La pionera marca de la rula de Avilés sitúa la sostenibilidad en el eje de su hoja de ruta para seguir creciendo
A. S. GONZÁLEZ
El sello Pescados de Confianza nació cuatro años atrás para certificar lo que ya existía pero no se promocionaba y, por tanto, apenas se conocía: las buenas prácticas de los barcos que acudían a la rula de Avilés y del personal que les atendía y controlaba hasta el detalle la recepción del pescado, su calidad y su frescura. Desde entonces, ha ido a mayores, situando en el centro de su actividad la sostenibilidad de los procesos.
La marca, convertida en un foro que aborda los retos del sector pesquero, va más allá de la etiqueta y promueve cinco mesas de trabajo que abordan desde la divulgación de los beneficios del pescado y el fomento de su inclusión en una dieta saludable, a la falta de relevo generacional, la necesaria promoción entre los jóvenes o la lucha contra el cambio climático. Colabora con centros tecnológicos y en proyectos científicos con estos fines y también forma parte de «Pescazul, del mar a la mesa», iniciativa impulsada con financiación europea y centrada en el análisis de la cadena de valor de la pesca y la acuicultura españolas para identificar puntos críticos de mejora, implementar avances innovadores y desarrollar una estrategia nacional.
Su gerente, Ramón Álvarez, era el encargado de subir a recoger un premio, Alimentos del Paraíso, que compartió sobre el escenario, minutos después, con su equipo. Y desgranó ante el público, con el galardón que le entregó la directora general de Desarrollo Rural, Begoña López, sus planes de futuro. Centrados en una idea clara: la sostenibilidad como eje de su hoja de ruta. Unos planes que, remarcó, tienen como meta «el mantenimiento de la actividad pesquera en el futuro».
Para lograrlo han implementado una serie de políticas y actividades que van desde la recogida de plástico hasta una carrera solidaria en la propia lonja, además del cálculo integral de la huella de carbono, enumeró el gerente ante los asistentes a la gala de los Premios Agroalimentarios de Asturias.
Siempre sin perder de vista, defendió, que la agroalimentación es «un pilar de la economía española».
El proyecto tiene, además, una vertiente económica, ambiental y social, resume Mario Pidal, responsable de calidad de la rula avilesina. Integrado en Alimentos del Paraíso, es pionero y hasta la fecha no existe ninguno otro igual. «Nuestros sistema de venta de alto rendimiento, una referencia en Europa porque maneja gran cantidad de datos en muy poco tiempo y, al mismo tiempo, incluye la intervención directa de expertos categorizadores del producto que valoran el pescado. Es un ejemplo perfecto de la integración entre máquina y hombre», añade.
En una hora pueden rularse 700 cajas de pescado en superficie; esto es, sin que sean arrastradas por el suelo a través de protocolos ágiles y sin demoras. Además, la instalación asturiana está especializada en productos regulares y de también de campaña, cada uno con su propio sistema de venta. Si las estrellas habituales son merluzas, bacaladillas, salmonetes, besugo o virreyes, también hay hueco en temporada para el bonito, la xarda y el bocarte.
Los operarios de la Rula de Avilés prestan especial atención al mantenimiento de la cadena de frío y el control de temperaturas en recepción; también a la histamina en los túnidos, la climatización, la presencia de parásitos de especies evisceradas en recepción… Cuenta con un sistema de lavado de cajas validado, gestión de stocks en cámara informatizada, homologación de proveedores de material auxiliar (cajas, plásticos y palés).
Diferenciación
Esa apuesta por el control y la diferenciación, por el futuro y el entorno se resume en la marca de calidad Pescados de Confianza, distintivo con el que busca distinguir lo rulado frente a mayoristas y minoristas, quienes acuden directamente a la instalación, pero también de cara al consumidor final. Formar parte de Alimentos del Paraíso, sello más amplio que promociona productos únicos y exclusivos elaborados en Asturias, contribuye a ambos propósitos.
Al comprar diferentes especies marinas, el consumidor sabe que la pesca se realizó bajo criterios de sostenibilidad ambiental y responsabilidad social, que la gestión en la rula redujo al máximo la generación de residuos y mantuvo la cadena de frío del pescado y que la venta final también se hace manteniendo esos criterios.