Las aguas del Golfo de Bizkaia están atravesando un proceso de calentamiento acelerado que ha encendido las alarmas de la comunidad científica. Según el último informe marino-costero elaborado por Naturklima, la temperatura del mar en esta zona del Atlántico Norte ha aumentado 0,22 °C por década entre 1981 y 2023, una cifra que prácticamente dobla la media global, situada en 0,13 °C. El cambio climático es el principal responsable de este fenómeno, cuyas consecuencias ya se están dejando sentir en el litoral vasco y en el ecosistema marino de la región.
Este incremento sostenido en la temperatura del agua convierte al Golfo de Bizkaia en una de las áreas más vulnerables del océano Atlántico Norte. Tal y como subraya Dorleta Orúe-Echevarría, coordinadora del observatorio marino de Naturklima, “una década puede ser más fría que la anterior, pero la tendencia es clara y ascendente”. Las mayores tasas de incremento se registran en el sureste del Golfo, especialmente en la costa vasca, debido a la influencia terrestre, la menor profundidad de sus aguas y el efecto directo del calentamiento atmosférico. Esto hace que las zonas próximas a la costa sufran con mayor intensidad el aumento térmico.
Un ejemplo revelador lo ofrece el Aquarium de San Sebastián, donde desde 1946 se mide diariamente la temperatura del agua en la bahía de La Concha. Allí se ha detectado una tendencia descendente de 0,19 °C por década hasta 1980, seguida de una ascendente de 0,28 °C por década desde entonces, superando incluso la media del propio Golfo. Esta diferencia se explica por tratarse de una zona muy cercana a la costa, poco profunda y protegida del viento, lo que amplifica los efectos del calentamiento.
Además de los registros costeros, también se constata la tendencia en mar abierto. En una estación de muestreo situada a 13 kilómetros de Pasaia, se observa un incremento promedio de 0,18 °C por década en los primeros 100 metros de la columna de agua. En contraste, zonas como la desembocadura del Garona o la costa gallega presentan menores tasas de calentamiento, influenciadas por factores como la temperatura fluvial o el afloramiento de aguas profundas y frías.
El informe también advierte sobre el incremento preocupante de las olas de calor marinas. Se trata de episodios prolongados de temperaturas anómalamente altas en la superficie marina, que deben superar los valores medios históricos en al menos 2 a 4 grados durante un mínimo de cinco días. En 2023, se contabilizaron diez eventos de este tipo en el Golfo de Bizkaia, cuatro más que en el año anterior. Entre ellos destaca una ola de calor de 32 días en mayo y junio, otra de 22 días en octubre y una más de 20 días en noviembre. Y aunque los datos de 2024 aún no están cerrados, desde Naturklima ya se anticipa que fue “uno de los años más intensos” en cuanto a frecuencia, duración e intensidad de estos fenómenos.
Este proceso de calentamiento marino no es un fenómeno aislado, sino una manifestación directa del cambio climático que afecta al equilibrio global. Los océanos actúan como reguladores térmicos y sumideros de carbono, desempeñando un papel crucial en el ciclo hidrológico y en la estabilidad climática del planeta. Pero esas funciones están siendo “profundamente alteradas”, advierte José Ignacio Asensio, presidente de Naturklima y diputado foral de Sostenibilidad. “La sostenibilidad también empieza bajo el agua. Debemos anticiparnos y actuar con políticas basadas en el conocimiento científico”, ha recalcado.
Este fenómeno, aunque lento y silencioso, ya tiene implicaciones reales para la biodiversidad marina, la actividad pesquera y el equilibrio ecológico del entorno costero. Es por eso que, más allá de las cifras, el informe de Naturklima sirve como un llamado urgente a la acción institucional y ciudadana frente a un calentamiento que ya no es un pronóstico futuro, sino una realidad en curso.
