Un 30% menos de capturas de gamba en el golfo de Cádiz. Así lo ha puesto de manifiesto los armadores tras la parada biológica. Hay menos pesca y es de menor tamaño por lo que es previsible una subida en el precio. Además, el veto europeo al arrastre ha reducido la zona de pesca por lo que hay mas barcos concentrados en el misma zona.
Los armadores piden a Bruselas que se vuelva a revisar la norma y se delimiten con más detalle las áreas vetadas atendiendo a informes científicos. Todo ello para que la pesca de la gamba sea rentable.
El arrastrero Manuel Antonio I que pilota Rafael es uno de los alrededor de 500 barcos españoles de artes de contacto de fondo que, como otros europeos, tienen prohibido desde el 10 de octubre faenar en 87 zonas protegidas a más de 400 metros de profundidad.
El objetivo medioambiental parece razonable, pero la medida, que España disputa argumentando que usa datos científicos no actualizados de 2011, ha desatado la inquietud y las protestas, de momento solo verbales y más bien resignadas, de pescadores, armadores y autoridades pesqueras españolas, tanto del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que dirige Luis Planas como de los gobiernos autonómicos de Galicia, Andalucía, País Vasco, Cantabria y Asturias. Los barcos españoles afectados de estas comunidades, que tendrán que cambiar de caladero, faenan en el Gran Sol (cerca de Irlanda), el Cantábrico y el golfo de Cádiz