La organización ecologista denuncia capturas masivas de especies vulnerables por parte de la flota industrial y reclama el fin de métodos pesqueros destructivos como el palangre y el arrastre
Por su parte, asociaciones pesqueras gallegas han mostrado su malestar ante la acción, que califican de “irresponsable” y “teatral”. Argumentan que la flota española es una de las más reguladas del mundo, con exigentes sistemas de trazabilidad y supervisión, y que la demonización de ciertas técnicas pone en riesgo cientos de empleos en comunidades que dependen del mar.
La polémica ha vuelto a rodear a la pesca industrial tras una acción directa de Greenpeace Internacional en aguas del Pacífico Sur, cerca de Nueva Zelanda. A bordo del icónico barco Rainbow Warrior, activistas de la organización ambientalista interrumpieron las faenas de un buque palangrero con base en Vigo, dedicando varias horas a recuperar líneas de pesca y liberar fauna marina, en una intervención que ya ha generado reacciones enfrentadas tanto en el sector pesquero como en la opinión pública.
Según el comunicado difundido por Greenpeace, la operación permitió confiscar unos 20 kilómetros de línea palangrera con más de 200 anzuelos y rescatar más de una docena de tiburones, entre ellos especies en peligro de extinción como tiburones azules (Prionace glauca), marrajos y tintoreras. Las imágenes difundidas por la ONG muestran a los activistas actuando en coordinación para retirar los aparejos de pesca del mar y liberar los escualos, muchos de ellos atrapados vivos en el momento de la intervención.
La organización ecologista acusa a este tipo de buques de actuar bajo el pretexto de pescar atún o pez espada, cuando en realidad “realizan capturas indiscriminadas de tiburones y otras especies vulnerables”, afectando gravemente al equilibrio ecológico de los océanos. “El palangre es una de las artes de pesca más dañinas para la biodiversidad marina”, denuncia Greenpeace, que pide una prohibición progresiva de esta técnica, similar a su campaña contra el arrastre de fondo.
En este contexto, Greenpeace ha lanzado su nuevo Modelo Alimentario Sostenible, una propuesta global que plantea la reconversión del sistema pesquero industrial hacia un enfoque basado en la pesca de bajo impacto ambiental, impulsando flotas artesanales, cupos adaptativos, trazabilidad y protección de ecosistemas clave.
“Queremos un sistema que anteponga los océanos y las personas a la lógica del beneficio a cualquier precio”, explican desde la organización. La propuesta también hace hincapié en la necesidad de una transición justa, con apoyo institucional a los pescadores que deseen cambiar de arte de pesca o reconvertirse hacia modelos más sostenibles.
En respuesta, Greenpeace insiste en que no se trata de atacar al sector pesquero en su conjunto, sino de exigir una transformación urgente y justa, dado el deterioro acelerado de los ecosistemas marinos. Recuerdan que, según la FAO, más del 35% de las poblaciones de peces del mundo están sobreexplotadas, y los tiburones han visto reducida su población global en un 70% en los últimos 50 años.
La acción del Rainbow Warrior en aguas del Pacífico sur marca, en definitiva, un nuevo episodio en la lucha entre los modelos de pesca industrial y conservación marina. Un conflicto que va mucho más allá de un anzuelo o una red: en juego está el futuro de los océanos, la biodiversidad y la propia sostenibilidad del consumo humano de productos del mar.
