El puerto de pesca de Keroman, en Lorient, vivió estos días una actividad poco habitual a bordo de dos de sus buques pelágicos de referencia. Los barcos Annytia y Carmalia, pertenecientes al Armement de Pêche Artisanale de Keroman (Apak), han sido equipados con sistemas de cámaras a bordo dentro del dispositivo OBSCAMe, el programa francés de observación electrónica destinado a medir y reducir las capturas accidentales de pequeños cetáceos en el golfo de Vizcaya.
A simple vista, los barcos estaban amarrados a la pareja junto al gran muelle del puerto. Pero en el interior de sus puentes reinaba una inusual agitación. Un equipo de técnicos de Actemium Marine Services, filial del grupo Vinci especializada en electrónica marítima, se movía de un buque a otro instalando cámaras en puntos estratégicos: en el pórtico, en zonas de maniobra de artes y en áreas clave para seguir el momento de la largada y virada de las redes. El objetivo era que todo estuviera operativo antes de la próxima marea de estos dos pelágicos de 17,5 metros.
Las instalaciones se enmarcaron en el plan nacional de reducción de capturas accidentales de pequeños cetáceos, impulsado por las autoridades francesas como respuesta a la presión científica, social y europea ante los varamientos recurrentes de delfines y marsopas en las costas atlánticas. El golfo de Vizcaya, y en particular la flota de artes móviles (como los arrastreros pelágicos), está en el centro de este debate.
Un laboratorio flotante para medir lo que realmente ocurre
OBSCAMe —el dispositivo de cámaras embarcadas— busca aportar datos objetivos en un terreno donde, hasta ahora, el debate se ha alimentado tanto de denuncias de ONG como de la percepción de las propias tripulaciones. Las imágenes permiten cuantificar de forma precisa cuántos cetáceos entran en las redes, en qué condiciones y en qué fases de la maniobra se producen los incidentes.
El Apak no es nuevo en este terreno. Otros dos buques del mismo armador ya estaban equipados con el sistema, y las primeras imágenes analizadas apuntan a que las capturas accidentales son poco frecuentes en estos barcos. Esa experiencia previa ha servido de base para extender el programa a Annytia y Carmalia, que operan también en el golfo de Vizcaya con artes pelágicas.
La instalación de las cámaras se ha realizado en estrecha coordinación con las tripulaciones, tanto para identificar los mejores ángulos de filmación como para asegurar que los equipos no interfieran en la maniobra diaria. El reto es doble: obtener imágenes suficientemente claras para el análisis científico y, al mismo tiempo, mantener la seguridad y la funcionalidad de las operaciones de pesca.
Un sector sometido a presión… y con ganas de aportar datos
Para la flota de Lorient, este tipo de programas supone un nuevo nivel de escrutinio, pero también una oportunidad para defenderse con hechos en un contexto regulatorio cada vez más exigente. Las restricciones espaciales y temporales sobre determinadas artes, así como las propuestas de cierres en el golfo de Vizcaya, han generado tensión entre el sector pesquero y las autoridades.
Los armadores de Apak han aceptado el desafío de convertir sus barcos en “laboratorios flotantes”, argumentando que solo con datos robustos se podrá calibrar de forma justa el impacto real de cada arte y zona de pesca. Las cámaras no solo registrarán eventuales capturas de cetáceos, sino también la forma en que se largan y viran las redes, la duración de los lances o las condiciones de mar, información valiosa para diseñar medidas de mitigación más finas y específicas.
En paralelo, los técnicos de Actemium han trabajado en la configuración de sistemas capaces de almacenar grandes volúmenes de vídeo y de facilitar su descarga segura en tierra, donde será analizado por equipos científicos y por las administraciones competentes.
Entre la vigilancia y la co-construcción de soluciones
El despliegue de OBSCAMe en Annytia y Carmalia se inscribe en una estrategia más amplia: combinar nuevas tecnologías (cámaras, sensores, análisis de datos) con medidas de gestión como cierres temporales, cambios de arte o zonas de exclusión, con el fin de reducir de manera significativa las interacciones entre cetáceos y artes de pesca.
Para los pescadores, el equilibrio es delicado. Por un lado, temen que las imágenes puedan utilizarse de forma punitiva si se sacan de contexto. Por otro, son conscientes de que sin datos verificables el riesgo es que se adopten restricciones generalizadas que penalicen a todo un segmento de flota, incluso allí donde las capturas accidentales son escasas.
De ahí la importancia de que estos programas se desarrollen en un clima de confianza y de co-construcción entre administración, científicos y sector, con reglas claras sobre la utilización de las imágenes y sobre los objetivos del proyecto: evaluar, comprender y mejorar, más que sancionar.
Un paso más en un plan a largo plazo
La experiencia de Lorient con Annytia y Carmalia representa un paso más en la implementación del plan francés 2024-2026 para reducir las capturas accidentales de pequeños cetáceos en el golfo de Vizcaya, en línea con las recomendaciones de la Comisión Europea y de los organismos científicos.
En los próximos meses, las mareas de estos dos pelágicos aportarán horas y horas de vídeo que ayudarán a responder a varias preguntas clave: ¿con qué frecuencia se producen realmente las capturas de delfines y marsopas en este tipo de arrastre pelágico? ¿En qué condiciones? ¿Qué cambios técnicos u operativos pueden reducir aún más ese riesgo?
Mientras tanto, en el muelle de Keroman, la imagen de unos técnicos instalando cámaras sobre el pórtico de un chalutero resume bien el momento que vive la pesca europea: una actividad tradicional en plena transición hacia una gestión cada vez más basada en datos, en la que la tecnología se convierte en aliada indispensable para conciliar la continuidad de la pesca con la protección de los ecosistemas marinos.
