Investigaciones recientes revelan que sólo un tercio de las cuerdas producidas y distribuidas en Noruega pueden reciclarse eficazmente. El resto se incinera, se entierra, se exporta o simplemente se acumula, lo que contribuye a un fenómeno conocido como «pesca fantasma».
Un estudio sin precedentes ha arrojado luz sobre la gestión de cuerdas y sedales en la industria pesquera comercial de Noruega. Resulta que la flota pesquera nacional pierde anualmente unas 400 toneladas de cuerdas en aguas del país.
El problema de la pérdida de cuerdas y sedales es cada vez más acuciante. Como nación pesquera líder, con un vasto litoral y unas aguas especialmente ricas, Noruega está expuesta al problema de la basura marina. Las investigaciones revelan que sólo un tercio de las cuerdas producidas y distribuidas en Noruega puede reciclarse eficazmente. El resto se incinera, se entierra, se exporta o simplemente se acumula, lo que contribuye a un fenómeno conocido como «pesca fantasma».
«Noruega depende en gran medida de la economía azul y cada vez es más imperativo encontrar soluciones. Sin una gestión adecuada de las cuerdas, el sector pesquero nunca alcanzará los objetivos de sostenibilidad».Así lo cree Paritosh Deshpande, profesor asociado del Departamento de Economía Industrial y Gestión Tecnológica de la NTNU.
Deshpande, que estudia los residuos plásticos en los océanos, realizó las primeras estimaciones científicas para determinar la cantidad de cuerda que se pierde y cómo gestiona el problema el sector pesquero noruego.
15 tipos de cuerdas
El análisis analizó 15 tipos de cuerdas utilizadas habitualmente por los pescadores profesionales en Noruega y evaluó su facilidad o dificultad de reciclado.El objetivo es desarrollar nuevos conocimientos y herramientas para disminuir los residuos, mejorar el reciclaje y aumentar la sostenibilidad.Deshpande ha dedicado los últimos ocho años a esta cuestión, y los resultados de sus anteriores investigaciones han sido utilizados por la ONU, la UE, la Agencia Noruega de Medio Ambiente y otros organismos responsables de la elaboración de políticas en este ámbito.
Sólo en la última década se ha tomado plena conciencia de que los océanos se han convertido en los mayores vertederos del planeta.Un estudio calcula que entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico acaban en los océanos cada año, pero no hay cifras globales concretas sobre la contribución de las industrias marinas.
Otras medidas propuestas son:
- Investigación e innovación para diseños más ecológicos y mayor reciclabilidad.
- Programas de devolución más eficaces.
- Prácticas recomendadas de gestión de cuerdas.
- Mayores esfuerzos para convencer a los fabricantes de plástico de que utilicen material reciclado.
- «Productores, pescadores, autoridades, vertederos y empresas de reciclaje.
- Todos tienen un papel en la solución del problema, nadie puede actuar solo. Esto concuerda con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 17 de la ONU, que defiende la necesidad de trabajar juntos para alcanzar los objetivos», recalcó Deshpande.
La basura supone una amenaza para la fauna marina, ya que puede atrapar, herir y matar animales, así como entrar en la cadena alimentaria.
Cuantificar el alcance del programa
Deshpande pretende cuantificar el alcance del problema empezando por la industria pesquera noruega. En su opinión, para lograr una transición ecológica en la industria azul es necesario cerrar el ciclo de producción y transferir los residuos peligrosos a una economía circular, en la que los productos duren más, puedan repararse, mejorarse y reutilizarse. Cuando los productos ya no pueden reutilizarse, los materiales de desecho pueden recuperarse y utilizarse como materias primas para una nueva producción, lo que permite utilizar los recursos una y otra vez y reducir las pérdidas.
Para aplicar estos cambios, es esencial conocer el tipo de residuos plásticos y la disponibilidad de materiales para reciclar. «Tenemos que asegurarnos de que las soluciones propuestas sean respetuosas con el medio ambiente, socialmente aceptables y viables», concluye Deshpande.
En 2019, Deshpande y sus colegas publicaron un estudio sobre los residuos plásticos más dañinos que acaban en los océanos, incluidos los equipos de pesca olvidados, abandonados o perdidos.
«Realizamos un análisis del flujo de materiales que mostró cómo casi 400 toneladas de estos residuos procedentes de la industria pesquera noruega acaban en el mar cada año», añade Deshpande.
Estos residuos marinos, como las nasas y las redes, siguen atrapando peces y otros organismos marinos, perpetuando durante años una forma de pesca letal. A largo plazo, estos residuos amenazan con socavar toda la industria pesquera».