Castilla y León refuerza su posición como primera región no costera en producción con un crecimiento del 19% en un año. La cría en piscifactorías «es el futuro», declaran desde el Centro de Investigación en Acuicultura. Castilla y León refuerza su liderazgo en acuicultura de interior. Es la comunidad autónoma no costera con mayor producción de pescado, con un valor que se ha incrementado en un año un 19% hasta superar los 18 millones de euros, según la Encuesta económica de la acuicultura recién publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa).
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Castilla y León es la comunidad autónoma no costera con mayor producción de pescado, con un valor que se ha incrementado en un año un 19% hasta superar los 18 millones de euros, según la Encuesta económica de la acuicultura recién publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa).
Aunque no puede hacer la competencia a regiones con mar, como es el caso de Galicia, la primera de la tabla con una producción de 259 millones de euros –se lleva el 27,9% del total de la producción acuícola nacional–, Castilla y León ocupa un digno octavo lugar en producción entre las 16 autonomías con actividad acuícola –todas menos Madrid–. Incluso gana a tres regiones con mar: País Vasco, que solo produce por 2,1 millones de euros; Cantabria, con 3,8 millones y Baleares, con 6,6 millones de euros.
Es de destacar que a causa del acusado repunte de Asturias en la actividad acuícola, de un 33% en un año, ésta le ha arrebatado a Castilla y León el séptimo puesto de la tabla. En el año al que se refiere el informe, el último con datos cerrados, 2023, Asturias pasó de producir 15,04 M€ a 20,02 M€, cuando Castilla y León repuntó el referido 19%, de 15,34 a 18,26 M€.
Volviendo a las regiones de interior, Castilla y León produce el 43,36% del total que se factura en las seis autonomías de la lista, lo que supone, en valor, casi el doble que la siguiente de la tabla, Aragón, que factura 7,01 M€, un 16,64%del total, y casi el triple que la tercera, Castilla-La Mancha, con 6,36 M€ (el 16,8%).
La relación se completa con la producción de La Rioja, 5,38 M€ (el 11,95% del total de las regiones de interior); Navarra, 4,52 M€ (el 10,08%) y Extremadura, la que cuenta con menos actividad acuícola al producir por valor de 577.992 euros (el 1,34% del total).
Eso sí, es significativo que todas las comunidades de interior incrementan de forma destacada su actividad en piscifactorías, una media del 18,79% entre los años 2022 y 2023. En términos absolutos, Castilla y León es la que más crece, con casi tres millones más en valor de producción (19,04%), aunque en números relativos la que más creció fue La Rioja (26,97%), seguida de Navarra (26,63%) y Extremadura (21,46%). Aragón y Castilla-La Mancha subieron menos que Castilla y León, un 14,39 y un 11,63%, respectivamente.
El comportamiento fue muy diferente en las comunidades costeras, ya que frente al repunte de todas las de interior, tiraron hacia abajo del crecimiento de la acuicultura del conjunto del país, que bajó un 3,86%, lastrado por la caída de la actividad en sobre todo en Cataluña (-25,51%, de 107,29 a 79,92 M€); Murcia (-23,8%, de 230,93 a 175,98 M€) y Galicia (-7,25%, de 279,31 a 259,05 M€).
Castilla y León cuenta con 28 establecimientos de cultivo, según el informe del Mapa, uno menos que en 2022, que dan trabajo a un toral de 224 trabajadores (68 mujeres y 156 varones), a los que habría que sumar los puestos de trabajo indirectos. Con su trabajo se produjeron en la Comunidad, en el año del informe, 4.931 toneladas de pescado, según la Encuesta de establecimientos de acuicultura publicada el mismo día por el Mapa.
El liderazgo de Castilla y León en el sector se basa en la existencia de 35.000 kilómetros de ríos en el territorio de las nueve provincias y las 45.000 hectáreas de aguas embalsadas. Entre las granjas destinadas a la producción y reproducción de especies piscícolas destaca la trucha arco iris, de la que Castilla y León produce más de 4.000 toneladas al año, el 25% de la producción nacional de esta especie. Además, en la Comunidad se elabora el 97% del pienso que se produce para este sector a nivel nacional.
