En noviembre, la 48ª sesión de la Comisión General de Pesca del Mediterráneo y del Mar Negro se reunirá en Málaga con el fin de marcar un paso decisivo hacia una pesca y una acuicultura sostenibles.
Este será uno de los claves para el futuro de la pesca y la acuicultura en el Mediterráneo y el Mar Negro está a solo unos meses. España se prepara para acoger, en el magnífico marco de Málaga, la 48.ª sesión anual de la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM), un evento que promete impulsar decisivamente la transformación sostenible de todo el sector. Esta no es sólo una conferencia, sino un momento estratégico en el que las decisiones que se tomen determinarán las oportunidades de desarrollo y gestión de los recursos marinos para la próxima década.
La investidura de España como país anfitrión no es una casualidad. Con un compromiso declarado con la protección de los ecosistemas marinos y con la innovación en las prácticas pesqueras y agrícolas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación español ve esta sesión como una oportunidad para fortalecer el papel de liderazgo del país en la gobernanza pesquera internacional. Un compromiso tangible, confirmado con la aportación de más de 200.000 euros que Madrid ha destinado en los dos últimos años a apoyar la Estrategia CGPM 2030.
Esta estrategia, adoptada en 2021, representa la hoja de ruta para el relanzamiento de un sector pesquero cada vez más amenazado por desafíos ambientales y sociales. El Mediterráneo y el Mar Negro comparten un escenario complejo, donde la presión humana, el cambio climático y la pesca ilegal ponen en riesgo la supervivencia de las poblaciones de peces y la calidad de vida de las comunidades costeras. Precisamente de estas críticas ha surgido el impulso para que la CGPM delinee un nuevo paradigma de desarrollo que combine sostenibilidad económica, protección del medio ambiente e inclusión social.
El corazón de esta estrategia es la valorización de la acuicultura como pilar para garantizar la seguridad alimentaria y el crecimiento económico en los territorios costeros. El fortalecimiento de las capacidades productivas, acompañado de sistemas de control más rigurosos para erradicar la pesca ilegal, son sólo algunas de las medidas previstas. La visión es clara: transformar la pesca y la acuicultura en motores de un sistema alimentario resiliente, capaz de garantizar una fuente estable de ingresos y empleo decente para los pescadores, con especial atención a los jóvenes y las mujeres.
No es casualidad que la sede de la CGPM esté situada en Roma, bajo la égida de la FAO. La gobernanza multilateral y el diálogo entre los 22 países miembros –más la Unión Europea– se consideran factores clave para el éxito del plan decenal. Una alianza de intenciones que en Málaga se pondrá a prueba por decisiones estratégicas que exigirán valentía y responsabilidad, pero también una visión común y ambiciosa para afrontar los nuevos retos globales.
El Secretario Ejecutivo del CGPM, el español Miguel Bernal, tiene la tarea de coordinar un esfuerzo sin precedentes que combina cooperación técnica, financiación específica y asociaciones eficaces. La Estrategia 2030, de hecho, se basa en cinco líneas directas complementarias: desde la protección de los ecosistemas marinos hasta la lucha contra la pesca INDNR, desde la promoción de una acuicultura responsable hasta la creación de empleo decente, hasta el fortalecimiento de las competencias regionales a través de programas de desarrollo de capacidades.
Málaga 2025 podría ser recordada como el punto de inflexión que el Mediterráneo y el Mar Negro necesitan. Una oportunidad que no hay que perder para relanzar el sector pesquero y acuícola y construir finalmente un futuro en el que la pesca sea sinónimo de sostenibilidad, innovación y prosperidad compartida.