El Gobierno escocés, con su mayoría nacionalista y contraria al Brexit, no pretende hacer un regalo a la primera ministra británica al rechazar la propuesta de establecer puertos libres en el Reino Unido.
Se supone que esto dará una ventaja competitiva a la producción manufacturera en las zonas que se benefician de la suspensión de los derechos de importación. A través de su Ministro de Economía, Ivan McKee, los escoceses dicen que «rechazan este modelo de dumping social con bajos salarios y oportunidades de negocio limitadas a productos de bajo valor añadido». Más que en los puertos libres, Escocia prefiere centrarse en los puertos verdes con altos estándares medioambientales y sociales.
Baja fiscalidad
Sin embargo, este rechazo no es unánime en Escocia. Al igual que en Inglaterra, varios puertos ya habían manifestado su intención de presentar una solicitud. Es el caso de Cromarty Firth, en las Highlands, pero también de Aberdeen, Dundee, Rosyth, Hunterston y las Islas Orcadas.
Sin embargo, ni siquiera en Inglaterra hay unanimidad sobre la relación coste-beneficio de estas zonas, que reducirían los ingresos de las autoridades locales debido a la bajísima fiscalidad. También lo es el valor de la producción de bienes importados en grandes áreas con el IVA y los derechos de aduana suspendidos. Una vez que salgan de estas zonas, los productos acabados tendrán que volver a soportar estos derechos. Esto hace que los despectivos de los puertos libres digan que simplemente se está aplazando su pago con un beneficio muy incierto para la sociedad.