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Dos décadas de datos confirman que el golfo de Bizkaia se acidifica


Un estudio de AZTI alerta de una caída sostenida del pH en la costa vasca y reclama reforzar la vigilancia y reducir las emisiones de CO₂

El mar Cantábrico también está cambiando por dentro. No solo se calienta: se está volviendo más ácido. Así lo demuestra un estudio liderado por AZTI que analiza más de 21.700 mediciones de pH realizadas entre 2002 y 2022 en las aguas costeras del sureste del golfo de Bizkaia, frente al litoral vasco.

Los resultados, publicados en la revista científica Continental Shelf Research, son claros: el pH del mar está descendiendo de forma continuada entre 0,022 y 0,041 unidades por década desde la superficie hasta los 100 metros de profundidad. Es decir, el océano se vuelve menos básico y avanza, poco a poco, hacia condiciones más ácidas.

El investigador de AZTI Ernesto Villarino, autor principal del trabajo, advierte de que si esta tendencia continúa “podrá traducirse en impactos importantes sobre la salud de los ecosistemas marinos” del Cantábrico.

El mar, sumidero de CO₂… pero a un precio

El pH medio del océano en superficie ronda 8,1, lo que indica que es ligeramente básico (por encima de 7). Sin embargo, el incremento de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera está modificando ese equilibrio. Aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de CO₂ de origen humano es absorbida por el mar, lo que ayuda a frenar el calentamiento global… pero altera la química del agua.

Cuando el CO₂ se disuelve en el agua de mar, forma ácido carbónico y reduce el pH. Es el proceso conocido como acidificación oceánica. En el Cantábrico, esta transformación tiene implicaciones directas para especies que necesitan carbonato cálcico para construir estructuras vitales:

  • Bivalvos (mejillones, almejas, ostras),
  • Corales de aguas frías,
  • Diversos crustáceos, cuyo exoesqueleto depende también de procesos de calcificación.

Si la acidificación se intensifica, estos organismos pueden ver comprometida su capacidad para crecer, reproducirse y sobrevivir, con efectos en cadena sobre la pesca, la acuicultura y el funcionamiento general de los ecosistemas marinos.

Tasas superiores a la media global y patrón homogéneo

El estudio constata que las tasas de acidificación en el golfo de Bizkaia son ligeramente superiores a la media mundial y aumentan de forma leve con la profundidad. Las tres estaciones costeras analizadas presentan valores muy similares, lo que sugiere un patrón homogéneo en toda la franja litoral vasca.

Los científicos matizan que, si se mantiene el ritmo actual, no se esperan efectos abruptos en las próximas décadas únicamente por la acidificación. Sin embargo, recuerdan que el océano está sometido a varios estresores simultáneos:

  • Calentamiento del agua,
  • Pérdida de oxígeno,
  • Ascenso del nivel del mar,
  • Incremento de eventos extremos.

La combinación de todos estos factores podría acelerar los impactos antes de lo previsto si no se reducen las emisiones.

Una serie histórica única para la costa vasca

El trabajo ha sido posible gracias a una serie de datos de 20 años, la más larga disponible sobre pH en la costa vasca. La investigación se enmarca en el Observatorio Marino del Cambio Climático de Gipuzkoa, impulsado por la Fundación Naturklima y liderado por AZTI, con la colaboración del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC).

Las mediciones analizadas proceden de la red de monitorización de la Agencia Vasca del Agua (URA), que desde principios de los 2000 realiza un seguimiento continuado de diversos parámetros físico-químicos en la costa. Ese esfuerzo sostenido permite ahora cuantificar la tendencia y compararla con la evolución global.

El seguimiento del pH forma parte de los indicadores esenciales de observación oceánica definidos por el sistema global de observación del océano (GOOS, por sus siglas en inglés). Disponer de series largas, como la del golfo de Bizkaia, es clave para detectar cambios sutiles pero persistentes y para alimentar los modelos climáticos y ecológicos que anticipan futuros escenarios.

Un llamado a reforzar la vigilancia y cortar las emisiones

Los autores del estudio subrayan que la acidificación del golfo de Bizkaia no es un fenómeno aislado, sino la manifestación local de un proceso global. Por ello, plantean una doble vía de acción:

  1. Reforzar las redes de monitorización a largo plazo, integrando el seguimiento del pH con otros parámetros como temperatura, oxígeno, salinidad o niveles de nutrientes, para comprender mejor cómo responden los ecosistemas del Cantábrico.
  2. Reducir de forma sostenida las emisiones de CO₂, única manera de frenar la acidificación a medio y largo plazo. Sin cambios profundos en el modelo energético y productivo, advierten, el océano seguirá pagando el precio químico de la crisis climática.

El estudio de Villarino y su equipo añade una pieza clave al diagnóstico: el golfo de Bizkaia ya muestra, de forma medible, las huellas del cambio climático en su química interna. Un recordatorio de que, aunque la superficie parezca la misma, el mar que ven las generaciones futuras será químicamente diferente al que conocieron sus abuelos.

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