TRUCHA ARCOÍRIS
La jefa de Unidad del Centro de Investigación en Acuicultura de Castilla y León, Ana María Larrán, lo tiene claro: «La acuicultura es el futuro», asegura. El centro, ubicado en la localidad segoviana de Zamarramala y dependiente del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) –que forma parte a su vez de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural–, se dedica sobre todo al desarrollo de nuevos sistemas de alimentación y dietas para los peces, así como a la mejora de sistemas de manejo y bienestar animal, genética, producción sostenible y formación.
«Castilla y León es, desde hace mucho, líder en acuicultura de interior, aunque bien es cierto que en los últimos años la producción en general ha bajado. Si en el año 2011 la producción de acuicultura continental estaba en 35.000 toneladas en España, ahora ha caído a unas 16.000, porque ha aumentado la acuicultura de especies de agua marina», explica.
La especie ‘estrella’ en la que Castilla y León gana a todas las regiones es la trucha arcoíris. «Desde hace ya 14 o 15 años la Comunidad está en la primera posición, pues produce normalmente entre un 25 y un 30% del total de trucha arcoíris a nivel nacional, con más de 4.000 toneladas», subraya Ana María Larrán.
En los últimos años, la trucha ha cedido terreno en todas las comunidades autónomas, por el repunte de producción de otras especies ligadas al mar, como la lubina, la dorada, el rodaballo o el lenguado. Aun así, Castilla y León continúa siendo líder con una importante producción, más de 4.000 toneladas, que en 2023 pudieron superar las 4.600 a la vista del último informe del Mapa publicado el pasado 8 de enero, puesto que la especie supone el 95% de lo producido a lo largo y ancho de Castilla y León.
En cuanto a los centros productivos de trucha, son la mayoría. La Comunidad suma 14. En cuanto a otras especies «hay un centro productivo de langostino en Medina del Campo, que trabaja con un sistema totalmente diferente a las granjas de trucha arcoíris», detalla Larrán. «Trabaja en sistema cerrado, con agua salada y ofrece un producto de alto valor añadido».
También son de acuicultura, aunque no producen con fines comerciales, los centros de repoblación, como los que crían trucha común o salmón del Danubio, cuya gestión corresponde a la Consejería de Medio Ambiente.
Si Castilla y León es líder en el sector, ¿por qué se habla tan poco de la acuicultura? Preguntada la jefa de Unidad del Centro de Investigación en Acuicultura de Castilla y León, lo achaca a que la producción de pescado, en toneladas, «no tiene nada que ver con el volumen de producción de porcino o de carne de vacuno». Por eso la actividad de la acuicultura «no es comparable, aunque sea importante dentro de la producción total de acuicultura a nivel nacional».
Por otro lado, Larrán pone en valor «lo que lleva implícito, que es la alimentación de esos peces». Y es que «todo el pienso suministrado para la acuicultura nacional y parte de la europea procede de Castilla y León». Las tres empresas productoras de alimentación piscícola «están ubicadas en Castilla y León: en Palencia, en Burgos y en Segovia. Además, tienen una proyección internacional con una producción de unas 114.000 toneladas», explica. «Sin embargo, ¿qué supone este volumen de pienso en relación a la totalidad del pienso de la ganadería? Solo un 1%, que es muy poquita cosa. Y sin embargo, este pienso es para toda España y para fuera de España», subraya.
Se trata de las empresas Skretting y Biomar, en Burgos y Palencia respectivamente, que pertenecen a una multinacional pero tienen fábricas en Castilla y León, «y luego, Dibaq Aquaculture, en Segovia, que es una empresa familiar que antes se dedicaba también a piensos para porcino, y se ha especializado en la actualidad en piensos para acuicultura y para mascotas también», detalla la experta en el sector.
Aparte de la producción comercial, la destinada a repoblación de ríos y la fabricación de piensos, están las instalaciones donde trabaja Larrán: «Somos el lugar de referencia en acuicultura en Castilla y León», explica sobre el Centro de Investigación en Acuicultura, ubicado en la localidad segoviana de Zamarramala. «Es un centro que trabaja para el sector de Castilla y León, pero también para empresas nacionales».
