolver problemas comerciales es una receta para el desastre”, concluyó el portavoz del instituto.
