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jueves, febrero 27, 2025
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Científicos españoles encuentran evidencias de fugas de metano desde el subsuelo hacia el océano

Un equipo de científicos españoles, tras un mes monitorizando partes de la península antártica, encuentra evidencias de fugas de metano desde el subsuelo marino hacia el océano, según publica el medio Climática.

Una posible bomba climática en la Antártida que ningún plan ni informe tiene en cuenta

El equipo científico en el océano austral recogiendo datos y muestras. Foto: Pedro Prestel (Viaja con tu Cámara SL).

El cambio climático es sinónimo de territorio desconocido. Muchas de las causas y consecuencias del calentamiento global escapan de la capacidad de la mejor ciencia climática. Pero, poco a poco, la comunidad científica intenta rellenar esos huecos en blanco que quedan por completar, como ha hecho un equipo científico del CSIC recientemente en la Antártida.

Movidos por una hipótesis, una veintena de personas lideradas por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) han estado 24 horas al día durante varias semanas a bordo del buque Sarmiento de Gamboa recogiendo datos y muestras del agua, fondo y subsuelo de partes del océano austral en busca de fugas de metano. Finalmente, han encontrado evidencias de estas fugas desde el subsuelo marino hacia el océano, lo que se traduce en unas emisiones de gases de efecto invernadero que no se tienen en cuenta en ningún gran informe ni plan climático. 

Ese metano viene acumulándose en el fondo marino antártico en forma de hidratos de metano (una estructura cristalina en que el metano queda atrapado por moléculas de agua), como mínimo, desde el último periodo glaciar, hace 20.000 años. Aunque no es posible saber con exactitud la cantidad, se estima que hay unas 24 gigatoneladas de carbono acumuladas en esos hidratos de metano, lo que equivale a las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de origen humano durante dos años en todo el planeta.

Océano austral. Pedro Prestel (Viaja con tu Cámara SL).

Los hidratos de metano son estables a determinadas condiciones que se dan en los fondos marinos del océano (bajas temperaturas y altas presiones), pero cualquier cambio en estas condiciones, como el calentamiento del océano y/o la disminución de la columna de agua (presión) del mar, se disocian pasando el metano a fase gaseosa facilitando la migración del mismo hacia el océano.

El metano, cuya fórmula química es CH4, es el segundo gas de efecto invernadero más importante. Es responsable de aproximadamente la mitad del aumento de 1,2 °C de la temperatura media mundial desde la era preindustrial. Su potencial de calentamiento global es unas 80 veces superior al del dióxido de carbono a un horizonte de 20 años y 28 veces a un horizonte de 100 años. Además, su vida en la atmósfera es más corta –en torno a los 12 años–, por lo que si se redujeran sus emisiones se notarían efectos en las temperaturas de una forma más rápida.

Mientras que en el Ártico se conoce bastante bien la presencia de emisiones de metano hacia el océano, en el océano antártico prácticamente no había trabajos que destacasen la presencia de estas emisiones. “Ya teníamos bastante idea de lo que íbamos a encontrar porque este proyecto empezó en 2021. Llevábamos cuatro años de preparación de la campaña y habíamos recogido una gran cantidad de datos que estaban disponibles públicamente”, explica a Climática el geólogo Roger Urgeles, que junto a su colega Ricardo León han liderado el proyecto, titulado Iceflame. Según el científico, “otros investigadores ya habían reportado que habían hidratos de metano, no éramos los primeros en decir que había hidratos de metano en esta zona. Lo que no se había estudiado hasta la fecha era la dinámica de estos hidratos, si podían desestabilizarse o no. Eso es lo que no se había hecho hasta ahora”, añade.

Las fugas de metano se extienden en profundidades de agua que van desde 700 a unos 350 metros, si bien los investigadores no mapearon por completo la zona en su extensión. “Esto tiene cierta importancia porque una emisión de metano en forma gaseosa a mayor profundidad implica una mayor concentración”, explica Urgeles. En cuanto a los hidratos de metano, se localizan desde los 400 metros de profundidad hasta zonas muy profundas, a casi los 4.000 metros, si bien “a tanta profundidad no hemos constatado estas emisiones de metano”, señala el geólogo.

Equipo científico del proyecto Iceflame. Pedro Prestel (Viaja con tu Cámara SL).

Ya en España desde hace unos días, el equipo científico se ha traído consigo los datos de acústica y geofísica registrados durante la campaña, mientras que las muestras de sedimento y de agua no llegarán hasta mayo aproximadamente, cuando regrese el buque Sarmiento de Gamboa. Posteriormente, cuando se hayan analizado todas las muestras, llegará el momento de exponer todos los hallazgos en artículos científicos, algo que no ocurrirá hasta dentro de un año aproximadamente.

“Ahora nos encontramos en un momento donde lo único que podemos hacer es constatar que hay estos hidratos de metano y estas emisiones de metano. Si estas emisiones de metano se producen de manera puramente natural por la dinámica climática del planeta o tienen algo que ver con el calentamiento inducido por el hombre es una cosa que no podemos decir todavía”, detalla Urgeles.

Lo que sí es seguro es que un potente gas de efecto invernadero, que ha permanecido durante miles de años dormido (o más bien, congelado), puede contribuir de manera significativa al calentamiento del planeta y a su desequilibrio energético: “Es una emisión importante de metano que no hemos tenido en cuenta hasta la fecha en los balances de metano hacia la atmósfera… o hacia el océano, porque tampoco sabemos si pasa del océano a la atmósfera. Esto es otra cosa que hay que mirar”, concluye Roger Urgeles.

FUENTE CLIMATICA

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