En cuanto a la transformación del sector, Larrán pone de manifiesto las diferencias en los últimos años: «Antes había 30 centros productivos y en la actualidad, con fines comerciales, hay 14 más tres centros que se dedican a la gestión, a la repoblación, más el centro donde está el criadero de langostinos. Pero también hay muchos emprendedores que ven que la acuicultura es el futuro, sobre todo para aportar proteína para la población, y además proteína de calidad», explica.
«Hay emprendedores que quieren innovar en el sector, por ejemplo hay una persona muy emprendedora en Zamora que quiere criar ranas. Ya tiene los permisos para criarlas», relata. «Ahora importa ancas de rana congeladas y lo que quiere es tener su propia producción, empezar desde el principio con sus reproductores y cerrar es el ciclo».
«También hay gente que quiere hacer otro tipo de acuicultura. Por ejemplo, aquí en Castilla y León había centros que producían tencas. Tanto en Salamanca como en Zamora, como en Segovia, se criaba la tenca, en charcas. Era un sistema productivo, podríamos decir, no tan cualificado como el de la trucha, porque es más semi extensivo, pero con el tiempo se ha ido dejando, porque tampoco hay relevo generacional. Eran charcas familiares y han dejado esa actividad», detalla Larrán.
La experta del centro de Itacyl opina que sería bueno hacer resurgir esas charcas de tenca. «Además tiene una gran tradición en Castilla y León y ahora está limitada su producción a Extremadura. Allí hay tradición pesquera».
En el caso de Castilla y León, la tenca se dejó de producir «por una parte porque el consumidor dejó de consumirla para decantarse por otras especies, y por otro lado, las empresas de pienso tampoco han dedicado esfuerzos en desarrollo de piensos para tenca, porque no se consume. Si el consumidor no la demanda, no se produce, ni las empresas de pienso invierten en desarrollar alimento».
Por eso, Larrán opina que el futuro de la acuicultura está en centros productivos similares al del langostino en Medina del Campo, «es decir, centros que tengan una fuente de agua y trabajen en recirculación, que sean independientes de un curso de agua».
Y es que, por un lado, las licencias por parte de Medio Ambiente «son cada vez más difíciles». Por ello «o bien se recuperan los centros productivos que había y se han cerrado, o bien se edifican instalaciones que no estén en ríos, sistemas que puedan reciclar el agua y que se trate con biofiltros y filtros mecánicos. Además, es una forma de mitigar el efecto del cambio climático, las olas de calor. La acuicultura es una de las actividades más afectadas por el cambio climático».
Es decir, «el futuro de la acuicultura, como el de la agricultura, como el de la ganadería, pasa por la modernización de las explotaciones y las instalaciones. Esa línea estratégica es fundamental para la sostenibilidad del sector», concluye.
«La llave del futuro del sector está en la modernización»
La jefa de Unidad del Centro de Investigación en Acuicultura de Castilla y León, Ana María Larrán, asegura que el futuro de la acuicultura pasa por la innovación y la modernización de instalaciones. Pone como ejemplo la diferencia entre las antiguas charcas familiares donde se criaban las tencas y las instalaciones punteras de cría de langostino en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, con su sistema cerrado y aislado de toda corriente exterior.
Para impulsar esa innovación y la modernización de instalaciones y de métodos de cría en piscifactorías, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural puso en marcha el Centro de Investigación en Acuicultura de Castilla y León, dependiente del Instituto Tecnológico Agrario (Itacyl), ubicado en la localidad segoviana de Zamarramala. Entre las instalaciones del centro destacan sus siete salas de cultivo experimental independientes, con sistemas de recirculación autónomos y diez tanques por sala; sus 24 acuarios de ensayos a pequeña escala; una zona de cultivos auxiliares; una sala de almacenamiento de agua y fabricación de agua salada, y un laboratorio con zonas de diagnóstico sanitario, calidad de agua y calidad de producto.
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