Ecuador, lastrado por la escasez de capturas en el Pacífico oriental, paga más por la materia prima mientras las flotas del Índico disfrutan de una ventaja de precio poco habitual.
El mercado mundial del listado (skipjack) se está moviendo ahora mismo a dos velocidades. Por un lado, las flotas que faenan en el océano Índico están registrando buenas, incluso muy buenas, capturas de listado, lo que permite a las plantas de la zona ofrecer precios más competitivos y salir a buscar clientes en América Latina y en Asia. Por el otro, Ecuador y la industria atunera del Pacífico oriental siguen sufriendo una falta de descargas, una situación que mantiene altos los precios del pescado en puerto y aprieta los márgenes de las conserveras de la costa pacífica.
Según fuentes del sector, las mejores condiciones de pesca en el Índico de las últimas semanas han dado volumen suficiente no solo para atender la demanda asiática habitual, sino también para mirar hacia México, Perú, Centroamérica o incluso Brasil. Con más pescado disponible, las fábricas del Índico pueden negociar mejor, agrupar cargas y calendarizar envíos con menos sobresaltos que sus competidoras del Pacífico.
“Cuando el Índico tiene pescado y el EPO no, las rutas comerciales se dan la vuelta”, resumía un operador en Bangkok. “Quienes normalmente compran en Ecuador o Manta empiezan a preguntar qué pueden hacer Tailandia, Seychelles o incluso Omán”.
Ecuador paga la escasez
En el Pacífico oriental (EPO) el panorama es bastante menos cómodo. Ecuador —el gran centro procesador de la zona y proveedor clave de la UE y de América— lleva meses con entradas flojas de listado. Esa escasez está empujando los precios al alza, tanto para las plantas ecuatorianas como para los compradores que importan lomos precocidos.
Con menos descargas, las fábricas se ven obligadas a competir por cada tonelada, y esa competencia se traduce en un precio más alto en muelle. Para las conserveras que trabajan con contratos a largo plazo y márgenes muy ajustados, el problema es evidente: el atún crudo se encarece pero el precio de venta está ya pactado.
“Ecuador sigue teniendo músculo industrial y logística, pero si el pescado no está, o está 100-150 dólares más caro por tonelada que en el Índico, el comprador mira a otro lado, aunque sea de forma temporal”, admitía un importador europeo.
Una ventana para las plantas del Índico
Ese “otro lado” hoy es el océano Índico, donde los procesadores pueden combinar capturas estables, buenos fletes hacia Asia y una tramitación de exportación cada vez más afinada. Para clientes latinoamericanos no siempre es la primera opción —el flete es más largo y puede ser más caro que comprar en el EPO—, pero cuando la brecha de precio es suficiente, las cargas se mueven.
Esto es especialmente cierto para mercados de América no UE, que no exigen las mismas preferencias arancelarias o sanitarias de las que dispone Ecuador con Europa. En ese escenario más flexible, si una planta de Sri Lanka, Seychelles o la costa oeste de la India puede cargar 500-1.000 toneladas de lomos de listado a mejor precio, en México, Colombia o el Caribe hay compradores dispuestos a escucharlo.
Una situación que puede durar… mientras falte pescado en el Pacífico
Los analistas avisan de que el desequilibrio no se debe a un “boom” extraordinario del Índico, sino sobre todo a la falta de pescado en el Pacífico. Es decir: si mejoran las mareas en el EPO o se alivian las restricciones ligadas a FAD, Ecuador puede recuperar rápido su ventaja natural. Pero mientras el Pacífico siga corto, el Índico va a disfrutar de este periodo de liderazgo de precios.
Por ahora, la foto deja tres efectos claros:
- Brecha de precios en origen: el listado del Pacífico se paga más caro por escasez; el del Índico se mantiene o incluso cede algo.
- Diversificación de destinos: las plantas del Índico están ofertando activamente a clientes latinoamericanos que normalmente compran en el EPO.
- Presión sobre los márgenes ecuatorianos: con pescado caro y con competencia que aparece desde el otro lado del mundo, las fábricas de Ecuador tienen menos margen para bajar precios y cerrar pedidos.
Con la gestión pesquera de fondo
Todo esto ocurre mientras la IOTC sigue discutiendo sobre FAD, límites de captura y control electrónico en el Índico, y mientras los países del Pacífico vigilan los efectos de El Niño/La Niña sobre la disponibilidad de túnidos. Cualquier giro en la gestión puede volver a cambiar el tablero.
De momento, sin embargo, el mensaje que sale del mercado es sencillo: “Hay pescado en el Índico, y ese pescado quiere viajar.” Y cada mes que Ecuador descarga menos, ese mensaje suena un poco más fuerte en los puertos de Latinoamérica y en los hubs conserveros de Asia.
