Las zonas marinas protegidas con un alto nivel de protección siguen siendo demasiado escasas. Esta es la conclusión de un nuevo informe que señala con el dedo una definición abierta a la interpretación, lo que lleva a autorizar prácticas destructivas en estas zonas.
El objetivo de las zonas marinas protegidas (ZMP) es preservar los ecosistemas vulnerables de nuestros océanos. Al menos en teoría. Un estudio publicado el 9 de mayo de este año por la revista científica Conservation Letters pone de manifiesto la disparidad de los niveles de protección adoptados en todo el mundo. Los investigadores analizaron las 100 mayores AMP, que cubren más del 7% de la superficie de los océanos. El resultado es que sólo un tercio de estas zonas goza actualmente de una protección «alta o integral», que es el nivel más estricto, pero también el más eficaz.
Al mismo tiempo, una gran proporción de zonas marinas carece de verdaderas medidas de conservación, señalan los autores del informe.En casi el 37% de ellas se autorizan actividades industriales como la minería o la pesca de arrastre
La cuarta parte restante de las AMP examinadas simplemente «no están reguladas ni gestionadas», como señala en un comunicado el Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS), que ha participado en el estudio.
Cantidad antes que calidad
«Estos resultados (…) sugieren que los métodos actuales de evaluación y seguimiento sobrestiman la cantidad en detrimento de la calidad», añade el CNRS.Además, para acercarse al Acuerdo de Montreal, adoptado en 2022 en la COP15 de Biodiversidad, que pide proteger el 30% de la tierra y los océanos de aquí a 2030, los países no dudan en definir zonas marinas en «aguas remotas y aisladas». Es el caso de once países, entre ellos Brasil, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Francia. El 62,4% de las AMP altamente protegidas analizadas se encuentran en zonas remotas, lejos de las costas metropolitanas y de las actividades económicas.
«El énfasis puesto en las zonas remotas para alcanzar los objetivos corre el riesgo de desviar la atención (…) de las ecorregiones donde las actividades humanas son más intensivas», señalan los autores del informe, «donde limitar los impactos humanos perjudiciales resulta más difícil». El ejemplo de Francia es especialmente elocuente. El 80% de las zonas marinas muy o totalmente protegidas del país se encuentran en las Tierras Australes y Antárticas francesas, explicó a la AFP Joachim Claudet, investigador del CNRS y coautor del estudio.A título comparativo, sólo el 0,1% de las aguas mediterráneas francesas y el 0,01% del litoral Atlántico-Canal de la Mancha-Mar del Norte se benefician de una fuerte protección.
La pesca de arrastre en el centro del debate
Francia no está obligada a aplicar un alto nivel de protección a todas sus zonas.»El Acuerdo de Montreal no especifica un objetivo para el nivel de protección», explica a Novethic Klaudija Cremers, investigadora del Institut du Développement Durable et des Relations Internationales (IDDRI). El texto deja libertad a los países para definir el nivel de protección de cada zona. Una AMP puede adoptar diversas formas», confirma también a Novethic André Abreu, Director de Asuntos Internacionales de la Fundación Tara Océan.La tabla de niveles de protección de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), propuesta como referencia, es muy utilizada por los países, pero se puede optar por diferentes herramientas de restricción y control».
En vista de ello, los autores del informe piden que las zonas marinas protegidas dejen de incluir áreas «clasificadas como no aplicadas o incompatibles con la protección del medio ambiente». También recomiendan excluir «las actividades humanas más nocivas, como la pesca industrial».Mientras Grecia se ha posicionado recientemente contra la pesca de arrastre de fondo, Francia se opone firmemente a la prohibición de este método en sus zonas marinas protegidas, pero también en las de sus vecinos europeos, como el Reino Unido.Así pues, la cuestión sigue siendo crucial y las ONG y los científicos esperan incluirla en el orden del día de la próxima COP16, que se celebrará a finales de año, pero también de la conferencia de las Naciones Unidas sobre los océanos, prevista en Niza en 2025.