En Senegal, se calcula que unas 40,000 mujeres trabajan en el procesado de pescado. Sin embargo, la sobrepesca de flotas extranjeras, la pesca ilegal y el cambio climático están golpeando a los procesadores más duramente. Esas mujeres trabajan como procesadores de pescado – secado, salazón y el ahumado de pescado- . El pescado procesado es una fuente vital de proteínas para las poblaciones en las profundidades del árido interior del país y más allá, en la vecina Burkina Faso y Mali, donde el pescado fresco es un producto costoso. No obstante, sin el trabajo de procesamiento restante, muchas mujeres recurren a la floreciente industria de exportación en su lugar.
«Cuando se trata de la política de la pesca, el objetivo principal es la seguridad alimentaria», explica Khady Sané Diouf desde su oficina en Yoff. Dirige COMFISH, una iniciativa financiada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
Según la Agencia Nacional de Estadística y Demografía de Senegal, el 71 por ciento de los niños son menores de 5 años, el 54 por ciento de las mujeres esrán en edad reproductiva y el 61 por ciento de las mujeres embarazadas son anémicas. Las pesquerías nacionales generalmente representan aproximadamente el 70 por ciento de las proteínas animales consumidas en Senegal.
Las fábricas de exportación sostienen que su negocio no tiene relación con los productos alimentarios nacionales porque venden lo que «los senegaleses no comen», como el atún y la merluza. Efectivamente, las especies caras son difíciles de adquirir con lo que no les queda más remedio que adquirir especies locales
A ello se le une la presencia de empresas extranjeras que alentadas por generosas exenciones impositivas establecieron fábricas de exportación, especialmente chinas y coreanas en el terreno, pero a menudo no emplearon a los lugareños como se esperaba, explica Bathily.
«Cuando llegan estas compañías, se benefician de estas exoneraciones, pero también tienen una responsabilidad». Tienen la responsabilidad de crear empleos, y lamentablemente, no lo hacen «, dice Bathily.
Senegal se encuentra entre los 20 países del mundo con las tasas de desempleo más altas, situándose en el 48 por ciento. Esa realidad económica ha impulsado durante mucho tiempo la migración a Europa, y el colapso de la industria pesquera en la última década. Esto se ha convertido en uno de los factores que impulsa ese impulso. Mientras que Bluefish, explica que la compañía emplea a unos 200 trabajadores, principalmente mujeres, per no se garantiza que las mujeres trabajen todos los días del día. Otro problemas es la exportación. «El pez» necesita un valor añadido para ser exportado a Europa «, explicó Diouf. Sin embargo, el primer objetivo es asegurarse de que los senegaleses puedan satisfacer sus necesidades de pescado. A ello se une que el objetivo es ayudar a estas mujeres a tener éxito, es decir, ayudarlas a mejorar sus condiciones de vida. Muchos intereses, con objetivos que por ser diferenciados pueden interconectarse y no alcanzar el objetivo deseado.