Las restricciones a las importaciones ponen en jaque a la industria estadounidense y a los productores extranjeros, generando alarma en el sector.
La reciente prohibición pesquera impuesta por el Gobierno de Estados Unidos sobre la importación de productos de países que no cumplen con los estándares de conservación marina amenaza con provocar un auténtico terremoto en el comercio del cangrejo, conocido como cangrejo nadador. El sector habla ya de un “golpe mortal” que podría dejar fuera de juego a decenas de empresas importadoras y transformar radicalmente la oferta de marisco en el mercado norteamericano.
Brice Phillips, directivo de Phillips Foods y miembro destacado del Crab Council del National Fisheries Institute (NFI), no oculta su preocupación: “Esto es un desastre de proporciones dantescas para mí y para todos los integrantes del Crab Council”, declaró.
Estados Unidos es el principal destino del cangrejo nadador procedente de países asiáticos y latinoamericanos, que abastecen a restaurantes, cadenas de distribución y procesadores de productos del mar. El veto amenaza con paralizar de forma inmediata estas importaciones, con graves consecuencias para las compañías estadounidenses que dependen de este suministro.
Impacto global
El Consejo del Cangrejo del NFI, que reúne a los principales actores del sector, alerta de que la medida no solo afectará a los consumidores estadounidenses, que verán reducida la oferta y encarecidos los precios, sino también a miles de pescadores en países exportadores que dependen de este comercio para su sustento.
Un futuro incierto
Los importadores presionan a la Administración para que busque soluciones que permitan mantener los flujos comerciales sin comprometer los objetivos de sostenibilidad. Mientras tanto, reina la incertidumbre y el temor a que el veto se traduzca en una crisis prolongada para un producto que se ha convertido en uno de los favoritos del consumidor estadounidense.
